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Reflexiones personales

Fundación y el peso de la historia

Imagen de la portada de la edición con las tres novelas principales de la saga de Fundación, de Asimov.
En sus novelas sobre Fundación, Asimov hace una muy interesante descripción del funcionamiento de la historia.

Acabo de ver la serie de Fundación y es un insulto a mi inteligencia y la de cualquiera que le dedique un mínimo de atención (y no hablemos de la memoria de Asimov y el significado de su obra). Pero dejando eso de lado, hay un debate social muy interesante en el núcleo de Fundación (que la serie pisotea ampliamente) sobre el que vale la pena hablar hoy un poco aquí.

Fundación fue originalmente escrita en 1951 por Isaac Asimov, en la época que en la sociedad (y la sociología) dominaba la idea funcionalista del mundo. Según esta teoría y visión, si la resumimos mucho, el mundo social es una estructura organizada, donde distintos aspectos de la misma cumplen funciones determinadas. Así el cuerpo de policía por ejemplo garantiza la paz social y el dominio del Estado, las empresas generan riqueza, los estadios de futbol generan entretenimiento, etc. La sociedad tiene una serie de funciones que debe cumplir y cada sociedad concreta difiere en la medida en que crea distintos modos de responder a esas necesidades. Como todo en la sociedad cumple su función, la sociedad es por definición estable. No resulta sorprendente así que, a menudo, a los funcionalistas clásicos (Parsons en especial) se le criticase que su teoría no explicaba una de las partes más importantes de la sociedad: el cambio social.

Pero volvamos a Fundación, que ya estaba perdiendo el hilo por las tierras de la teoría sociológica. El punto de partida de Fundación es la idea de la psicohistoria. Según esta, por medio de complejísimos cálculos matemáticos y estadísticos, se puede crear un modelo que contemple en su interior todas las variables y dinámicas que afectan a una sociedad concreta. Teniendo un modelo tan perfecto, se puede extrapolar cómo ese modelo va a evolucionar porque los errores y beneficios del presente crean tendencias e inercias que se manifiestan en acciones en el futuro. De modo que, siguiendo esta lógica, con ese modelo perfecto (esa “magia” es la parte de ficción de esta novela de ciencia-ficción) por tanto, es posible calcular el futuro. Y lo que Seldon ve en el futuro es que el Imperio galáctico va a colapsar y que se van a venir 30.000 años de oscurantismo, muerte y regresión social y tecnológica.

Si bien en su novela la llama psicohistoria, la realidad es que lo que Fundación plantea sería una super-sociología (no en vano, el papel de la psicohistoria sería sustituido por la sociología cuando en 1955 escribiese El Fin de la Eternidad). Y precisamente combinando esa visión estructural de la realidad con el determinismo del materialismo histórico de autores como Marx. Así, para Marx, el mundo capitalista tenía una serie de fallos y errores que inevitablemente llevarían a su colapso y su superación/sustitución por el mundo que él proponía, el comunista. Esta idea central es la base de la psicohistoria: que el presente tiene unas fuertes elementos estructurales que condicionan y determinan el futuro. Así el capitalismo sería sustituido por el comunismo del mismo modo que el Imperio galáctico sería sustituido por el oscurantismo.

Desde este punto de vista estructural y macro, los individuos son irrelevantes. Las grandes figuras históricas no son las que crean los grandes cambios, sino que son los grandes cambios los que aupan y crean las oportunidades para esas figuras históricas. Hitler no hubiese conseguido lo que consiguió si hubiese hablado así en 1890, sino que son las condiciones materiales e ideológicas de la Alemania de los años 30 las que posibilitan que su discurso cale en la población y surja el nazismo. Las personas son consecuencia del mundo en el que nacen, crecen, se educan y viven, y no al revés. Lo que pasa es que la historia se centra en esas grandes figuras como modo de explicar lo que en realidad son dinámicas sociales mucho más amplias, profundas y complejas. Con todo el respeto al genio militar de Alejandro Magno, esta visión diría que sus conquistas no hubieran sido posibles sin inventos militares en el ámbito heleno, sin las condiciones materiales y de descontrol del amplio imperio persa y la decadencia del egipcio, etc.

