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Sociología

Intersubjetividad y Cultura: Construyendo la Realidad Entre Todos

La intersubjetividad se basa en la continua comunicación que tenemos unos con otros sobre la Realidad que nos rodea y cómo debe ser interpretada.

Para llegar a la intersubjetividad, vamos a tener que dar un pequeño rodeo primero. Empecemos con la Realidad, así con mayúsculas. Dejemos de lado las complicaciones filosóficas que plantea la física cuántica en cuanto a la existencia de una Realidad y partamos del consenso de que existe. Aunque no haya nadie en las cercanías, nuestra cocina sigue estando ahí con sus muebles, herramientas y demás. La Realidad es objetiva, existe por si misma y siempre de la misma manera.

Pero los seres humanos no operamos en base a la realidad, sino a nuestra percepción de esa realidad. Dos personas ante un mismo cuadro, por ejemplo, tendrán experiencias distintas en base a si les gusta o no esa pintura: aunque la realidad es la misma (el cuadro) la percepción de la gente en torno a esa realidad no lo es. Cuestiones como los gustos estéticos modifican la percepción que cada persona tiene de la realidad, creando un espacio subjetivo.

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Ocio

Auge y caída de los sistemas políticos: el caso de la Guerra de las Galaxias

La Guerra de las Galaxias tiene un interesante análisis del auge y caída de los sistemas políticos, tanto democráticos como autoritarios.

Lo cierto es que nunca he sido demasiado fan de la Guerra de las Galaxias, pero como es la segunda propiedad intelectual más valiosa del mundo de la industria cultural (detrás de Marvel) recientemente he estado prestándole cada vez más atención a su mensaje. Y resulta que, debajo de los héroes y las batallas a sables de luz y de naves espaciales, hay una historia que tiene mucha enjundia a nivel sociológico, sobre los procesos de auge y caída primero de la República y después del Imperio. George Lucas ya dijo hace mucho que la Guerra de las Galaxias era política (de hecho, especialmente el Episodio VI, explícitamente era en su mente una comparación con la situación de Vietnam) y los paralelismos entre la caída de este sistema y la caída de la República Romana y su transformación en el Imperio, el auge de los gobiernos autoritarios y dictatoriales a manos de populistas como Mussolini o incluso los totalitarios como el ascenso de Hitler dentro de su propia democracia son demasiado claros como para que sean casualidad.

Estos procesos normalmente son difíciles de ilustrar porque requieren a grandes masas de personas y dinámicas durante años pero, al tener lugar en pantalla, resulta fácil de seguir al quedar personificado en los protagonistas y los años condensados en unas cuantas escenas. Así que agarrad vuestra espada láser, ajustaros los cascos de piloto y preparad todo lo necesario para viajar a una galaxia muy muy lejana.

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Ocio

Andor: Represión y rebelión

Portada de Andor, en Disney+.
Portada de Andor, la historia humana de cómo comienza la rebelión contra el Imperio.

Andor, la nueva serie de Star Wars, toma la estela de Rogue One pero va mucho más allá de la misma. Se aleja de las grandes aventuras espaciales, de la Fuerza, de los personajes famosos y carismáticos, para contarnos una historia de gente cotidiana que se ven lanzados a un mundo brutal. Es una historia, en última instancia, sobre el poder de la opresión y la resistencia a la misma, dura y oscura como Star Wars no suele ser, donde el precio de las cosas nunca es barato ni lo que ocurre es blanco o negro. Es una serie inteligente, donde los personajes actuan con inteligencia pero además trata al espectador como alguien inteligente, capaz de seguir una historia lenta pero compleja, donde cada pieza va encajando con las demás progresivamente. Y está sustentada en unas interpretaciones brillantes y unos guiones espectaculares que hacen que una situación cotidiana como tres personas hablando en un salón se convierta en una escena extremadamente tensa por todo lo que está en juego, el contexto, lo que se dice y lo que se calla. Todo ello hace que sea especialmente interesante como análisis de nuestra realidad, del funcionamiento de nuestras sociedades y de las personas que en ellas viven.

