Este es un ejercicio que les puse a mis alumnos de la universidad y creo que puede ser de interés para quienes les interese ver mejor cómo se analizan contenidos en busca de mensajes y contexto. Como es parte de la docencia de la Carlos III en una asignatura en inglés, me temo que va a estar en inglés el análisis. En este caso, voy a analizar la escena de apertura de la película de superhéroes Watchmen desde la perspectiva de la globalización cultural y lo que tiene que decir al respecto. Así que empecemos por el principio con la propia escena:
When talking about cultural globalization in regards to a film scene such as this, we’re talking about the message, the ideas it tries to convey. Watchmen was originally written as a graphic novel by Alan Moore and, much like The Boys would do later, it understands the superhero genre in a very cynic way. The core idea this scene portrays is summed at the end, when rioters are about to throw the Molotov cocktail against the store window we can see two different important messages: first the graffiti saying “who watches the watchers?” and second, as the protestors are screaming “badges, not masks”.
Estaba viendo las noticias tanto ayer (con el programa de Salvados sobre la luz) como en Euronews cuando hablaban de la reciente aprobación por parte del G-20 del impuesto mínimo global del 15% y creo que es hora de retomar este tema del cual ya había hablado en el pasado. Empecemos por tanto por el principio, con una pequeña historia de cómo los impuestos han llegado a como son ahora y por qué son centrales en la existencia mínima del Estado. Así que, érase una vez…
En concreto, una vez que tenía lugar durante la Edad Media, por no irnos más atrás. En ese momento histórico aún no existían los impuestos como los conocemos hoy en día, sino que lo que existía era el hecho de que la nobleza y la iglesia cobraban rentas de los campesinos por trabajar sus tierras. Los diezmos garantizaban así que ambas clases sociales podían vivir sin necesidad de trabajar realmente, porque eran los campesinos libres, los gremiales y los siervos los que cubrían sus necesidades económicas. Pero si avanzamos el reloj vemos que todo ello cambia con la llegada del Renacimiento. Los reinos medievales eran locales y pequeños, estaban divididos entre condados y ducados, enormemente rurales y descentralizados. La llegada del Renacimiento cambió eso, cuando España inicia la creación del primer Estado moderno y su centralización, primero con los Reyes Católicos y posteriormente con sus hijos. Y una de las necesidades básicas para imponer el control centralizado del Estado era la capacidad económica y la otra la militar. Y es que, durante la Edad Media no existía un ejército “del Estado” sino que cada señor feudal tenía su propio ejército y los ponía (o no) al servicio de sus señores según se terciaban las alianzas y las enemistades. Pero la aparición de los Tercios cambia eso, cuando los reyes españoles instituyen un ejército centralizado bajo control real… un ejército que necesita su soldada (sus sueldos) para hacer su trabajo porque era un ejército profesional. Y del otro lado, en Flandes, por ejemplo, la defensa holandesa contra los españoles se basaba en la contratación de mercenarios por parte de las ciudades, para lo cual necesitaban impuestos comunes a sus comerciantes para poder sufragar esos ejércitos. Y así, porque hay que pagar espadas y cañones, es como surgió la necesidad de los impuestos y estos se encuentran en el centro del funcionamiento de todos los Estados. Sin ellos, el Gran Capitán no habría podido hacer sus famosas cuentas que le permitían “disparar con pólvora del Rey”.
Un Día Más con Vida es un filme de animación para adultos que narra unos pocos días en la vida de Kapuscinski, uno de los mayores reporteros de guerra del siglo XX. Esos días son, específicamente, los que precedieron a la independencia de Angola con respecto a Portugal y la sangrienta guerra civil que seguiría a la independencia durante más de 20 años. La animación sinceramente es espectacular, y el guión y la producción de la película la dotan de un tempo que no pierde el hilo pese a que en realidad hechos y escenas como tal tampoco hay tantos. Entremezclada en las escenas hay testimonios y entrevistas a algunas de las personas reales que aparecen en la historia y que narran también cómo lo vivieron ellos todo. Lo cual hace una muy interesante mezcla entre película y documental. Eso si, aunque no sale nada explícito en realidad, es una película dura, especialmente al saber que todo lo que cuenta es real.
La historia de Un Día Más con Vida es la historia de la Guerra Fría y el final del colonialismo. Antes del comienzo de la película, en 1961, el MPLA había iniciado una guerra por la independencia de Angola con respecto al Imperio Portugués. Apoyado por la Unión Soviética, el MPLA luchó durante quince años contra el Estado Novo portugués, lo cual sería una de las fuertes fuerzas de desgaste del mismo y eventualmente uno de los factores decisivos de la revolución de los claveles y el final de la dictadura portuguesa en 1974. Poco después Portugal accedería a la independencia de Angola y abandonaría el país, declarando que la fecha de la independencia sería el 11 de noviembre de 1975.