Imagen del cuadro Libertad Guiando al Pueblo, de Delacroix.
En Fundación, es el poder del colectivo el que determina el futuro, no los individuos.

Esta es la tesis central de Fundación. Por eso uno de los pilares de la psicohistoria es que esta no puede predecir las actividades o acciones de ningún individuo concreto, pero si las actividades del agregado de todas las personas. Porque cada persona por separado no consigue nada, pero las grandes movilizaciones si lo consiguen. Así tenemos la Revolución Francesa, que no es que Robespierre se levantase un día y declarase la revolución, sino las acciones de la nobleza, del clero, y del pueblo llano, enfrentándose a unas condiciones materiales e ideológicas concretas, que llevan a que se produjese la revolución. El cambio social, en contra de lo que diría el funcionalismo pero siguiendo al materialismo histórico de Marx, es inevitable pero es predecible.

Y la única forma, según Fundación, para controlar ese cambio no es con que un héroe surja de la nada para salvar el mundo, porque todo individuo como tal es irrelevante (hasta que llegue el Mulo que por sus poderes psíquicos puede cambiar esto). La forma de cambiar la dinámica de la historia es cambiar las condiciones materiales, ideológicas y posibilitar otras dinámicas… en este caso, mediante la construcción de la fundación que da nombre a la novela. Construida en el borde de la galaxia, su función no es impedir el colapso del Imperio, sino hacer que la época de oscurantismo dure solamente 1.000 años. Y para lograrlo, el Plan de Seldon contempla que para afectar a las dinámicas históricas hay que crear inercias sociales grandes. Para empezar, la fundación es un lugar donde guardar el conocimiento científico pero no tiene armas como tal, de modo que no puede imponer su voluntad a sus vecinos y crear un nuevo Imperio. Con ejemplos como este, lo que Seldon hace es crear todo un colectivo social concreto que tiene la suficiente masa demográfica, conocimientos y condiciones para que, cuando lleguen ciertos momentos (las crisis), opten por ciertas respuestas y con esto vayan creando una serie de oportunidades y cambios sociales incrementales que logren reducir esta época de oscurantismo.

Por eso la serie es un desastre, porque nos quiere presentar una serie de heroínas capaces de ser especiales, diferentes y únicas y salvar el Plan de Seldon. El verdadero Plan de Seldon, tal y como es en Fundación, se basa en el punto opuesto: que no existen heroínas, que nadie es especial, que todos somos el resultado de la sociedad en la que vivimos y solo cambiando esa sociedad podemos cambiar el futuro. Es un mensaje profundamente sociológico, donde es la organización colectiva, la capacidad de crear consensos, de cambiar la opinión pública, de crear nuevas inercias sociales… la que realmente puede manejar la historia.

Y si volvemos la vista atrás en el tiempo es fácil ver que esto es (en buena parte) cierto. No del todo, hay elementos imprevisibles en la ecuación, como el papel de la innovación tecnológica (muy adecuadamente, en Fundación el Imperio vive un periodo de estancamiento en términos de creatividad e innovación), pero lo cierto es que la mayor parte de eventos sociales son fruto de dinámicas muy fuertes. La Primavera Árabe empieza porque un mercader ambulante tunecino se inmola, o eso dice la narrativa, pero la realidad es que detrás de ese evento hay unas condiciones económicas, unos deseos de la población, unos medios de comunicación alternativos, etc. que posibilitan que esa historia ocurriese. Desgraciadamente, Mohamed Bouazizi no fue el único damníficado de la dictadura tunecina que sufrió en esa época, su muerte solo sirve como punto de partida y explosión para que una población en el límite decidiese, como conjunto, cambiar su mundo. Si no hubiese sido la inmolación de Mohamed, hubiese ocurrido por otro desastre similar poco después, porque en el mundo de Tunez de principios del siglo XXI esos abusos eran continuos y la situación ya había llegado al punto de insostenibilidad.