A la hora de entender Andor, hay que empezar por el punto de partida: el tema central de la serie. Y, advertencia desde ya, en este post va a haber spoilers, así que recomiendo ver primero la serie para haceros vuestras propias ideas antes de leer las mías. Dicho lo cual, vamos al meollo, a esa galaxia muy muy lejana que, esta vez, se siente muy muy cercana.

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Ocio

Comportarse como Adultos

Portada de la película Comportarse como Adultos.
Comportarse como Adultos narra el momento más oscuro de la historia de la Unión Europea: cuando traicionó a Grecia.

Comportarse como Adultos es una buena película/biografía que narra, desde el punto de vista de Varoufakis, su breve tiempo al frente del Ministerio de Finanzas griego tras la victoria de Syriza en las elecciones griegas. Una película que intenta convertir en un thriller económico lo que son multitud de reuniones burocráticas y discusiones a puerta cerrada, y logra generar tensión e interés con una historia que, desgraciadamente, todos sabemos cómo acaba. En el camino no solo logra crear un entretenimiento bien llevado aupado por muy buenas interpretaciones de sus actores, sino crear un discurso interesante sobre el funcionamiento de la Unión, los intereses cruzados de su interior, etc. Sesgado, sin duda, al estar basado en el punto de vista de Varoufakis sobre los hechos, pero no por eso menos valioso.

Y, a la hora de analizarla, debo empezar por aclarar que yo soy un europeísta convencido. Creo que la Unión es lo mejor que le ha pasado a Europa y la única vía real de salir de los problemas y retos que el futuro puede plantear, como está manifestando la actual crisis energética (como cambian las cosas cuando las que están en crisis son Alemania y Francia en lugar de Grecia o Portugal). A menudo, sin embargo, hace menos de lo que debería o llega tarde. Y, en el caso de la deuda griega, cometió una auténtica atrocidad que es probablemente una de las peores manchas negras de su historia.

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Libros

Microfísica del poder

Portada de Microfísica del Poder, de Michel Foucault.
Microfísica del Poder no aporta nada que no se haya leído en otros libros de Foucault.

Microfísica del Poder es un librillo fino de Foucault que, en su docena de capítulos, aborda temas muy distintos de un modo bastante más ligero del que Foucault suele tener para tratarlos. Esto se debe a que los capítulos, más que ser un libro del autor francés, son una colección de entrevistas, debates y extractos de clases magistrales, en los que va abordando distintos temas. Siendo conversaciones habladas, sin duda permite ese estilo más sencillo de seguir que el habitual de Foucault, pero al mismo tiempo plantea dos problemas: primero, que como hablan de sus libros y demás, lo normal es que si no sabes de antemano qué sale en esos otros libros, pues no te enteres demasiado; y segundo, que si en cambio te has leído esos otros libros, el contenido de este resulta tremendamente superficial.

Así, aunque tocan temas clave de Foucault como el biopoder, la corporeidad, las instituciones represivas, la historia, la lucha social, etc. lo hacen de un modo que poco aportan a quienes ya conocemos la obra del francés, y probablemente provoque más preguntas que de respuestas a aquellos que no. Además, los capítulos de Microfísica del Poder son directamente estas transcripciones de las conversaciones de Foucault con otros intelectuales, y por ello se presentan sin una coherencia, ni un contexto ni nada que le de un poco más de entidad como libro.

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Libros

El Valor de las Cosas

Portada del Valor de las Cosas, donde ya se deja claro el tema central del libro.
Portada del Valor de las Cosas, donde ya se deja claro el tema central del libro.

El Valor de las Cosas es un fenomenal libro de Mariana Mazzucato, catedrática de economía en el University College de Londres. Es un libro que sin duda me ha impactado mucho, entre otras cosas porque me ha permitido terminar de poner en su lugar mis ideas sobre la sociedad de narradores de la que hablaba hace un par de meses. Entonces, ¿de qué trata el Valor de las Cosas?

