Estaba viendo las noticias tanto ayer (con el programa de Salvados sobre la luz) como en Euronews cuando hablaban de la reciente aprobación por parte del G-20 del impuesto mínimo global del 15% y creo que es hora de retomar este tema del cual ya había hablado en el pasado. Empecemos por tanto por el principio, con una pequeña historia de cómo los impuestos han llegado a como son ahora y por qué son centrales en la existencia mínima del Estado. Así que, érase una vez…
En concreto, una vez que tenía lugar durante la Edad Media, por no irnos más atrás. En ese momento histórico aún no existían los impuestos como los conocemos hoy en día, sino que lo que existía era el hecho de que la nobleza y la iglesia cobraban rentas de los campesinos por trabajar sus tierras. Los diezmos garantizaban así que ambas clases sociales podían vivir sin necesidad de trabajar realmente, porque eran los campesinos libres, los gremiales y los siervos los que cubrían sus necesidades económicas. Pero si avanzamos el reloj vemos que todo ello cambia con la llegada del Renacimiento. Los reinos medievales eran locales y pequeños, estaban divididos entre condados y ducados, enormemente rurales y descentralizados. La llegada del Renacimiento cambió eso, cuando España inicia la creación del primer Estado moderno y su centralización, primero con los Reyes Católicos y posteriormente con sus hijos. Y una de las necesidades básicas para imponer el control centralizado del Estado era la capacidad económica y la otra la militar. Y es que, durante la Edad Media no existía un ejército “del Estado” sino que cada señor feudal tenía su propio ejército y los ponía (o no) al servicio de sus señores según se terciaban las alianzas y las enemistades. Pero la aparición de los Tercios cambia eso, cuando los reyes españoles instituyen un ejército centralizado bajo control real… un ejército que necesita su soldada (sus sueldos) para hacer su trabajo porque era un ejército profesional. Y del otro lado, en Flandes, por ejemplo, la defensa holandesa contra los españoles se basaba en la contratación de mercenarios por parte de las ciudades, para lo cual necesitaban impuestos comunes a sus comerciantes para poder sufragar esos ejércitos. Y así, porque hay que pagar espadas y cañones, es como surgió la necesidad de los impuestos y estos se encuentran en el centro del funcionamiento de todos los Estados. Sin ellos, el Gran Capitán no habría podido hacer sus famosas cuentas que le permitían “disparar con pólvora del Rey”.