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Ocio

Comportarse como Adultos

Portada de la película Comportarse como Adultos.
Comportarse como Adultos narra el momento más oscuro de la historia de la Unión Europea: cuando traicionó a Grecia.

Comportarse como Adultos es una buena película/biografía que narra, desde el punto de vista de Varoufakis, su breve tiempo al frente del Ministerio de Finanzas griego tras la victoria de Syriza en las elecciones griegas. Una película que intenta convertir en un thriller económico lo que son multitud de reuniones burocráticas y discusiones a puerta cerrada, y logra generar tensión e interés con una historia que, desgraciadamente, todos sabemos cómo acaba. En el camino no solo logra crear un entretenimiento bien llevado aupado por muy buenas interpretaciones de sus actores, sino crear un discurso interesante sobre el funcionamiento de la Unión, los intereses cruzados de su interior, etc. Sesgado, sin duda, al estar basado en el punto de vista de Varoufakis sobre los hechos, pero no por eso menos valioso.

Y, a la hora de analizarla, debo empezar por aclarar que yo soy un europeísta convencido. Creo que la Unión es lo mejor que le ha pasado a Europa y la única vía real de salir de los problemas y retos que el futuro puede plantear, como está manifestando la actual crisis energética (como cambian las cosas cuando las que están en crisis son Alemania y Francia en lugar de Grecia o Portugal). A menudo, sin embargo, hace menos de lo que debería o llega tarde. Y, en el caso de la deuda griega, cometió una auténtica atrocidad que es probablemente una de las peores manchas negras de su historia.

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Sociología

¿Por qué es necesario regular el mercado?

Imagen del embalse de Ricobayo, con el agua muy por debajo de los niveles donde debería estar. Ejemplo claro de la necesidad de regular el mercado energético.
Embalse de Ricobayo (Zamora) tras ser vaciado en agosto de 2021, ejemplo de la necesidad de regular el mercado energético.

Vamos a empezar por una historia, una reciente que seguro que todos recordáis. Es 2021 y por todo lo del COVID, los problemas de suministros, etc. el precio de la electricidad se está disparando. El que impulsa al alza de precios es el precio del gas, y por cómo funcionaban las cosas por entonces, se pagaba toda la electricidad al precio de la más cara que se comprase. Viendo enormes beneficios en producir más electricidad barata, muchos embalses fueron vaciados para producir hidroelectricidad, mucho más barata que la del gas y, por tanto, con mayor margen de beneficio. Si avanzamos un año, tenemos cambios en el mercado eléctrico y su funcionamiento por intervención europea (la exención de la península) y crecientes discusiones sobre la necesidad de crear un modelo distinto que pueda regular el mercado energético europeo. ¿Y qué más? Un problema de sequías con algunas zonas gallegas (región conocida históricamente por su lluvia) sin agua corriente. Un problema que, sin duda, embalses llenos habrían ayudado a evitar.

Este es uno de los infinitos ejemplos de cómo las empresas no se saben autorregular sino que, sistemáticamente, buscan aumentar sus beneficios lo máximo posible. Los neoliberales dirán que eso se soluciona con la mano invisible, con el impacto de la competencia en el mercado, donde otra empresa ofreciendo el mismo servicio a un precio más bajo hace que los precios se acerquen al punto de equilibrio de oferta y demanda. Y que cuando el Estado entra a regular el mercado, lo que hace es crear irregularidades, distorsiones y otros problemas importantísimos. Desgraciadamente, no es más que una ficción.

Imaginemos que se inventa ahora el Zincoplasto, y yo he montado una empresa exitosa que lo vende. Un producto nuevo, innovador y arriesgado atrae la atención de diversos productores y se establecen varias empresas que me hacen la competencia. Pero, como a mi me va bastante bien, lo que más me compensa es no invertir en inversión y desarrollo, o reducir precios, sino usar el valor de marca para que se paguen mis productos al elevado precio que quiero, y para eso invierto en publicidad. Esto me trae buenos beneficios pero mi competencia también lo hace, así que el siguiente paso natural es o bien comprar a la competencia o bien fusionarme con ella. Esta es la historia de casi cualquier campo de mercado, y a medida que estas empresas crecen y ocupan todo el mercado, se vuelve cada vez más caro y difícil para empresas nuevas entrar a competir en el mismo.

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Reflexiones personales

El Estado de Bienestar lo pagan las clases bajas y medias

Fotografía de Otto von Bismarck.
Bismarck es el padre del Estado de Bienestar moderno.