El punto de partida es la historia del pensamiento económico en torno a una cosa en concreto: ¿qué considera una sociedad, en términos económicos, como valioso? ¿Qué actividades son generadoras de valor y cuales lo extraen de la sociedad? Este punto de partida ya es controvertido e interesante porque, como Mazzucato señala desde el principio, aunque la cuestión del valor formaba parte central del pensamiento económico clásico ha ido desapareciendo a partir del auge de los marginalistas y el neoliberalismo a partir, especialmente, de los años 70. Entonces, para plantear este debate, Mazzucato recorre la historia del pensamiento económico desde los primeros economistas a los clásicos como Adam Smith, Marx o Keynes. Todas las escuelas y pensamientos son abordados, mostrando cómo con el paso de los años la narrativa de lo que es el valor va cambiando.

Y es que, al principio, lo que se consideraba generador de valor era lo que estaba directamente relacionado con la generación de bienes: el trabajo, en especial el trabajo agrícola que permitía a la sociedad crecer y comer. En contraposición surgía la idea de las rentas, que consisten en extraer valor de la sociedad por medio de actividades que generan dinero pero no valor por si mismo, un problema central antiguamente donde los grandes terratenientes vivían de los alquileres del campo sin hacer nada socialmente útil por si mismos. Este punto de vista va evolucionando con el tiempo, hasta surgir otros pensamientos como el marxista, donde el valor surge en el proceso económico capitalista dando lugar a la plusvalía, dando un marco social y estructural más amplio a las connotaciones de los economistas clásicos. O la visión keynesiana de intervencionismo en economía, donde el valor surge de la capacidad de la economía para mejorar la vida de las personas, normalmente por medio de la inversión estatal que estimula el crecimiento económico.

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Reflexiones personales

Fundación y el peso de la historia

Imagen de la portada de la edición con las tres novelas principales de la saga de Fundación, de Asimov.
En sus novelas sobre Fundación, Asimov hace una muy interesante descripción del funcionamiento de la historia.

Acabo de ver la serie de Fundación y es un insulto a mi inteligencia y la de cualquiera que le dedique un mínimo de atención (y no hablemos de la memoria de Asimov y el significado de su obra). Pero dejando eso de lado, hay un debate social muy interesante en el núcleo de Fundación (que la serie pisotea ampliamente) sobre el que vale la pena hablar hoy un poco aquí.

Fundación fue originalmente escrita en 1951 por Isaac Asimov, en la época que en la sociedad (y la sociología) dominaba la idea funcionalista del mundo. Según esta teoría y visión, si la resumimos mucho, el mundo social es una estructura organizada, donde distintos aspectos de la misma cumplen funciones determinadas. Así el cuerpo de policía por ejemplo garantiza la paz social y el dominio del Estado, las empresas generan riqueza, los estadios de futbol generan entretenimiento, etc. La sociedad tiene una serie de funciones que debe cumplir y cada sociedad concreta difiere en la medida en que crea distintos modos de responder a esas necesidades. Como todo en la sociedad cumple su función, la sociedad es por definición estable. No resulta sorprendente así que, a menudo, a los funcionalistas clásicos (Parsons en especial) se le criticase que su teoría no explicaba una de las partes más importantes de la sociedad: el cambio social.

Pero volvamos a Fundación, que ya estaba perdiendo el hilo por las tierras de la teoría sociológica. El punto de partida de Fundación es la idea de la psicohistoria. Según esta, por medio de complejísimos cálculos matemáticos y estadísticos, se puede crear un modelo que contemple en su interior todas las variables y dinámicas que afectan a una sociedad concreta. Teniendo un modelo tan perfecto, se puede extrapolar cómo ese modelo va a evolucionar porque los errores y beneficios del presente crean tendencias e inercias que se manifiestan en acciones en el futuro. De modo que, siguiendo esta lógica, con ese modelo perfecto (esa “magia” es la parte de ficción de esta novela de ciencia-ficción) por tanto, es posible calcular el futuro. Y lo que Seldon ve en el futuro es que el Imperio galáctico va a colapsar y que se van a venir 30.000 años de oscurantismo, muerte y regresión social y tecnológica.

