Este es un tema sobre el que llevo queriendo hablar tiempo, especialmente desde el comienzo de la oleada actual de violencia, pero simplemente no he tenido la ocasión para sentarme a escribir al respecto. Y entonces viene John Oliver y su equipo, con su habitual brillantez y condensan muchas de las cosas que yo diría en un único clip que vale muchísimo la pena ver. Está en inglés, eso si, pero realmente es excepcionalmente bueno.
Tag: conflicto
Para llegar a la intersubjetividad, vamos a tener que dar un pequeño rodeo primero. Empecemos con la Realidad, así con mayúsculas. Dejemos de lado las complicaciones filosóficas que plantea la física cuántica en cuanto a la existencia de una Realidad y partamos del consenso de que existe. Aunque no haya nadie en las cercanías, nuestra cocina sigue estando ahí con sus muebles, herramientas y demás. La Realidad es objetiva, existe por si misma y siempre de la misma manera.
Pero los seres humanos no operamos en base a la realidad, sino a nuestra percepción de esa realidad. Dos personas ante un mismo cuadro, por ejemplo, tendrán experiencias distintas en base a si les gusta o no esa pintura: aunque la realidad es la misma (el cuadro) la percepción de la gente en torno a esa realidad no lo es. Cuestiones como los gustos estéticos modifican la percepción que cada persona tiene de la realidad, creando un espacio subjetivo.
Andor: Represión y rebelión
Andor, la nueva serie de Star Wars, toma la estela de Rogue One pero va mucho más allá de la misma. Se aleja de las grandes aventuras espaciales, de la Fuerza, de los personajes famosos y carismáticos, para contarnos una historia de gente cotidiana que se ven lanzados a un mundo brutal. Es una historia, en última instancia, sobre el poder de la opresión y la resistencia a la misma, dura y oscura como Star Wars no suele ser, donde el precio de las cosas nunca es barato ni lo que ocurre es blanco o negro. Es una serie inteligente, donde los personajes actuan con inteligencia pero además trata al espectador como alguien inteligente, capaz de seguir una historia lenta pero compleja, donde cada pieza va encajando con las demás progresivamente. Y está sustentada en unas interpretaciones brillantes y unos guiones espectaculares que hacen que una situación cotidiana como tres personas hablando en un salón se convierta en una escena extremadamente tensa por todo lo que está en juego, el contexto, lo que se dice y lo que se calla. Todo ello hace que sea especialmente interesante como análisis de nuestra realidad, del funcionamiento de nuestras sociedades y de las personas que en ellas viven.
A la hora de entender Andor, hay que empezar por el punto de partida: el tema central de la serie. Y, advertencia desde ya, en este post va a haber spoilers, así que recomiendo ver primero la serie para haceros vuestras propias ideas antes de leer las mías. Dicho lo cual, vamos al meollo, a esa galaxia muy muy lejana que, esta vez, se siente muy muy cercana.
Comportarse como Adultos
Comportarse como Adultos es una buena película/biografía que narra, desde el punto de vista de Varoufakis, su breve tiempo al frente del Ministerio de Finanzas griego tras la victoria de Syriza en las elecciones griegas. Una película que intenta convertir en un thriller económico lo que son multitud de reuniones burocráticas y discusiones a puerta cerrada, y logra generar tensión e interés con una historia que, desgraciadamente, todos sabemos cómo acaba. En el camino no solo logra crear un entretenimiento bien llevado aupado por muy buenas interpretaciones de sus actores, sino crear un discurso interesante sobre el funcionamiento de la Unión, los intereses cruzados de su interior, etc. Sesgado, sin duda, al estar basado en el punto de vista de Varoufakis sobre los hechos, pero no por eso menos valioso.
Y, a la hora de analizarla, debo empezar por aclarar que yo soy un europeísta convencido. Creo que la Unión es lo mejor que le ha pasado a Europa y la única vía real de salir de los problemas y retos que el futuro puede plantear, como está manifestando la actual crisis energética (como cambian las cosas cuando las que están en crisis son Alemania y Francia en lugar de Grecia o Portugal). A menudo, sin embargo, hace menos de lo que debería o llega tarde. Y, en el caso de la deuda griega, cometió una auténtica atrocidad que es probablemente una de las peores manchas negras de su historia.
Judicialización de la política
En el mundo actual, desde una punta al otro, cada vez es más fácil ver el modo en que la justicia (entendida como institución judicial, no como valor social en este caso) y la política van de la mano. Aunque usaré en este post los ejemplos de Trump en Estados Unidos y de la judicialización de la política en España, lo cierto es que es un fenómeno que va mucho más lejos.