Viajemos en nuestra máquina del tiempo un algo más de un siglo hacia atrás, con el surgimiento del Estado del Bienestar en Alemania durante el gobierno de Bismarck. Hubo precedentes, sin duda, en otros tiempos y países, pero se considera las políticas de Bismarck como el comienzo del Estado de Bienestar moderno. La idea era que, mediante impuestos, el Estado proveyese de una serie de condiciones de vida mínimas a todos los habitantes, garantizando a cambio con ello una cierta paz social.

Si pasamos las décadas debajo nuestra con rapidez veremos que el Estado del Bienestar se extendió con rapidez, especialmente por Europa, pero también Estados Unidos y otros sitios juguetearon con él en forma de Keynesianismo y otras políticas económicas donde el Estado interviene en economía activamente. Los Estados fueron creciendo con este aumento de impuestos pero también de servicios, creándose sistemas nacionales de sanidad, educación, seguridad, etc. y requiriendo mayores gastos del Estado que se traducían en nuevos modos de recaudación. Pero cada triunfo en estas décadas forzaba una mayor redistribución de la riqueza garantizando una mejor vida para las clases bajas y medias, menor desigualdad y mayores oportunidades… para los que menos tenían, no para los que más.

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Actualidad El mundo

¿Por qué Rusia invade Ucrania?

Imagen del Kremlin al atardecer
El Kremlin es una de las mejores representaciones del pasado y presente de Rusia.

Para entender el presente, como a menudo ocurre, hay que echar un vistazo al pasado. Rusia tiene una larga tradición autoritaria, al fin y al cabo durante buena parte de su historia (desde Iván el Terrible en el siglo XVI) ha estado dominada por zares. El régimen zarista sería destruido en 1917 con los levantamientos de la Revolución Roja que seguían una interpretación “marxista” pasada por los ojos de los avanzados rusos, especialmente Lenin y Stalin. Y una de las cosas importantes de esta modificación de la visión original marxista es que abole la idea de que todo el mundo es igual, para instalar la “vanguardia del proletariado”, que a efectos prácticos se transforma en el aparatchik soviético: una serie de presidentes soviéticos elegidos por sus propios órganos (como ocurre aún en China) que consolidaron una burocracia y un aparato estatal por encima de la igualdad. A su forma, una nueva forma de zarismo.

El régimen soviético es destruido dos años después de la caída del Muro de Berlín, cuando Boris Yeltsin ataca la Duma (el Parlamento) con tanques y destruye la URSS. Eso abre un periodo “democrático” que oficialmente dura hasta el presente, que durante su etapa temprana se caracterizó por la masiva privatización de todo lo que el enorme Estado soviético consideraba propio. Esta privatización creó una nueva clase social, los oligarcas, que se hicieron con la industria y los recursos rusos y los explotaron para su propio beneficio, mientras Rusia como conjunto se volvía capitalista a marchas forzadas, con una población base que nada sabía de capitalismo. Y a Yeltsin, a partir de 1999, le sucedería Putin que ha permanecido en el poder desde entonces (con un breve intervalo de Medvedev para hacer que parezca que cumplen con la Constitución rusa y sus limitaciones de mandatos). A grandes rasgos, especialmente con el paso de los años de gobierno de Putin, Rusia ha vuelto a ser un estado autoritario.

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Reflexiones personales

La rentabilidad de las empresas públicas

Imagen alegórica de la rentabilidad de las empresas.
La rentabilidad de las empresas públicas se encuentra siempre en entredicho por cuestión de valores, no de hechos.

Hablar de la rentabilidad de las empresas públicas requiere, antes que nada, hacer una primera aclaración sobre la historia del concepto. En este caso, lo que importa es tener en cuenta que, como Mariana Mazzucatto explica perfectamente, todas estas cuestiones son, ante todo, una cuestión de ideología. La economía no tiene una respuesta “científica y objetiva” sobre multitud de elementos de la misma, sino que sus diversas teorías enfrentadas (desde el keynesianismo al neoliberalismo y, por supuesto, también las más antiguas) se sostienen sobre una percepción ideológica de la realidad, que se usa como punto de partida a la hora de estudiar la economía y asesorar en una dirección u otra.