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Reflexiones personales

Una sociedad de narradores

Imagen explicativa de lo que es un narrador en un cuento
El narrador cuenta la historia del mundo a todos los que escuchan

Desde las ciencias sociales a menudo se han propuesto distintas teorías para intentar entender el mundo en que vivimos y tratar de identificar sus dinámicas principales. Desde la economía se ha llamado al mundo actual una sociedad neoliberal, o de capitalismo tardío. En sociología se la ha llamado la sociedad de la información, donde el centro de todo es el uso y manejo de la susodicha. También se la ha llamado la sociedad del riesgo, acentuando cómo las acciones en el presente a menudo se basan en tratar de prevenir problemas futuros. O se ha dicho que es una sociedad líquida, donde lo que predomina es el cambio y la desaparición de estructuras sólidas. Se ha hablado de sociedades de civilizaciones en choque, de sociedades que han llegado al final de la historia y se preparan ya para el final de la ideología, y al contrario, de sociedades de fuertes valores ideológicos en conflicto. Y muchas más. Hoy voy a proponer quizás una aproximación más micro, la de una sociedad de narradores, de cuentacuentos.

Pero empecemos por el principio. En el pasado ya he hablado sobre cómo la sociedad es intersubjetiva, debido a que no existe una realidad objetiva que todo el mundo vea. Al contrario, cada persona ve el mundo de un modo, su subjetividad. Allá donde los puntos de vista de mucha gente coincide surgen acuerdos sociales y culturas organizadas en torno a esas ideas, que definen que esa sociedad es de tal modo, o que tiene esos valores. Entonces esas subjetividades crean una serie de puntos en común sobre los que asientan esa intersubjetividad, esa percepción compartida de lo que es el mundo en el que viven. Y luego las subculturas lo que vienen es a crear variaciones internas de esos acuerdos, enfatizando ciertos valores, debilitando otros, etc.

Es aquí donde entra la visión del poder de Foucault, cuando dice que el biopoder (el tipo de poder dominante en la actualidad) se basa no en el castigo y la represión sino en la creación de identidades. Nos enseñan a pensar y a sentir de ciertos modos a través de la educación (desde la familia, al colegio, etc.) y, con eso, improntan nuestras identidades para hacernos ver el mundo de cierto modo, acorde en principio con la cultura en la que vivimos. El biopoder se basa así en esa gestión de los sueños, los deseos, etc. que tiene la gente, y en la gestión de los modos legítimos de alcanzar esos sueños. Y aquí podemos apoyarnos en Merton, cuando habla de la desviación en sociedad. Él dice que la sociedad fija unos objetivos para ser una persona “exitosa” en sociedad, y establece unos mecanismos para llegar a ellos. En el momento en que aceptamos esos fines y esos caminos nos conformamos a la sociedad, mientras que aquellos que aceptan unos y no los otros, o no aceptan ningunos, son desviados. Por tanto, vivimos en un mundo donde el poder establece nuestras identidades y donde se define como desviados a aquellos que no siguen las vías establecidas para llevar una “buena vida”.

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Actualidad

Judicialización de la política

La Justicia movida por los hilos de un titiritero.
La judicialización de la política y la politización de la justicia son dos oscuras realidades.

En el mundo actual, desde una punta al otro, cada vez es más fácil ver el modo en que la justicia (entendida como institución judicial, no como valor social en este caso) y la política van de la mano. Aunque usaré en este post los ejemplos de Trump en Estados Unidos y de la judicialización de la política en España, lo cierto es que es un fenómeno que va mucho más lejos.