El punto de partida de esta historia se encuentra en la manera en que se entiende en el presente la separación de poderes o, mejor dicho, la falta de la misma. En el siglo XVII y XVIII, cuando comenzaban las teorías que llevarían a las democracias modernas, una de las preocupaciones centrales de los filósofos de la época era el que el poder no se aglutinase en unas pocas manos, en un nuevo “rey”. La idea del mandato imperativo fue un paso importante aunque luego se deshiciese y pasase a constituirse el mandato representativo; y el otro de los principios centrales era la idea de la separación de poderes, que separaba en personas diferentes el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. La realidad que encontramos, sin embargo, es que la partitocracia es el sistema real que tenemos en el mundo actual, de modo que desde uno de los poderes se controlan todos los demás. En el caso español, los miembros del Tribunal Constitucional y el Supremo son nombrados, directa o indirectamente (a través del Consejo General del Poder Judicial) por el Congreso, que a su vez elige al Presidente del Gobierno, de modo que desde el Legislativo se controlan tanto el Ejecutivo como el Judicial. E incluso el cuarto poder, la prensa, se encuentra hoy en día alineada en sus líneas editoriales con ciertos partidos, como se ve claramente en la línea de Fox News en Estados Unidos. Así, el poder no está realmente en manos de la ciudadanía (la base de la democracia) sino en la de los partidos políticos que controlan las instituciones (de ahí que sea una partitocracia).
La muerte de la democracia
La imagen más habitual de cómo se produce la muerte de una democracia suele tener que ver con un general inspirado, que saca los tanques a las calles y da un golpe de estado. Ejemplos de esto hay numerosos, desde Franco en España a Pinochet en Chile. Sin embargo, aunque el final pueda ser por medios militares, la realidad es que esas democracias ya estaban heridas de gravedad antes de los eventos que llevaron a su final.
La democracia, como sistema, es al mismo tiempo muy fuerte y muy frágil, y ambas cosas por la misma razón: la legitimidad. La legitimidad, si lo resumimos mucho, es el conjunto de razones que llevan a que la población de un Estado acepte que el gobierno que tiene en un momento dado es válido y aceptable. Sea por motivos tradicionales o motivos legales, porque ha sido elegido por el pueblo o cualquier otra razón, la legitimidad es clave para todo sistema político si no se quiere estar enfrentando a continuas revueltas y disturbios.
La moción de censura de Vox
Estos días hemos asistido a lo que oficialmente es el intento por parte de Vox de derribar un gobierno y sustituirlo por otro, siguiendo los caminos democráticos para ello. En contra de lo que se dijo en su momento de golpismo y demás en torno a la moción de censura que pone fin al anterior gobierno popular, es una vía perfectamente válida y perfectamente democrática (al menos, si consideramos lo que tenemos una democracia y no la partitocracia que he defendido a menudo que es). Sin embargo, esta moción es extremadamente diferente a la anterior en el punto clave: el objetivo a alcanzar.
En España, la moción de censura es de caracter constructivo. Esto no significa que el debate tenga que ser civilizado o con ideas propositivas de caminos para mejorar, sino que lo que se vota es la sustitución de un gobierno por otro específico. En este caso, la sustitución del PSOE por Vox. Si se tratase de una moción que llevase simplemente a la convocatoria de nuevas elecciones, el análisis sería muy diferente, pero no es el caso.
El revisionismo histórico
La historia es un elemento vivo de nuestro presente. De hecho, muchos de los dichos comunes la incluyen de un modo u otro: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, “la historia la escriben los vencedores”, etc. Esto implica una cuestión central de la misma: que cuando miramos hacia atrás no lo hacemos de modo objetivo.
La razón de esto es que precisamente porque es en el presente cuando miramos hacia atrás, lo hacemos con una mirada condicionada por los prejuicios y nociones del presente, que busca en el pasado respuestas, ejemplos y casos que nos sean útiles ahora. Por ello, el revisionismo histórico es inevitable, es algo que no es ni de lejos nuevo y nos va a acompañar probablemente durante mucho tiempo.
La identidad de Inglaterra
Reino Unido sin duda se encuentra en la encrucijada. Un plan de brexit rechazado por el Parlamento, una moción de censura fallida contra Theresa May y ahora un plazo de menos de dos meses para conseguir algún tipo de acuerdo o salir a la fuerza… o plantearse un nuevo referendum para quedarse. Inglaterra se encuentra en la vorágine de esta situación, con una identidad partida en dos que debe encontrar una salida.
Si cogemos la política tradicional, el mundo se divide entre izquierda y derecha. Entre quienes quieren redistribuir la riqueza y un Estado intervencionista frente a aquellos que potenciarían la independencia y el conservadurismo en valores. En el caso de Inglaterra, a ambas corrientes les corresponden los dos principales partidos, los tories y los conservadores. Pero desde el siglo XXI, esa división izquierda/derecha ya no representa todo el espectro político, como se ve en todas partes: ahora hay otro eje adicional, el de la globalización frente a la antiglobalización.