Y pocos días antes es donde arranca Un Día Más con Vida, que cuenta los eventos que van inmediatamente antes de esa fecha.
Aunque parezca muy obvia hoy en día, la idea de progreso no nos ha acompañado demasiado tiempo en términos históricos. Al contrario, el concepto de progreso fue inventado a lo largo del siglo XVIII, cuando la Ilustración cambió el modo en que se entendía la vida y la sociedad. En la Edad Media, por ejemplo, se entendía el tiempo en términos estancos, estábamos atados a este valle de lágrimas hasta que finalmente llegase el Fin del Mundo. Los griegos lo entendía en términos de decadencia circular, desde la era de oro de los dioses, a la de plata de los héroes, a la de bronce en la que vivían ellos. Sin embargo, a partir de que el ser humano se ponga en el centro de las cosas en el Renacimiento, la idea de que las cosas pueden cambiar fue surgiendo y para la Ilustración, se colocó en el centro de muchas de las ideologías novedosas, desde la lucha liberal contra la opresión a la idea de derechos inalienables de las personas en jurisprudencia o la creación de la misma idea de la democracia moderna.
La idea de progreso se sostiene sobre dos pilares muy distintos y complementarios. El primero de ellos es la idea de progreso como avance que nos permite llegar a donde nunca antes habíamos llegado. Poner un hombre en la Luna fue un reflejo de esta visión del progreso, que permite que la humanidad vaya más allá de sus límites.
En este sentido, la clave del progreso es el avance tecnológico. La clave para llevar a una persona a donde ninguna ha llegado es precisamente desarrollar los inventos y tecnologías necesarios para que los límites que lo ataban cambien de sitio, se vayan más lejos. No se puede llegar a la Luna sin inventar el cohete espacial, los ordenadores, desarrollar la astrofísica, etc. Nuevos conocimientos e inventos se combinan a lo largo de los años para ir cambiando la sociedad en la que vivimos, permitiéndonos hacer cosas que antes hubieran sido imposibles. Cuando se inventó y empezó a difundirse el teléfono móvil, por ejemplo, era algo carísimo y limitado en sus funcionalidades, en aquellos tiempos difícilmente podrías explicarles a las personas cómo sería el mundo unas pocas décadas después con los smart phone, internet y que todo el mundo tenga uno o más dispositivos.
Cyberpunk 2077 es probablemente el mejor juego de rol al que he jugado en mi vida, y van muchísimos, con una narrativa muy cuidada, una construcción de personajes brutal, muchos sistemas roleros que permiten distintos desarrollos para el personaje, muchísimas quests muy bien hechas, etc. Tiene bugs, sin duda, pero no quitan de lo buena que es la experiencia y explorar todos los temas que aborda el juego que justo, es lo que aquí nos ocupa.
Y es que ya en el pasado había escrito sobre cómo el cyberpunk como género distópico habla de muchos de los problemas que nos vamos a encontrar, probablemente, en el mundo que se nos viene encima. Y todos estos temas se encuentran perfectamente reflejados en la construcción del mundo de Cybperunk 2077, cuando hacen referencia a cosas como el cambio climático, la desaparición de buena parte de la fauna, la contaminación de las aguas, y muchos otros riesgos que hoy en día vemos cada vez más cercanos.
Uno de sus discursos principales, como suele ocurrir en todo el género, es en torno al papel del neoliberalismo económico llevado a sus últimas consecuencias. En el universo de Cyberpunk 2077 encontramos que el gobierno ha sido reducido a su mínima expresión, hasta el extremo de que Estados Unidos se ha partido y Night City se ha convertido en una ciudad independiente. El único ámbito político (en el sentido institucional de la palabra) que encontramos en su historia es relativa a las elecciones a alcalde, pero incluso esa trama rápidamente nos muestra que los que tiran de los hilos de los políticos son las grandes corporaciones.
Parece increíble que tengamos que hablar de esto en este momento. Racismo, en el país más afectado por el coronavirus. Un país que ha tenido una de las peores respuestas y planificaciones al respecto, que acumula más muertos por la enfermedad que durante toda la Guerra de Vietnam, que tiene un presidente que prefiere no hacer nada o recomendar cosas absurdas a realmente planificar y tratar de solucionar un problema tremendo. Y, sin embargo, pese a todo ello, desde hace unos días, la noticia es el racismo.