El punto de partida de esta historia se encuentra en la manera en que se entiende en el presente la separación de poderes o, mejor dicho, la falta de la misma. En el siglo XVII y XVIII, cuando comenzaban las teorías que llevarían a las democracias modernas, una de las preocupaciones centrales de los filósofos de la época era el que el poder no se aglutinase en unas pocas manos, en un nuevo “rey”. La idea del mandato imperativo fue un paso importante aunque luego se deshiciese y pasase a constituirse el mandato representativo; y el otro de los principios centrales era la idea de la separación de poderes, que separaba en personas diferentes el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. La realidad que encontramos, sin embargo, es que la partitocracia es el sistema real que tenemos en el mundo actual, de modo que desde uno de los poderes se controlan todos los demás. En el caso español, los miembros del Tribunal Constitucional y el Supremo son nombrados, directa o indirectamente (a través del Consejo General del Poder Judicial) por el Congreso, que a su vez elige al Presidente del Gobierno, de modo que desde el Legislativo se controlan tanto el Ejecutivo como el Judicial. E incluso el cuarto poder, la prensa, se encuentra hoy en día alineada en sus líneas editoriales con ciertos partidos, como se ve claramente en la línea de Fox News en Estados Unidos. Así, el poder no está realmente en manos de la ciudadanía (la base de la democracia) sino en la de los partidos políticos que controlan las instituciones (de ahí que sea una partitocracia).

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Ocio

Detroit: Become Human, un análisis social

Carátula de Detroit: Become Human
Detroit: Become Human tiene un poderoso discurso sobre el cambio social y la opresión.

Detroit: Become Human es un gran juego de toma de decisiones, una experiencia cinematográfica donde el jugador tiene que escoger y decidir en cuestiones muy interesantes sobre las que vale la pena reflexionar. Elementos como la filosofía, la identidad, la confianza, el amor, los sentimientos, el miedo… en resumen, como dice el propio subtítulo del juego, lo que nos hace ser humanos. Y nos lo hace vivir desde el otro lado del telón, desde el colectivo que, en el universo del juego, teóricamente no tiene nada de todo eso: los androides.

Pero, más allá de su buen guión, de los momentos dramáticos y de tensión, de la buenísima banda sonora o el excelente trabajo de los actores, Detroit: Become Human plantea algunas cuestiones sociológicas y sociales muy interesantes, sobre las que vamos a hablar aquí. Y sobre las que vale la pena jugarlo para enfrentarse “dentro de la piel de los personajes” a esos puntos y conflictos.

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Reflexiones personales

Progreso, la idea en el centro del mundo

Imagen de la revolución francesa, momento clave para el desarrollo del concepto de progreso.
El progreso es una idea central del siglo XVIII y desde entonces, presente en todas las grandes revoluciones

Aunque parezca muy obvia hoy en día, la idea de progreso no nos ha acompañado demasiado tiempo en términos históricos. Al contrario, el concepto de progreso fue inventado a lo largo del siglo XVIII, cuando la Ilustración cambió el modo en que se entendía la vida y la sociedad. En la Edad Media, por ejemplo, se entendía el tiempo en términos estancos, estábamos atados a este valle de lágrimas hasta que finalmente llegase el Fin del Mundo. Los griegos lo entendía en términos de decadencia circular, desde la era de oro de los dioses, a la de plata de los héroes, a la de bronce en la que vivían ellos. Sin embargo, a partir de que el ser humano se ponga en el centro de las cosas en el Renacimiento, la idea de que las cosas pueden cambiar fue surgiendo y para la Ilustración, se colocó en el centro de muchas de las ideologías novedosas, desde la lucha liberal contra la opresión a la idea de derechos inalienables de las personas en jurisprudencia o la creación de la misma idea de la democracia moderna.

La idea de progreso se sostiene sobre dos pilares muy distintos y complementarios. El primero de ellos es la idea de progreso como avance que nos permite llegar a donde nunca antes habíamos llegado. Poner un hombre en la Luna fue un reflejo de esta visión del progreso, que permite que la humanidad vaya más allá de sus límites.