Todo movimiento social es una colección enorme de gente esparcida por todo el mundo, que comparten una lucha por generar un cambio (o por evitar un cambio). Da igual que sea el movimiento antiglobalización, que el feminismo, que el antirracismo… al final, todos son enormes colecciones de gente que, en realidad, es muy variada. Lo cual implica que dentro de cada movimiento social hay numerosas corrientes distintas.
El movimiento antiglobalización (o por una globalización justa) incluye corrientes pacíficas y violentas (como el black-block); incluye grupos que quieren abolir el capitalismo global y otros que solo quieren reformarlo; incluye grupos en contra de toda idea de organización internacional (anarquistas por ejemplo) con otros que creen en organizaciones más justas. Y así, hasta el infinito.
Ayer terminé de ver Sense8 y, antes que nada, recordar que es una serie que merece muchísimo la pena por infinidad de razones. Una de las principales razones es por los valores que transmite y que tan bien se notan en sus numerosos discursos y diálogos entre personajes, como los que usé para ejemplificar el post sobre las indeterminaciones en la narrativa.
Si nos vamos al núcleo, Sense8 es una serie sobre el amor, no en vano el último capítulo se titula Amor Vincit Omnia. Pero no amor romántico adolescente de película, sino la diversidad de tipos infinitos de amor: romántico, de amistad, amor por la humanidad, etc. Y esto es lo que nos lleva al tema del post de hoy: tolerancia, diversidad y empatía.
Dicen que a la tercera va la vencida y así ha sido: tercera moción de censura a un gobierno en España y la primera exitosa. M. Rajoy ya ha dimitido como presidente del Partido Popular y se retira (en teoría) de la política, dejando un panorama desolador en buena medida del país, y un debate abierto y sangrante en torno a su sucesión. Sin embargo, en torno a esta moción de censura ha habido bastante debate, y corresponde aclarar unas cuantas cosas.
Primero, en España nunca se ha votado al Presidente del Gobierno, al menos no por la ciudadanía. Aunque las campañas a las Elecciones Generales se hacen en clave personalista de quien va a ser Presidente, la realidad es que lo que los ciudadanos votan es una composición de las cámaras, Congreso y Senado, que represente la diversidad del país (en teoría). Es en el Congreso donde se escoge al Presidente, que cuenta así con la mayoría del hemiciclo a su favor.
Coged la institución u organismo que queráis y encontraréis en su interior un cierto número de gente que quiere ascender en el mismo. Da igual que quieran subir de posición en el trabajo, oficiar en una diócesis más importante, o convertirse en la presidente del club de fans de un equipo de fútbol, hay gente que quiere ascender. Y la mayoría de organismos tienen una serie de baremos que deciden cuando alguien merece un ascenso, sea por antigüedad, por alcanzar una serie de metas del organismo, etc.
Por supuesto, todos conocemos de gente que ha ascendido sin cumplir los requisitos, simplemente por enchufe, por que se le deben favores, porque ha destruido a sus rivales o cualquier otra razón injusta que va al margen de los méritos reales.
Capitalismo y su historia (I)
Este post surge a raiz de leer el artículo que me pasó Juan Carlos Sánchez sobre el rescate a la banca en España y Estados Unidos. A raíz de ese artículo, he decidido dedicar unos cuantos posts ahora a analizar el sistema capitalista, empezando por el pasado, el próximo post será su presente y finalizaré con su colapso final.
Así que empecemos por el principio, ¿cuándo surgió el capitalismo? Tendemos a pensar que todo sistema económico basado en el intercambio y demás es capitalista porque es “como una compra” pero en realidad no es así. Los sistemas esclavistas de la antigüedad, por ejemplo, no eran capitalistas, igual que no lo era el sistema económico medieval basado en el trueque. El despegue del capitalismo se hace a la vez que aparece el Estado moderno, en el siglo XVI.
La guerra invisible
La guerra es algo curioso. Siempre crees que la verás venir, cabalgando a lomos del corcel cual Jinete del Apocalipsis. Llegará entre grandes fanfarrias, anunciadas por la caída de las bombas y el derrumbarse de los edificios. Que llegará con los efectos especiales que ves en el cine y claramente en dolby surround.
Pero raramente es así. La guerra entra silenciosa en tu vida, repta invisible hasta tu lecho mientras duermes y te susurra mentiras al oído. Mentiras que todos queremos creer. Como la culpa de un fracaso es de esto o de aquello, como la verdad sobre algo es esta o aquella, como esta ideología tiene la razón y aquella es un engaño… dulces palabras de odio que siempre encuentran terreno fértil en el corazón.