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Luchas intestinas en los partidos políticos

PartidosCoged la institución u organismo que queráis y encontraréis en su interior un cierto número de gente que quiere ascender en el mismo. Da igual que quieran subir de posición en el trabajo, oficiar en una diócesis más importante, o convertirse en la presidente del club de fans de un equipo de fútbol, hay gente que quiere ascender. Y la mayoría de organismos tienen una serie de baremos que deciden cuando alguien merece un ascenso, sea por antigüedad, por alcanzar una serie de metas del organismo, etc.

Por supuesto, todos conocemos de gente que ha ascendido sin cumplir los requisitos, simplemente por enchufe, por que se le deben favores, porque ha destruido a sus rivales o cualquier otra razón injusta que va al margen de los méritos reales.

Ahora, imaginad un organismo que no tiene baremos objetivos de ningún tipo para medir cuando alguien merece ascender. En una institución así, lo único que quedaría es el enfrentamiento entre sus miembros por toda suerte de mecanismos externos como favores y demás, ya que no hay una guía real sobre el camino de ascenso. Ese organismo son los partidos políticos.

El único baremo objetivo del éxito de cualquier político es su capacidad para atraer votos en sus elecciones. Y, sin embargo, el 90 % de los políticos no hacen ese trabajo en ningún momento, sino que son personas que están en las distintas listas pero no las encabezan, no dan meetings, ni nada por el estilo. De tal modo que les es imposible demostrar su eficacia al partido en términos democráticos, que sería lo lógico, dado que las cabezas de las listas son otras y no están dispuestas a abandonar sus correspondientes tronos.

Por tanto, a nadie le debería sorprender que Bescansa se desmarcase de Podemos, intentase dar un golpe en la mesa al trono de Errejón y colocarse en su sitio. O que los del PP corran raudos a cerrar filas en torno a Cifuentes intentando que ella no empiece a desenterrar los cadáveres que conoce sobre todos ellos acumulada a lo largo de los años (y, aparentemente, ya comienza ese camino visto que ha empezado a arremeter contra la ciudad de la justicia de Aguirre). Y así con tantos otros ejemplos.

partidosLas peleas intestinas es lo que marca el funcionamiento habitual de un partido político en un entorno donde se votan no a las personas, sino a listas cerradas. Donde todo el peso del partido en su conjunto recae en unas pocas de sus figuras más o menos visibles, en lugar de repartirse entre todos integrantes. Donde no importan los afiliados y las bases, sino que solo importan las decisiones que toman aquellos que ya tienen tronos, pues son los que pueden nombrar al resto de cargos… hasta que alguien cometa un regicidio, vacíe el trono y se coloque en él, como intentó Susana Díaz con Sánchez no hace tanto.

Teniendo en cuenta que vivimos en una partitocracia, donde los partidos son libres de escoger a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, donde no hay una diferencia real entre el ejecutivo y la mayoría en el Congreso, donde incluso las líneas editoriales de los medios de comunicación son proclives a apoyar a unos o a otros, este mecanismo de guerra interna permanente es especialmente perjudicial para la maltrecha democracia que se supone que tenemos. Y eso no incluyendo que vivimos en una democracia de mandato representativo, en vez de imperativo, lo cual implica que los partidos pueden votar lo que les que quieren independientemente de que haya ido o no en el programa votado por los ciudadanos; que la disciplina de voto del partido garantiza que en muy contadas excepciones (y con multas formales o informales) los políticos puedan votar lo que ellos creen en lugar de lo que el partido mande; y que el Jefe del Estado no ha sido votado por nadie, sino que heredó una corona.

Todo eso junto hace que la calidad de la democracia española, y de buena part del mundo que no es cosa solo de este país, sea de una calidad muy baja. Basada en los conflictos sucios y rastreros en el interior de unas de las instituciones más opacas de toda la sociedad (los partidos políticos), que prefieren guardar sus esqueletos y fantasmas en lugar de abrirse con transparencia al escrutinio de los ciudadanos. Y que lo hacen sabiendo que esto favorece que se corrompan sus miembros, y que sus luchas intestinas no se basen en lo que es mejor para el partido (¡ya no digo nada de lo mejor para el país!) sino en la capacidad de unos y otros para manipularse, deberse y cobrarse favores, guardar secretos de los demás, etc. Una élite política que, sin sorpresas, se echa las manos a la cabeza cada vez que se habla de consulta popular o referendum, porque implicaría que por una vez la ciudadanía realmente iba a votar algo de importancia, en lugar de dejar que lo decidan ellos en base a sus intereses opacos.

partidosAsí que, que no os extrañe que en la televisión los políticos estén todo el rato en sus trifulcas internas, que si este apoya a este o quiere suceder a aquel. Es lo normal: son una élite corrupta, que maneja un sistema que ellos mismos han corrompido, de la única forma que saben (a puñaladas por la espalda y sonrisas falsas de frente).

No en vano, la democracia está de vacaciones, y solo viene a trabajar una vez cada cuatro años.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de las luchas intestinas de los partidos políticos?

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