¿Por qué he dicho esto? Porque lo primero que debemos tener en cuenta es que rentabilidad es un término económico y, por tanto, cargado de ideología. Rentabilidad tiene diversas definiciones, pero en última instancia, es una relación entre lo que algo cuesta y los ingresos que genera. Una empresa económicamente rentable es aquella que tiene más ingresos que costes, con lo que genera beneficios; una inversión rentable es la que se revaloriza, de modo que pasa a valer más de lo que costó y genera con ello beneficios para su propietario. Y así con todo.

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Biblioteca

Discursos sociales en Cyberpunk 2077

Portada del artículo "Discursos Sociales en Cyberpunk 2077"
Portada del artículo “Discursos sociales en Cyberpunk 2077”

Hoy comparto con vosotros el último artículo que nos han publicado a Héctor Puente, Marta Fernández y a mi, en este caso Discursos Sociales en Cyberpunk 2077: un estudio de caso de los debates sociopolíticos de la comunidad de videojugadores en Youtube desde las humanidades digitales, publicado en la Revista de Humanidades Digitales. El proceso de publicarlo ha sido arduo y complicado por numerosas razones, ¡pero finalmente está listo!

En el artículo lo que discutimos son los hallazgos que hemos hecho scrappeando Youtube y analizando sistemáticamente los comentarios dejados por los jugadores así como los contenidos originales de los videos creados por la comunidad. No estábamos buscando cosas de jugabilidad o bugs en Cyberpunk 2077, sino que nos centramos en las cuestiones sociales y cómo son percibidos esos discursos por los jugadores, divididos principalmente en dos bloques: transhumanismo y cuestiones de género, y economía y política. Y los hallazgos creemos que dan una buena perspectiva del modo en que la comunidad analiza los contenidos que juega y cómo, a menudo, producen un análisis que para nada se queda en la superficialidad sino que a menudo puede llegar bastante profundo.

Si queréis leer el artículo completo, lo tenéis disponible:

Revista de Humanidades Digitales

Academia

Costán Sequeiros Bruna

Si lo has leído, o has jugado al juego, ¿a ti qué te ha parecido?

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Libros

El Valor de las Cosas

Portada del Valor de las Cosas, donde ya se deja claro el tema central del libro.
Portada del Valor de las Cosas, donde ya se deja claro el tema central del libro.

El Valor de las Cosas es un fenomenal libro de Mariana Mazzucato, catedrática de economía en el University College de Londres. Es un libro que sin duda me ha impactado mucho, entre otras cosas porque me ha permitido terminar de poner en su lugar mis ideas sobre la sociedad de narradores de la que hablaba hace un par de meses. Entonces, ¿de qué trata el Valor de las Cosas?

El punto de partida es la historia del pensamiento económico en torno a una cosa en concreto: ¿qué considera una sociedad, en términos económicos, como valioso? ¿Qué actividades son generadoras de valor y cuales lo extraen de la sociedad? Este punto de partida ya es controvertido e interesante porque, como Mazzucato señala desde el principio, aunque la cuestión del valor formaba parte central del pensamiento económico clásico ha ido desapareciendo a partir del auge de los marginalistas y el neoliberalismo a partir, especialmente, de los años 70. Entonces, para plantear este debate, Mazzucato recorre la historia del pensamiento económico desde los primeros economistas a los clásicos como Adam Smith, Marx o Keynes. Todas las escuelas y pensamientos son abordados, mostrando cómo con el paso de los años la narrativa de lo que es el valor va cambiando.

Y es que, al principio, lo que se consideraba generador de valor era lo que estaba directamente relacionado con la generación de bienes: el trabajo, en especial el trabajo agrícola que permitía a la sociedad crecer y comer. En contraposición surgía la idea de las rentas, que consisten en extraer valor de la sociedad por medio de actividades que generan dinero pero no valor por si mismo, un problema central antiguamente donde los grandes terratenientes vivían de los alquileres del campo sin hacer nada socialmente útil por si mismos. Este punto de vista va evolucionando con el tiempo, hasta surgir otros pensamientos como el marxista, donde el valor surge en el proceso económico capitalista dando lugar a la plusvalía, dando un marco social y estructural más amplio a las connotaciones de los economistas clásicos. O la visión keynesiana de intervencionismo en economía, donde el valor surge de la capacidad de la economía para mejorar la vida de las personas, normalmente por medio de la inversión estatal que estimula el crecimiento económico.

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Actualidad

Los impuestos, el Estado y los ciudadanos

Imagen que muestra una figura del Estado y una bolsa impuestos sobre una balanza.
El Estado y los impuestos van de la mano desde el principio.

