Categories
Reflexiones personales

Asimilación Cultural

Retrocedamos unos años, hasta un tiempo en que existían tres grandes enemigos en el mundo: democracia, fascismo y comunismo. Añadamos a la ecuación una guerra mundial masiva, y tenemos un mundo dividido en dos bloques por un telón de acero. Y tras unos cambios económicos y crisis económicas y financieras, nos encontramos con que en el tablero de juego sólo queda la democracia. Pero, ¿qué pasó con los otros dos? ¿No eran enemigos irreconciliables?

Lo que se produce, básicamente, es un proceso de asimilación, como una ameba que fuese digiriendo lo que la rodea, las democracias (y en especial el capitalismo) absorbieron a las otras dos, asfixiándolas bajo la incapacidad de competir. Pero al margen de los motivos sociopolíticos y económicos, hay una cuestión que resulta de gran importancia, pero que sólo se percibe una vez que el enemigo está derrotado. La democracia, y en especial el capitalismo, roba todo lo que lo rodea, lo absorbe, y lo procesa, y lo convierte en un producto apto para la sociedad. Manejable. Inofensivo.

El comunismo, por ejemplo, ese gran enemigo, lo tenemos ahora por todas partes: camisetas con imágenes de Lenin y sloganes “progres” pero hechas por marcas importantes, personajes “malos” en el cine, etc. Y el fascismo se ve reconvertido en películas sobre conspiraciones sobre el fin de la democracia, en documentales inofensivos sobre el pasado, y videojuegos que explotan la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, en todos estos productos, el mensaje real y subversivo ha desaparecido. Como mucho, se deja el suficiente “mensaje” como para que una cantidad de “rebeldes precocinados” se sientan identificados con él y lo tomen como modelo, pero condicionado y modificado según los intereses del capitalismo, de modo que pidan sólo utopías inalcanzables o cosas de escasa importancia. Porque es importante que los que buscan el cambio nunca lleguen a una escala ni realizable, ni importante. Y como no consiguen objetivos reales, les bombardeas con una multitud de servicios y productos y acaban adorando al Dios Consumo a escondidas en sus casas.

Porque, básicamente, a eso reducen las otras ideologías, a nuevas formas de consumo controlado y masificado. Productos apropiados para ciertas subculturas, porque las subculturas son rentables. Y así, las ideas más contrapuestas al sistema son puestas a producir dinero dentro del sistema, sin dejar margen para una oposición real al mismo desde ese lado. El tandem capitalismo-democracia se vuelve hegemonía indiscutible, el Rey del mundo.

Costan Sequeiros Bruna

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.