Para llegar a la intersubjetividad, vamos a tener que dar un pequeño rodeo primero. Empecemos con la Realidad, así con mayúsculas. Dejemos de lado las complicaciones filosóficas que plantea la física cuántica en cuanto a la existencia de una Realidad y partamos del consenso de que existe. Aunque no haya nadie en las cercanías, nuestra cocina sigue estando ahí con sus muebles, herramientas y demás. La Realidad es objetiva, existe por si misma y siempre de la misma manera.
Pero los seres humanos no operamos en base a la realidad, sino a nuestra percepción de esa realidad. Dos personas ante un mismo cuadro, por ejemplo, tendrán experiencias distintas en base a si les gusta o no esa pintura: aunque la realidad es la misma (el cuadro) la percepción de la gente en torno a esa realidad no lo es. Cuestiones como los gustos estéticos modifican la percepción que cada persona tiene de la realidad, creando un espacio subjetivo.