El 25 de mayo de 2020, George Floyd fue asesinado en Minneapolis. El asesino, un policía blanco, mantuvo su rodilla sobre su cuello con la colaboración de otros compañeros, durante nueve minutos, aunque Floyd señalaba que no podía respirar y ya estaba totalmente reducido. El “crimen terrible” por el que Floyd perdió la vida es que, supuestamente, compró un paquete de cigarrillos con un billete de 20 $ falso. La policía, cuyo lema en Estados Unidos es “servir y proteger”, mató a un hombre negro que estaba cooperando y estaba inmovilizado, sin que hubiera ninguna razón para ello. Y las calles de Estados Unidos estallaron a medida que se extendieron las protestas y escalaban en fuerza y violencia, pese a la pandemia presente. Sus últimas palabras, tal y como salen reflejadas en el video de su asesinato, son “no puedo respirar”, que actualmente se han vuelto uno de los lemas de las protestas, junto con el slogan “las vidas negras importan”.
Hacía tiempo que no me encontraba de cara con el argumento neoliberal clásico, pero hoy lo he hecho porque Diego Davila dejó un interesante comentario al respecto en la página de facebook. Allí ya le respondí en versión abreviada, pero la verdad es que es un tema que merece un post completo para analizar el discurso, sus errores y aciertos. Lo que muestra y lo que oculta, y la tergiversación clave de lo que son los impuestos y la igualdad social. Entonces vamos a comenzar por reproducir su comentario, en respuesta a este link, porque así tenemos una base sobre la que partir.
A menos impuestos. más empresas y mas ricos, a mas empresas y mas ricos, mas puestos de trabajo, mas trabajo mas dinero, mas dinero mas bienestar social.
Cada vez se oye más hablar de que los resultados de las últimas elecciones y el ascenso de Vox son el fruto de que, a diferencia de otros países, en España no se le ha hecho un cordón sanitario a Vox. No se les ha aislado, ignorado, expulsado de la esfera pública. No se les ha cortado el acceso a los medios de comunicación, ni nada por el estilo. A menudo, se correlaciona con la célebre frase de que no se puede ser tolerante con el intolerante.
Sin embargo, en mi opinión, la realidad es muy distinta. 52 escaños son muchos votos, 3,64 millones para ser exactos, y eso es más grande que un partido. Eso nos está hablando de una realidad social que hay que abordar y sobre la que hay que trabajar, no poner un cordón y esperar que se quede contenida.
Hace unos días me entrevistaron para las noticias de Antena 3 en torno a esta cuestión, de modo que hoy pongo por escrito un poco el discurso completo. Y para ello debemos comenzar con que, como a menudo ocurre, la belleza es un valor social. Hay estudios que muestran, por ejemplo, que la gente bella recibe penas de prisión más bajas que la gente que no lo es y comete el mismo delito.
Sin embargo, como todo valor, este se construye socialmente. Por ello, los conceptos de belleza cambian según el tiempo y el espacio, adaptándose a cada sociedad. Así, no son iguales la belleza que encontramos en la portada de una revista de moda, que las que pintaba Rubens en el siglo XVI, o las que describe Poe en el XIX. Pero todas, independientemente de su momento histórico, comparten el beneficio de generar una enorme deseabilidad social: todo el mundo quiere ser atractivo y estar rodeado de gente y cosas bellas.
Desde que surgieron los primeros fablabs con sus impresoras 3D esta tecnología se ha ido desarrollando enormemente y expandiendo por distintas partes del mundo, con nuevas aplicaciones y desarrollos inesperados. En muchos sentidos, está llamada a cambiar la economía, como muestra la novela clásica La Era del Diamante de Neil Stephenson. La revolución de las impresoras 3D está llamada a terminar de reformar el sector secundario (industria) y buena parte del terciario (servicios) de nuestras economías, pues todo el mundo podrá fabricar buena parte de las cosas que necesita o bien en su casa o bien en servicios comunitarios de impresión.
De este modo, con la producción distribuida por todas partes de las ciudades, la necesidad de grandes fábricas irá crecientemente decreciendo. En su lugar crecerán nuevos servicios en los barrios, como puedan ser tiendas donde imprimir productos muy grandes para las impresoras domésticas o de atención al cliente, etc. El sector secundario se irá encogiendo, y recogiendo en torno a la fabricación de aquellas cosas que las impresoras locales no puedan, especializándose en consecuencia. Y empezará a coaligarse distintas ramas de la economía para que surja un cuarto sector: la inteligencia.
En teoría, se supone que vivimos en un Estado del Bienestar, lo cual garantizaría que el sistema social como conjunto se esfuerza por redistribuir la riqueza. Sin embargo, aunque la lucha contra la pobreza es un objetivo social desde hace mucho, lo cierto es que tras la crisis lo que hemos visto es lo contrario, cómo las cases más desfavorecidas empeoraban en su situación económica.