Estaba viendo las noticias tanto ayer (con el programa de Salvados sobre la luz) como en Euronews cuando hablaban de la reciente aprobación por parte del G-20 del impuesto mínimo global del 15% y creo que es hora de retomar este tema del cual ya había hablado en el pasado. Empecemos por tanto por el principio, con una pequeña historia de cómo los impuestos han llegado a como son ahora y por qué son centrales en la existencia mínima del Estado. Así que, érase una vez…

En concreto, una vez que tenía lugar durante la Edad Media, por no irnos más atrás. En ese momento histórico aún no existían los impuestos como los conocemos hoy en día, sino que lo que existía era el hecho de que la nobleza y la iglesia cobraban rentas de los campesinos por trabajar sus tierras. Los diezmos garantizaban así que ambas clases sociales podían vivir sin necesidad de trabajar realmente, porque eran los campesinos libres, los gremiales y los siervos los que cubrían sus necesidades económicas. Pero si avanzamos el reloj vemos que todo ello cambia con la llegada del Renacimiento. Los reinos medievales eran locales y pequeños, estaban divididos entre condados y ducados, enormemente rurales y descentralizados. La llegada del Renacimiento cambió eso, cuando España inicia la creación del primer Estado moderno y su centralización, primero con los Reyes Católicos y posteriormente con sus hijos. Y una de las necesidades básicas para imponer el control centralizado del Estado era la capacidad económica y la otra la militar. Y es que, durante la Edad Media no existía un ejército “del Estado” sino que cada señor feudal tenía su propio ejército y los ponía (o no) al servicio de sus señores según se terciaban las alianzas y las enemistades. Pero la aparición de los Tercios cambia eso, cuando los reyes españoles instituyen un ejército centralizado bajo control real… un ejército que necesita su soldada (sus sueldos) para hacer su trabajo porque era un ejército profesional. Y del otro lado, en Flandes, por ejemplo, la defensa holandesa contra los españoles se basaba en la contratación de mercenarios por parte de las ciudades, para lo cual necesitaban impuestos comunes a sus comerciantes para poder sufragar esos ejércitos. Y así, porque hay que pagar espadas y cañones, es como surgió la necesidad de los impuestos y estos se encuentran en el centro del funcionamiento de todos los Estados. Sin ellos, el Gran Capitán no habría podido hacer sus famosas cuentas que le permitían “disparar con pólvora del Rey”.

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Reflexiones personales

Una sociedad de narradores

Imagen explicativa de lo que es un narrador en un cuento
El narrador cuenta la historia del mundo a todos los que escuchan

Desde las ciencias sociales a menudo se han propuesto distintas teorías para intentar entender el mundo en que vivimos y tratar de identificar sus dinámicas principales. Desde la economía se ha llamado al mundo actual una sociedad neoliberal, o de capitalismo tardío. En sociología se la ha llamado la sociedad de la información, donde el centro de todo es el uso y manejo de la susodicha. También se la ha llamado la sociedad del riesgo, acentuando cómo las acciones en el presente a menudo se basan en tratar de prevenir problemas futuros. O se ha dicho que es una sociedad líquida, donde lo que predomina es el cambio y la desaparición de estructuras sólidas. Se ha hablado de sociedades de civilizaciones en choque, de sociedades que han llegado al final de la historia y se preparan ya para el final de la ideología, y al contrario, de sociedades de fuertes valores ideológicos en conflicto. Y muchas más. Hoy voy a proponer quizás una aproximación más micro, la de una sociedad de narradores, de cuentacuentos.

Pero empecemos por el principio. En el pasado ya he hablado sobre cómo la sociedad es intersubjetiva, debido a que no existe una realidad objetiva que todo el mundo vea. Al contrario, cada persona ve el mundo de un modo, su subjetividad. Allá donde los puntos de vista de mucha gente coincide surgen acuerdos sociales y culturas organizadas en torno a esas ideas, que definen que esa sociedad es de tal modo, o que tiene esos valores. Entonces esas subjetividades crean una serie de puntos en común sobre los que asientan esa intersubjetividad, esa percepción compartida de lo que es el mundo en el que viven. Y luego las subculturas lo que vienen es a crear variaciones internas de esos acuerdos, enfatizando ciertos valores, debilitando otros, etc.

