El otro día hablaba sobre cómo la autoestima es una cuestión relacional y es hora de dedicarle un post a cómo se construye. La base de la autoestima es que nosotros no sabemos cuánto valemos en términos absolutos, no tenemos encima de nuestras cabezas un indicador que dice nuestro nivel ni nada por el estilo, como ocurre en los videojuegos. Por ello, a la hora de establecer nuestro valor nos miramos en los demás para ver quien es mejor que nosotros en esto, quien es peor en aquello, etc. por el camino, distorsionado por nuestra visión de nosotros mismos, llegamos al punto en el que creemos que nos encontramos, se ajuste este a la realidad de donde deberíamos estar o no.
El problema es que el juego está trampeado. Nosotros nos comparamos con los demás en las categorías y en las formas que nos han dicho que debemos compararnos. Así, los hombres debemos ser fuertes, guapos, ricos, con buenos trabajos, seguros, posesivos, ambiciosos, inteligentes, seductores, fríos, líderes… mientras que las chicas deben ser bonitas, listas pero no inteligentes, emocionales, sumisas, hogareñas, maternales… si, es un mundo heteropatriarcal al fin y al cabo.