En este sentido, la clave del progreso es el avance tecnológico. La clave para llevar a una persona a donde ninguna ha llegado es precisamente desarrollar los inventos y tecnologías necesarios para que los límites que lo ataban cambien de sitio, se vayan más lejos. No se puede llegar a la Luna sin inventar el cohete espacial, los ordenadores, desarrollar la astrofísica, etc. Nuevos conocimientos e inventos se combinan a lo largo de los años para ir cambiando la sociedad en la que vivimos, permitiéndonos hacer cosas que antes hubieran sido imposibles. Cuando se inventó y empezó a difundirse el teléfono móvil, por ejemplo, era algo carísimo y limitado en sus funcionalidades, en aquellos tiempos difícilmente podrías explicarles a las personas cómo sería el mundo unas pocas décadas después con los smart phone, internet y que todo el mundo tenga uno o más dispositivos.

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Ocio

The Comey Rule (La Ley de Comey)

The Comey Rule nos introduce en un interesante momento histórico de EEUU.
The Comey Rule nos introduce en un interesante momento histórico de EEUU.

The Comey Rule nos cuenta la historia de James Comey, quien fue director del FBI desde el comienzo de la presidencia de Obama hasta principios de la de Trump. Si bien su historia se centra especialmente en el periodo de la investigación de los emails de Hillary Clinton y cómo eso influyó en las elecciones de 2016 que harían que Trump ganase, el centro de la serie es una discusión muy interesante sobre la ley, el respeto, la interferencia rusa en las elecciones, etc. Para contar esta historia, que en el fondo tiene pocos “hechos interesantes” a nivel cinematográfico, pocos momentos épicos y que además cubre largos periodos de tiempo, especialmente el último año de Comey en el FBI, la serie se sostiene durante sus cuatro horas en un conjunto de actores que están simplemente soberbios, en una puesta en escena muy trabajada y en un papel suave pero apropiado de la música. Todo esto hace que nos metamos de lleno en lo que nos está narrando, y nos deja espacio a cada uno para llegar a nuestras propias conclusiones.

Y es que, en este sentido, The Comey Rule pone sobre la mesa muchas cuestiones importantes no solo para entender ese momento histórico sino para todas las sociedades del mundo. El primero de cuyos puntos, quizás el más importante, es la cuestión de los valores. Comey sale descrito como la clase de persona que tiene unos valores muy fuertes (la independencia del FBI, el deber de proteger a los ciudadanos, hacer lo correcto…) que guían sus acciones y las de la institución a su cargo durante el tiempo que en ella está. Y, durante buena parte de ese tiempo, esos valores son eficaces en granjearle el apoyo de los miembros del FBI e incluso del Presidente Obama.

Sin embargo, el centro de la historia surge porque, en realidad, en el mundo moderno los valores normalmente chocan contra la eficacia política. La cuestión de los emails es uno de los momentos que mejor lo reflejan: todos en el FBI saben que es un mal asunto meterse a investigarlo, que es una bomba que no se puede manejar bien dentro del plazo de unas elecciones que ya están en marcha. Es, a nivel objetivo, un error estratégico… y, sin embargo, es lo correcto. La política es la base sobre la que se construye el mundo en el que vivimos, es mucho más que simplemente las instituciones de gobierno, y buena parte del territorio político es un territorio ideológico donde los valores se enfrentan entre si por alcanzar una hegemonía en la ideología de una sociedad (es la base del funcionamiento de la sociedad civil).

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Ocio

Cyberpunk 2077

Cyberpunk 2077 es un juego que vale la pena experimentar y reflexionar sobre el mundo que nos describe.
Cyberpunk 2077 es un juego que vale la pena experimentar y reflexionar sobre el mundo que nos describe.

Cyberpunk 2077 es probablemente el mejor juego de rol al que he jugado en mi vida, y van muchísimos, con una narrativa muy cuidada, una construcción de personajes brutal, muchos sistemas roleros que permiten distintos desarrollos para el personaje, muchísimas quests muy bien hechas, etc. Tiene bugs, sin duda, pero no quitan de lo buena que es la experiencia y explorar todos los temas que aborda el juego que justo, es lo que aquí nos ocupa.