Por eso la historia no tiene realmente héroes. Los héroes de la historia de verdad no son los Napoleones o los Césares, ni los Da Vinci ni las Marie Curie, todos ellos sin duda hicieron sus aportaciones, pero la historia la escriben las masas invisibles y sin nombre. Las élites que se sientan en sus asientos, los trabajadores explotados, las clases medias oprimidas, etc. Son los distintos colectivos y sus luchas y conflictos sociales en torno a las condiciones de vida en cada momento dado, las que posibilitan que la historia se desarrolle de una determinada forma o no. Otro ejemplo: trágicamente, en Afganistán dieron igual los intentos de crear una democracia (a punta de pistola) que hicieron los occidentales, tan pronto la imposición militar norteamericana se acabó los talibanes han retomado el control; y los únicos que pueden cambiar eso son los propios afganos.

La historia, nuestra historia, la escribimos entre todos, aunque no salgamos en los libros que luego la van a contar.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de esta forma de ver la historia que plantea Fundación?

2 replies on “Fundación y el peso de la historia”

Un apunte: estoy releyendo La Fundación (ni me he molestado en buscar la serie vistas las críticas) y Seldon predice 30.000, no 10.000, años de oscuridad si las cosas siguen su curso y la psicohistoria y su plan no intervienen para reducirlo sólo a 1.000.
Aparte de eso, comparto la visión que se da aquí sobre el enfoque de la historia. De hecho, pienso que en los últimos años, tanto en el ámbito mundial como en concreto en este país (españa) ciertos sectores políticos y económicos han colonizado los medios y han desviturado el sistema educativo con el objeto de inducir a la ciudadanía a ser menos reflexiva. Con la ayuda también de las redes sociales, la publicidad, la rapidez e inmediatez que se exige a todo…¿Y para qué? Para polarizar cada vez más a la sociedad, para embarrar el debate político y social, y por fin para implantar un nuevo fascismo que se vea como la última “salvación” ante la deriva cada vez mñas preocupante de las sociedades. Ante los avances y las luchas sociales de colectivos tradicionalmente pisoteados e ignorados (mujeres, inmigrantes, LGTBIQ, etc…) surge una reacción desde los poderes económicos y sociales, tradicionalmente conservadores, que tratan de frenar todo esto. Y para eso tienen primero que convencer a la masa social de que les “engañan” ( a veces es así, pero los engaños no suelen ser conspiranoicos sino bastante a la luz), tiene que producirse una regresión cultural y del pensamiento y un hartazgo equidistante del “todxs son iguales” para plantar esa semilla fascista y que tenga tierra abonada en que fructificar. Así que sí, como Asimov no creo que valgan héroes o heroínas de un día, para evitar ese retroceso hacen falta masas de gente que resista. Lo que no sé es si aún estamos a tiempo de evitar la oscuridad. Quiero creer que sí, pero temo que no será facil. Un saludo.

Leí Fundación hace demasiado tiempo, editaré el texto para ajustar las cantidades correctas de tiempo, ¡muchas gracias!
Por el resto, sin duda estoy de acuerdo. Desde hace años se está produciendo un ataque sistemático al “otro” en la educación y los medios de comunicación, a los valores progresistas y a la idea misma de tolerancia. Y no es un problema específicamente español desgraciadamente, sino que lo encontramos en todas partes, desde los seguidores de Trump en Estados Unidos a las reuniones recientes de la extrema derecha europea. O incluso en cosas tan sencillas como la deriva hacia el centro de los partidos de izquierdas para lograr atraer más votos, hasta el punto de que el centro-izquierda (el PSOE) se ha desdibujado por completo y se ha quedado un partido de centro. Y el enfrentamiento, como la falta de educación y reflexión, venden porque moviliza a las masas al llevarlas a emociones fuertes, proclives a hacer que actúen como quieran aquellos que las causas.
Pero como dices y dice Asimov, el mundo no necesita heroes o heroínas, pero si que necesita que nos movilicemos. Y la realidad es que, por difícil que sea (que lo será, nada importante es fácil y el sistema siempre defiende con uñas y dientes el status quo), la historia nos muestra que al final siempre se acaba progresando, luchando y cambiando el mundo. Sea con guillotinas como en la Revolución Francesa, con manifestaciones pacíficas como las de Ghandi, discursos esperanzadores como Martin Luther King Jr. o simplemente por la organización de bases que se mueven para actuar como en el 15M, el cambio es al mismo tiempo imparable y capaz de arrasar cualquier resistencia. Otra cosa es en qué dirección se produce ese cambio, lo que cuesta llevarlo a cabo y las resistencias que deba superar.
¡Un abrazo!

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