El poder es una cuestión central para entender y construir una sociedad y, como ellas, ha ido evolucionando con el tiempo. Aunque es una cuestión que ya he expuesto en otro post, hoy voy a darle una vuelta de tuerca en otra de sus dimensiones: no la evolución de los poderes institucionales si no del modo en que los gobiernos han ejercido ese poder sobre la sociedad y sus habitantes.
Para ello en principio hay que diferenciar entre distintos tipos de poder y, para ello, usaré la clasificación de Kupchan que divide el poder en cuatro tipos distintos, según el modo en que se ejercen.
El primero de los cuatro es el más clásico como definición de poder y se trata del coactivo, es el poder que nos obliga a hacer algo por medio de la fuerza. Es el poder más fácil de usar sin lugar a dudas a una escala social y, por ello, desde una perspectiva histórica, es el poder que primero apareció y el predominante durante buena parte de la narración que ha sido el cambio de nuestras sociedades. Así, desde el hombre más fuerte que su vecino, el poder coactivo ha tomado muchas formas y, a medida que las sociedades crecían, se transformó en policía que salvaguardaba unas leyes y te castigaba si las incumplías, en prisiones, en ejecuciones, etc.