Y es que ya en el pasado había escrito sobre cómo el cyberpunk como género distópico habla de muchos de los problemas que nos vamos a encontrar, probablemente, en el mundo que se nos viene encima. Y todos estos temas se encuentran perfectamente reflejados en la construcción del mundo de Cybperunk 2077, cuando hacen referencia a cosas como el cambio climático, la desaparición de buena parte de la fauna, la contaminación de las aguas, y muchos otros riesgos que hoy en día vemos cada vez más cercanos.

Uno de sus discursos principales, como suele ocurrir en todo el género, es en torno al papel del neoliberalismo económico llevado a sus últimas consecuencias. En el universo de Cyberpunk 2077 encontramos que el gobierno ha sido reducido a su mínima expresión, hasta el extremo de que Estados Unidos se ha partido y Night City se ha convertido en una ciudad independiente. El único ámbito político (en el sentido institucional de la palabra) que encontramos en su historia es relativa a las elecciones a alcalde, pero incluso esa trama rápidamente nos muestra que los que tiran de los hilos de los políticos son las grandes corporaciones.

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Explicando tu vida

El paso del tiempo histórico

El tiempo historico es muy diferente al tiempo como lo vivimos las personas.

A priori, el tiempo es una magnitud objetiva que podemos contrastar simplemente mirando un reloj. Tic, tac, un segundo dura exactamente un segundo, y una hora lo que corresponde a sesenta minutos. Así, mientras nos mantengamos lejos de las naves espaciales, la velocidad luz y todas las cosas que la teoría de la relatividad demuestra que distorsionan el tiempo, podemos más o menos confiar en la predictabilidad del mismo.

Sin embargo, la realidad es que, aunque es una magnitud física muy previsible, no la vivimos de un modo tan claro y objetivo. Al contrario, la experiencia del tiempo es extremadamente subjetiva, así si nos divertimos el tiempo pasa muy rápido y si nos aburrimos lo hace despacio. No vivimos el tiempo como es, sino como lo sentimos, lo cual por ejemplo es muy visible cuando llega el solo de guitarra de una canción de rock, que da la sensación de que la canción es más rápida cuando no es el caso sino que simplemente se están dando más notas dentro de cada compás, no se ha alterado el tempo.

Esta percepción subjetiva del tiempo ha ido cambiando con las épocas. No se percibía y sentía igual el tiempo, por ejemplo, en la antigua Grecia (cuando creían que el tiempo era circular y no lineal) o en la Edad Media (cuando pensaban que el tiempo no cambiaba, simplemente llegaría algún día el fin del mundo). Al fin y al cabo, la misma idea de progreso social, la noción de trabajar en el presente para construir un futuro mejor, es un invento de la Ilustración, así que no tiene ni 500 años.

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Reflexiones personales

La muerte de la democracia

Franco y Hitler son historias muy distintas sobre cómo se produce la muerte de una democracia.
Franco y Hitler son historias muy distintas sobre cómo se produce la muerte de una democracia.

La imagen más habitual de cómo se produce la muerte de una democracia suele tener que ver con un general inspirado, que saca los tanques a las calles y da un golpe de estado. Ejemplos de esto hay numerosos, desde Franco en España a Pinochet en Chile. Sin embargo, aunque el final pueda ser por medios militares, la realidad es que esas democracias ya estaban heridas de gravedad antes de los eventos que llevaron a su final.

La democracia, como sistema, es al mismo tiempo muy fuerte y muy frágil, y ambas cosas por la misma razón: la legitimidad. La legitimidad, si lo resumimos mucho, es el conjunto de razones que llevan a que la población de un Estado acepte que el gobierno que tiene en un momento dado es válido y aceptable. Sea por motivos tradicionales o motivos legales, porque ha sido elegido por el pueblo o cualquier otra razón, la legitimidad es clave para todo sistema político si no se quiere estar enfrentando a continuas revueltas y disturbios.