Cojamos una escena habitual y veremos que además, no solo se ha reducido la lucha contra la pobreza sino que además se ha cambiado de hombros. Así, no es poco frecuente montar en el metro y encontrar a alguien pidiendo ayuda. Dado que muchos lo hacen todos los días en ciertas rutas, es de entender que al menos van sacando lo suficiente de la gente que les acompaña en los vagones. Sin embargo, en metro no monta Amancio Ortega o cualquier otro miembro de la clase alta; al contrario, en metro quienes viajan son las clases bajas y medias.
Marina Gutiérrez me ha explicado esta técnica narrativa y creo que es una idea que tiene mucho interés desde la perspectiva sociológica, así que voy a coger el concepto y a aplicarle mi forma de entenderlo. Resumidamente, los espacios de indeterminación (tal como los explica Iser) son esos espacios de la historia o trasfondo de un personaje que nunca se llegan a contar: por ejemplo, nunca sabemos el entrenamiento que James Bond tuvo desde que fue reclutado hasta que se convirtió en un 007.
Como es obvio, toda historia tiene espacios de indeterminación en distintos puntos y momentos, y eso es importante. La razón para ello es que esos espacios existen y, si son relevantes para la trama, sirven para dejar un vacío que el espectador va a rellenar automáticamente con sus expectativas, imaginación y demás. Así, James Bond podría haber nacido directamente adulto y con entrenamiento de espía, pero la mayor parte de espectadores al contrario imaginarán que, si viene al caso, habrá pasado por su academia, entrenado, etc. para llegar a serlo, construyendo así en sus mentes un trozo de la historia de 007 que nunca se ha contado.
Si echamos un vistazo atrás al siglo XVIII nos encontramos con que ruedan las cabezas de reyes y poderosos. En el XIX se destruyen fábricas y se montan sindicatos muy duros para luchar por condiciones laborales más justas. Es en el caldo de cultivo de esos fuertes conflictos entre la clase obrera y la clase dominante (y más si añadimos conflictos paralelos como la lucha feminista o contra el racismo) que surge la noción de crear un contrato social que permita garantizar lo que por aquel entonces se llamaba la “paz social”.
La idea del contrato, nunca firmado expresamente pero si presente en las obras de muchos autores, era que entre todos nos encargamos de apoyarnos y construir algo conjuntamente. Y que lo haríamos en la medida de nuestras posibilidades. En Europa, evolucionó más que en Estados Unidos, llegando a la idea de los Estados del Bienestar.
Tras el recorrido por cómo se ha ido configurando y evolucionando el capitalismo, es hora de ver qué aspecto ha tomado en la actualidad. El sistema capitalista actual, como conjunto, se ha estructurado en torno a una serie de elementos interrelacionados, unos internos a las personas, otros sistémicos, etc.
Uno de los principales cambios es que se ha separado el valor del objeto de ese valor. Era lo que se llama el valor de cambio (el precio) y el valor de utilidad (lo que ese objeto hace). Así, dos modelos de zapatillas son iguales de útiles para caminar, pero si una es de la tienda de la esquina y la otra es de Nike su precio monetario será enormemente diferente. La razón es fruto del desarrollo de lo que se ha llamado el valor de marca, que Naomi Klein describió genial en No Logo, y que hace que el valor de las empresas y de los productos no dependa de la realidad de ese producto/empresa sino de la percepción que la gente tiene de ella y la posición de mercado. Si consigues por ejemplo que tus zapatillas se asocien a la idea de prestigio, la gente estará dispuesta a pagar más para diferenciarse de los demás y demostrar así su mayor posición (un BMW en vez de un Ford Fiesta, unas vacaciones en Cancún en vez de la playa del pueblo, etc.).
Aunque no soy ningún experto en género, y es probable que incluya varios errores en este post, creo que es interesante sentar las bases de lo que es el género, porque ha aparecido varias veces por el blog pero nunca le había dedicado un post a la base. Aunque queda mucho más por decir, este post se va a centrar en las tres ideas esenciales tratando de que queden más o menos claras. Así que, empezaré por decir que el género no tiene que ver con el código genético de nadie, ni los genitales que tiene: el género es algo social.
En efecto, el género no va de cómo son los cuerpos de las personas, sino cómo se construyen las diferencias y las identidades en torno a esos y más elementos. Ser una mujer no es igual en España y en la India y eso no se debe a diferencias fundamentales biológicas, sino que se debe a cómo hemos construido y deconstruido los roles que se asocian a esas personas. Por eso géneros hay muchos más de dos, si bien biológicamente las posibilidades de diferenciación son teóricamente menores, y eso se debe a que podemos encontrar más divisiones y diversidad en los constructos sociales que en los biológicos.