Todo movimiento social es una colección enorme de gente esparcida por todo el mundo, que comparten una lucha por generar un cambio (o por evitar un cambio). Da igual que sea el movimiento antiglobalización, que el feminismo, que el antirracismo… al final, todos son enormes colecciones de gente que, en realidad, es muy variada. Lo cual implica que dentro de cada movimiento social hay numerosas corrientes distintas.
El movimiento antiglobalización (o por una globalización justa) incluye corrientes pacíficas y violentas (como el black-block); incluye grupos que quieren abolir el capitalismo global y otros que solo quieren reformarlo; incluye grupos en contra de toda idea de organización internacional (anarquistas por ejemplo) con otros que creen en organizaciones más justas. Y así, hasta el infinito.
Y cada uno de estos colectivos intenta que su mensaje sea difundido y se extienda, como modo de conseguir que su ideología llegue a más gente. No solo compiten con otros movimientos sociales por la atención de los ciudadanos (especialmente con movimientos rivales, como son los pacifistas y el movimiento a favor de las armas), sino también entre las distintas corrientes internas.
Es aquí cuando llegamos a la parte del ruido. Con ruido no me refiero a que sus mensajes sean indescrifrables o no tengan contenido (a priori), sino simplemente a que se quieren hacer oír a gritos por encima de los demás. Aparecer en más búsquedas de google, ser más meméticos, salir en televisión o radio, campañas de publicidad… todo eso implica ganar visibilidad y la visibilidad implica alcanzar a más gente y difundir tu mensaje. Y esa es la base de un movimiento social.
Sin embargo, si que es cierto que a menudo, el mensaje si se convierte en ruido, porque no hablan las personas con más cabeza y que conocen mejor la ideología del movimiento, sino que las más difundidas suelen ser otras voces. Suele escucharse más la última burrada que haya dicho alguien, que la conferencia sesuda de una hora que ha dado otra persona en una universidad, por ejemplo. De ahí que el ruido, a menudo sea en efecto ruido, que además es proporcionado a menudo por los extremos, porque son los más fáciles de sacar de contexto y difundir para reirse de ellos, o porque sus demandas sean absurdas, o tengas consecuencias no demasiado lógicas.
Aquí es necesaria otra aclaración importante sobre los movimientos sociales: normalmente, ninguno de ellos está en realidad compuesto por una mayoría de gente que se ha estudiado el mensaje, lo ha analizado de modo crítico, ha visto los pros y los contras… al contrario, lo normal en todo movimiento social es que una buena parte de su base esté compuesta por gente que ha “comprado” el mensaje del movimiento en bloque y lo viste como una parte de su identidad. Así, una frase como “yo soy vegano” se convierte en un estilo de vida que va mucho más allá de una dieta y que se transforma en un modo de generar distinción y status frente a la gente que no lo es, especialmente en ciertos círculos; y para decir eso, en realidad no tienes que entender a fondo el mensaje del veganismo, sino que tienes que hacer mucho ruido difundiendo los cuatro slogans que te has aprendido y dando los cinco discursillos típicos.
El problema se da cuando la gente que más ruido hace son la gente que no ha estudiado realmente el mensaje, sino que se ha comprado el panfleto y lo repite todo el día. Entonces el mensaje a menudo se pierde, deformado bajo los gritos de mensajes que en el fondo están vacíos. Voy a poner un ejemplo que muestra esto, usando dos movimientos en los que yo creo profundamente.
Kingdom Come: Deliverance es un videojuego ambientado en la edad media, en la zona de Hungría y Baviera. Más allá de que sea mejor o peor juego, sociológicamente es muy interesante como descripción de la vida y sociedades de esa época y lugar. Sin embargo, es un juego profundamente sumido en la polémica porque desde ciertos sectores del feminismo principalmente y del movimiento antirracista se lo ha tildado de racista y machista. Es cierto, lo es: los personajes son todos blancos y las mujeres ocupan sin duda un lugar secundario en la sociedad y en el juego. Pero es que se trata de Bohemia en el siglo XIV, por suerte los Europeos aún no habíamos empezado a esclavizar en masa a la población africana, y sin duda la edad media era profundamente machista. Así que, en lugar de analizar el juego de un modo crítico, entendiendo lo mucho que la sociedad ha cambiado y lo mucho que hemos avanzado desde entonces, ciertos sectores se han echado encima de Bavra (el creador principal del juego) gritando sus consignas.
A esto me refiero con que los extremos hacen mucho ruido. Sin duda, no creo que el grueso del movimiento feminista o antirracista crea que hay que hacer un revisionismo histórico profundo para hacer periodos pasados más cercanos a nuestros ideales en el presente. Ya bastante hay de eso, no en vano en novelas como La Catedral del Mar encontramos básicamente a personajes modernos que en realidad se supone que son medievales, con discursos sobre la igualdad y demás… y aberraciones como Destino de Caballero, donde para colmo de colmos, la señal del herrero que hace la armadura pasa por ser el logo de Nike.
Revisar la historia no nos lleva a nada, fingir que la Edad Media no fue machista o racista es negar todo el avance que generaciones de personas han conseguido en esas luchas. Y sin embargo, han hecho suficiente ruido como para que Bavra por ejemplo cancelase su conferencia en España.
Sin duda, esto es un buen ejemplo de lo que es el núcleo de este post. No creo que la mayor parte del movimiento feminista o antirracista sea partidario de revisar la historia y adecuarla al presente. O monte escándalos porque alguien haga una buena descripción de cómo era el siglo XV, con todo lo bueno y malo que ello implica. Son los extremos los que hacen ese tipo de iniciativas, en base a un entendimiento simplón, basado en slogans, de lo que es el mensaje del feminismo, que sin duda es mucho más rico y complejo que eso.
Y sin embargo, como hacen tanto ruido, luego otros medios replican las polémicas generadas, se saca de contexto sus palabras, etc. en un proceso muy activo de deslegitimación de un mensaje mucho más amplio, en base al extremo llevado al ridículo. Con lo cual, la respuesta es igual de extrema y carente de base, igual de ruidosa, e igual de inútil para la sociedad.
Los movimientos sociales y las ideologías son, todas ellas, mucho más ricas y profundas de lo que inicialmente creemos. Incluso aquellas con las que no estoy de acuerdo. Pero la mayoría de sus integrantes no suelen pararse a pensar en sus mensajes de modo crítico, cayendo en slogans y simplificaciones que en nada ayudan a crear opinión favorable al movimiento. Repetir veinte veces los mismos panfletos no va hacer cambiar a nadie de opinión, mientras que desgranar con interés y profundida por qué un cambio es necesario si puede lograrlo. Lo contrario convierte a la gente en panfletos, en arquetipos, en muñecos previsibles, y eso no creo que sea de mucho beneficio más allá de que se hable del tema porque otra persona ha soltado un mensaje ridículo desde la ideología X y le ha replicado otro absurdo desde la opuesta.
Somos más que simples repeticiones de las ideas clave. Y como personas interesadas en un tema, en una ideología, nos debemos a nosotros mismos y a los demás el no dar por sentado lo que esta afirma, sino analizarlo con perspectiva crítica, entenderlo, aprender y mejorarlo. Solo así podremos realmente hacer avanzar a una ideología, esparcirla más allá de gritar “Marx dijo esto” o cualquier otra consigna masivamente expandida. Porque, al final, eso solo hace ruido en lo que debería ser uno de los debates centrales de toda sociedad: quienes somos, y quienes queremos ser.
Costán Sequeiros Bruna
Y tú, ¿qué opinas de esto?