Es aquí donde entra la visión del poder de Foucault, cuando dice que el biopoder (el tipo de poder dominante en la actualidad) se basa no en el castigo y la represión sino en la creación de identidades. Nos enseñan a pensar y a sentir de ciertos modos a través de la educación (desde la familia, al colegio, etc.) y, con eso, improntan nuestras identidades para hacernos ver el mundo de cierto modo, acorde en principio con la cultura en la que vivimos. El biopoder se basa así en esa gestión de los sueños, los deseos, etc. que tiene la gente, y en la gestión de los modos legítimos de alcanzar esos sueños. Y aquí podemos apoyarnos en Merton, cuando habla de la desviación en sociedad. Él dice que la sociedad fija unos objetivos para ser una persona “exitosa” en sociedad, y establece unos mecanismos para llegar a ellos. En el momento en que aceptamos esos fines y esos caminos nos conformamos a la sociedad, mientras que aquellos que aceptan unos y no los otros, o no aceptan ningunos, son desviados. Por tanto, vivimos en un mundo donde el poder establece nuestras identidades y donde se define como desviados a aquellos que no siguen las vías establecidas para llevar una “buena vida”.

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Ocio

Detroit: Become Human, un análisis social

Carátula de Detroit: Become Human
Detroit: Become Human tiene un poderoso discurso sobre el cambio social y la opresión.

Detroit: Become Human es un gran juego de toma de decisiones, una experiencia cinematográfica donde el jugador tiene que escoger y decidir en cuestiones muy interesantes sobre las que vale la pena reflexionar. Elementos como la filosofía, la identidad, la confianza, el amor, los sentimientos, el miedo… en resumen, como dice el propio subtítulo del juego, lo que nos hace ser humanos. Y nos lo hace vivir desde el otro lado del telón, desde el colectivo que, en el universo del juego, teóricamente no tiene nada de todo eso: los androides.

Pero, más allá de su buen guión, de los momentos dramáticos y de tensión, de la buenísima banda sonora o el excelente trabajo de los actores, Detroit: Become Human plantea algunas cuestiones sociológicas y sociales muy interesantes, sobre las que vamos a hablar aquí. Y sobre las que vale la pena jugarlo para enfrentarse “dentro de la piel de los personajes” a esos puntos y conflictos.

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Reflexiones personales

Progreso, la idea en el centro del mundo

Imagen de la revolución francesa, momento clave para el desarrollo del concepto de progreso.
El progreso es una idea central del siglo XVIII y desde entonces, presente en todas las grandes revoluciones

Aunque parezca muy obvia hoy en día, la idea de progreso no nos ha acompañado demasiado tiempo en términos históricos. Al contrario, el concepto de progreso fue inventado a lo largo del siglo XVIII, cuando la Ilustración cambió el modo en que se entendía la vida y la sociedad. En la Edad Media, por ejemplo, se entendía el tiempo en términos estancos, estábamos atados a este valle de lágrimas hasta que finalmente llegase el Fin del Mundo. Los griegos lo entendía en términos de decadencia circular, desde la era de oro de los dioses, a la de plata de los héroes, a la de bronce en la que vivían ellos. Sin embargo, a partir de que el ser humano se ponga en el centro de las cosas en el Renacimiento, la idea de que las cosas pueden cambiar fue surgiendo y para la Ilustración, se colocó en el centro de muchas de las ideologías novedosas, desde la lucha liberal contra la opresión a la idea de derechos inalienables de las personas en jurisprudencia o la creación de la misma idea de la democracia moderna.

La idea de progreso se sostiene sobre dos pilares muy distintos y complementarios. El primero de ellos es la idea de progreso como avance que nos permite llegar a donde nunca antes habíamos llegado. Poner un hombre en la Luna fue un reflejo de esta visión del progreso, que permite que la humanidad vaya más allá de sus límites.

En este sentido, la clave del progreso es el avance tecnológico. La clave para llevar a una persona a donde ninguna ha llegado es precisamente desarrollar los inventos y tecnologías necesarios para que los límites que lo ataban cambien de sitio, se vayan más lejos. No se puede llegar a la Luna sin inventar el cohete espacial, los ordenadores, desarrollar la astrofísica, etc. Nuevos conocimientos e inventos se combinan a lo largo de los años para ir cambiando la sociedad en la que vivimos, permitiéndonos hacer cosas que antes hubieran sido imposibles. Cuando se inventó y empezó a difundirse el teléfono móvil, por ejemplo, era algo carísimo y limitado en sus funcionalidades, en aquellos tiempos difícilmente podrías explicarles a las personas cómo sería el mundo unas pocas décadas después con los smart phone, internet y que todo el mundo tenga uno o más dispositivos.

