Al hilo del último post sobre mi concepción de la sociedad, me toca ahora finalmente exponer mi concepción del poder. Como señalé en aquel post, ambas cosas van inevitablemente unidas, de modo que es posible que este post quede muy en el aire para aquellos que no hayan leído el precedente. Como rápido resumen de aquel, la sociedad está compuesta por infinidad de actores (con voluntad propia) conectados en una vasta red social y organizados en multitud de campos y entre todos negocian permanentemente sobre la sociedad en su conjunto.
Para entender el poder y mi visión del mismo, lo primero es centrarnos en cada campo social. La sociedad está organizada en infinidad de estos, que aglutinan a una serie de actores que comparten algo en común: una empresa, un colegio, una familia,… un tipo o conjunto de vínculos específicos que estructuran sus relaciones. Todos esos mini-campos se vinculan con otros similares hasta constituir los grandes campos sociales: el campo económico (suma de las empresas, las cooperativas, los autónomos…), el campo político (partidos, organizaciones, instituciones…), el campo cultural, etc. Por tanto, cada uno de los campos es una vasta red de relaciones en si mismo, construidas en torno a círculos más pequeños de relaciones (cada una de las unidades de ese campo, o minicampos).
Lo cual ya nos permite introducir un primer elemento diferencial que determina el poder: la posición en el campo. Aquellos actores en posiciones centrales en su campo tienen poder sobre los demás, simplemente porque su red de relaciones (contactos, amigos, compañeros de trabajo, subalternos, etc.) es mayor, lo cual les da acceso a mucha más gente para condicionar y para elegir la persona adecuada en cada momento. Esta es una fuente estructural del poder, porque surge de la posición que cada individuo ocupa en la estructura de cada campo.
El segundo es el capital, en términos de Bourdieu, que depende de cada campo. Así, tener atractivo para las cámaras, un buen discurso, amigos influyentes, etc. son todos capitales importantes dentro del campo político, por ejemplo. Obviamente, hay capitales compartidos entre muchos campos, como el tener dinero, pero hay otros que son exclusivos de unos y, en cualquier caso, todos pesan de diferente modo según el entorno.
Bien, el resultado es que, quienes tienen poder en un campo pueden no tenerlo en otro. Sin embargo, los campos no viven aislados, de modo que mucha gente puede usar la presión de un campo sobre otro para conseguir poder sobre el otro: por ejemplo cuando el FMI (parte del campo económico) obliga a un gobierno (campo político) a implementar una medida (una acción política) a cambio de un préstamo (capital para ambos campos).
Como se ve, el poder emana de una posición estructural en un campo, y de los recursos que cada persona tenga en ese campo. Sin embargo, aquí toca separarse de Bourdieu, el poder no es algo ajeno a las personas. Al contrario, como diría Foucault, el poder existe en cada una de las relaciones entre las personas, cuando estas interactúan entre si. Aunque un jefe tiene una posición estructural por encima de su empleado, un jefe débil e inepto puede encontrarse con que no posee poder sobre un empleado que es buen líder y capaz de llevar adelante sus gestiones. Ya hablamos en su momento de las diferencias entre autoridad, status y liderazgo, por ejemplo.
Por tanto, el poder como tal es algo propio de cada una de las personas, y de cada una de las relaciones de esa persona con todos los demás. Una persona puede tener mucho poder sobre otra (un jefe sobre su empleado, por ejemplo) y muy poco sobre otra (ese mismo jefe con respecto al dueño de la empresa, por mantener el mismo ejemplo). El poder es, por tanto, algo propio de cada actor en su interacción con otro actor concreto (y es que, como dije en la descripción de la sociedad, hay más actores en las sociedades que las personas, como son por ejemplo las organizaciones).
Sin embargo, ya vimos que las relaciones en sociedad están en permanente negociación, de modo que el poder también lo está. Depende de la legitimidad de las instituciones, organizaciones y posiciones estructurales pero, sobretodo, de la capacidad de cada actor de usar sus recursos; hay algunos que consiguen poco con mucho, otros que consiguen mucho con poco. Esto es porque para que el poder funcione, la otra parte de la relación tiene que aceptar tu poder, y para eso hay que negociar entre ambas partes. Obviamente, hay cosas que hacen muy difícil rechazar ese poder (por ejemplo, tener un arma), pero incluso eso puede no ser suficiente (ahí tenemos el caso de Mandela, capaz de no aceptar el poder establecido y pagar el precio orgulloso y seguro de si mismo).
Por todo ello, el poder no es algo ajeno a los actores, ni algo estático. Es algo interno a cada relación, en función de la posición que ambos actores ocupen en el campo en cuestión. Y es algo que cambia continuamente, a medida que cambian los actores en el campo, sus herramientas y la forma de usarlas.
Al final, en el complicado mundo de la sociedad, lo que queda siempre es el conflicto por el poder entre las personas, las instituciones y las organizaciones, cada una intentando conseguir sus objetivos.
Costán Sequeiros Bruna
Y tú, ¿cómo ves el poder?