Acabo de ver los Crimenes de Oxford, y el comienzo me ha hecho recordar un debate tradicional en la filosofía, que pretendo ver si se puede trasladar a la sociología (a ver qué sale de este experimento).
Bueno, a lo que vamos. Ya Platón, pero sobretodo Descartes, planteó la cuestión de que el mundo a nuestro alrededor no era el real. Platón apuntando al Mundo de las Ideas como salida, Descartes acabando con una duda sistémica que sólo podía ser resuelta por un Dios benévolo. Dos siglos de ciencia, empiria y positivismo han hecho que el mundo pase a estar girando en torno a las cosas demostrables, confirmables, verificables. Pero realmente hay pocas cosas que cumplan esas características.
Es una paradoja. La gente usualmente piensa que la ciencia (tanto natural como social) avanza demostrando cosas, llegando a enunciados que no se pueden contradecir. “Las cosas caen, existe la gravedad”, las tres leyes de la termodinámica, la física relativista, la tabla de multiplicar,… Dogmas modernos, creados por la ciencia, en base a la experimentación con el mundo a su alrededor.
Sin embargo, lo cierto es que la ciencia avanza a la inversa. No prueba que eso sea así, sino que prueba que no es de otro modo. Osea, por seguri el ejemplo, la ciencia no prueba que sea la gravedad la que tire la manzana al suelo, lo que prueba es que no se ha quedado quieta. A partir de ahí, la ciencia cae en la probabilística. La explicación más probable de que la manzana cayese al suelo es por la gravedad, aunque podría haber sido tirada con la mando, por la acción de un pájaro… Obviamente, la ciencia no es de andar por casa, y las pruebas estadísticas habituales (al menos en ciencias sociales) se basan en confirmar que esa alternativa es válida con el 95% de seguridad, porque siempre queda un factor caos, desconocido, aleatorio que no puede ser calculado.
Además, la sociedad, como la física, es cuántica. ¿Qué significa? Que cambia cada vez que la miras, y que el propio hecho de mirarla la cambia. El ejemplo típico. Queremos mirar un electrón, y para eso lo bombardeamos con particulas apropiadas que nos digan dónde está, como si a una bola de billar le lanzas un millón de bolas y ves cual y dónde es la que choca. Si, sabes donde estaba el átomo (la bola) en el momento del choque, pero el mismo choque ha hecho que la bola cambie de lugar.
La sociedad es igual. Cada vez que la miras, por el hecho de mirarla, cambia. Pero además, es más “perra” y cambia cada vez que dices algo de ella, porque ella lo escucha y reacciona en consecuencia. Si escribes un libro, no sólo lo leen los sociólogos, sino mucha más gente, que eventualmente cambia su comportamiento para confirmar o negar el libro. Es la paradoja de la “profecía autocumplida”, porque al enunciar la profecía, la gente inconscientemente actúa de modo que se cumpla. Irónico, ¿no?
Y eso por no mencionar que un electrón simplemente cambia de lugar con el tiempo, en sus órbitas en torno al átomo. Al contrario, una sociedad cambia de forma, de tipo de gobierno, de gentes, de religión… con el paso del tiempo.
Así pues, retomemos el principio. ¿Existe el mundo a nuestro alrededor? Bueno, creo que podemos estar de acuerdo que si, que lo vemos y sentimos. ¿Se puede conocer científicamente el mundo a nuestro alrededor?
Aún pese a todo lo dicho, lo cierto es que yo creo que si. La ciencia es un método, una técnica, no es una respuesta. No es la única manera de conocer el mundo a nuestro alrededor, pero si la más fiable, la que va más allá de las apariencias y busca los patrones con mayor efectividad. Al menos que conozcamos. Pero, y todo ese relativismo, ¿cómo se salva?
Por un elemento que generalmente se olvida: la mente humana. La imaginación, y la razón, son capaces de conectar elementos aparentemente distantes, dando con ello una explicación coherente y adecuada. A veces, si se hace con desconocimiento o para manipular, eso lleva a que se creen supuestos falsos y engañosos. Otras veces, con eso surgen las teorías, las hipótesis a investigar, y alcanzar un 95% de seguridad respecto a ellas. Hasta que otro tenga una hipótesis mejor que corrija, amplíe o contradiga la nuestra.
¿Eso es un problema? No, esa es la mente humana intentando sondear el vacío de lo desconocido. La física y las matemáticas lo tienen sencillo, porque hay hechos exteriores a ellas que se pueden comprobar objetivamente (y aún así, aunque no lo parezca desde fuera, se contradicen y tienen teorías enfrentadas igualmente); las ciencias sociales tienen un objeto de estudio más complejo porque no es el exterior el que nos puede verificar la verdad. Pero, ¿eso no las hace más fascinantes? Al fin y al cabo, ¿se puede medir el “alma” humana? No, pero se puede estudiar como se manifiesta.
Costán Sequeiros Bruna
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