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Reflexiones personales

Riqueza, impuestos y desigualdad: neoliberalismo a examen

Impuestos, explotación y riqueza de los ricos.
Los impuestos y la relación con el bienestar social.

Hacía tiempo que no me encontraba de cara con el argumento neoliberal clásico, pero hoy lo he hecho porque Diego Davila dejó un interesante comentario al respecto en la página de facebook. Allí ya le respondí en versión abreviada, pero la verdad es que es un tema que merece un post completo para analizar el discurso, sus errores y aciertos. Lo que muestra y lo que oculta, y la tergiversación clave de lo que son los impuestos y la igualdad social. Entonces vamos a comenzar por reproducir su comentario, en respuesta a este link, porque así tenemos una base sobre la que partir.

A menos impuestos. más empresas y mas ricos, a mas empresas y mas ricos, mas puestos de trabajo, mas trabajo mas dinero, mas dinero mas bienestar social.

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Reflexiones personales

La necesidad de formación permanente

Los ciclos de actividad económica requieren una formación continua.
La economía cambia a toda velocidad, demandando formación continua.

El mundo avanza a una velocidad apabullante. Durante milenios, la economía se basaba en lo que hoy en día llamamos el sector primario: agricultura, ganadería, pesca… A partir del Renacimiento y, sobre todo, desde la Revolución Industrial el sector primario dejó de ser el centro para ser suplantado por el sector secundario: la industria. Para mediados del siglo XX ya dominaba el terciario (servicios) y para finales de ese siglo ya estábamos transitando hacia el cuarto (la información) como anunció Castells. El primer sector dominó durante milenios, el segundo principalmente siglo y poco, el tercero unas pocas décadas… el mundo cambia a toda velocidad.

Y es aquí donde entra la necesidad de formación permanente. En buena parte del siglo XX se impuso la idea de que había que formarse, que podíamos estudiar una carrera y luego viviríamos bien. Sobre esto se articuló la promesa de que si estudiábamos viviríamos mejor que nuestros padres, que estudiar era una sólida inversión de futuro. Cuando terminases la carrera tendrías un título y una formacion lista para una vida de trabajo estable y bien remunerado.

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Reflexiones personales

¿Interés público o privado? La campaña contra las falsificaciones

La campaña del Ayuntamiento de Madrid contra las falsificaciones disimula los intereses que realmente tiene.
La campaña del Ayuntamiento de Madrid contra las falsificaciones disimula los intereses que realmente tiene.

Iba el otro día caminando hacia la escuela donde doy clases cuando me crucé con una marquesina que tenía uno de los anuncios de la campaña del vídeo, en contra de la compra de falsificaciones. En el momento iba con prisas y no me pude parar, pero me quedé dándole vueltas a la cantidad de cosas que están mal en esa campaña, en la cual claramente se pasan como públicos lo que en realidad son intereses privados.

El foco de la campaña está puesto en tres asuntos concretos: salud, economía/hacienda y empleo. Es una campaña del Ayuntamiento de Madrid (actualmente en manos del PP) lo cual implica que se entiende que los tres elementos se entienden como bienes de interés público. Y eso, en las tres dimensiones, es como mínimo discutible. Veamos por puntos los argumentos que se esgrimen, y cómo ellos disfrazan la realidad.

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Reflexiones personales

El ascensor social no funciona

La promesa del ascensor social
La promesa del ascensor social

Hace muchos años, desde finales de la dictadura pero sobretodo con la llegada de la democracia, el crecimiento económico español era muy fuerte. Un crecimiento que aupaba a las clases bajas y medias en el ascensor social hacia una calidad de vida mejor, basada sobre el hecho de que la tarta de ganancias crecía y por tanto salía más a repartir. Políticas socialistas y redistributivas consolidaron temporalmente esto, fortaleciendo con ello una promesa central con la que mi generación ha crecido y que ha guiado las acciones de muchas de las personas de la generación que me precede: que viviremos mejor que nuestros padres.

Esta promesa de coger el ascensor y subir, se basaba en la conexión entre estudios y éxito profesional o laboral. Si una familia de clase humilde hacía esfuerzos económicos para mandar a sus hijos a la universidad a estudiar carreras como medicina o derecho, ellos viviría mejor y la familia habría medrado. Así, las tasas de acceso universitario en España fueron creciendo hasta un grado muy alto, y sin embargo, la promesa era falsa.