Hoy se celebra el 4 de Julio, Día de la Independencia en Estados Unidos, que conmemora la Declaración de Independencia de 1776. Hoy, hace 236 años, el mundo vio nacer la primera democracia moderna (si no contamos el lento evolucionar parlamentario de Gran Bretaña). Se dice rápido, pero hace casi un cuarto de milenio. Y, en un día tan cargado de simbolismo como este, creo que es interesante pararnos a recordar lo que aquel momento histórico ha implicado para la historia.
A menudo, estamos habituados (especialmente en los ambientes más de izquierdas) a ver continuas críticas a los Estados Unidos. Pero hoy, en honor a la celebración, voy a coger sólo el lado bonito de la moneda, y dejaré para otras ocasiones el (también muy notorio) lado feo.
Y es que, parece mentira, pero Estados Unidos fue, y es, el país consagrado a una visión: la búsqueda de la libertad. Esta puede tener muchas connotaciones negativas, especialmente en lo que ellos entienden por libertad, pues entienden a menudo la libertad con todas sus consecuencias. En cierta medida, es curioso ver las cercanías que, a menudo, muestran las ideologías, en este caso la más libertaria americana y la directamente anarquista.
El primer enemigo al que se enfrentan los americanos, al construir su nuevo Estado, es al Estado mismo. Vienen de luchar contra la Corona británica, y quieren instituir un nuevo orden donde el Estado no se pueda imponer a sus ciudadanos. Para ello toman distintas medidas, desde la controvertida enmienda que les permite llevar armas (para romper el monopolio de la violencia física del Estado) a la construcción de todo un sistema democrático donde sea el Estado el que deba responder ante los ciudadanos, y no a la inversa. Y, para asegurarlo, construyeron un Estado de Derecho, donde los derechos reconocidos a los ciudadanos fueran (por primera vez) inalienables, no dependientes de los deseos o caprichos de un gobernante. Un americano tiene derecho a la libertad, a la vida, a la propiedad, a la seguridad, etc. y nadie puede quitárselos, y si alguien lo hace deberá enfrentarse al sistema judicial que vela por ellos. Incluso los políticos se ven cortados por la existencia de un Tribunal Supremo que decide si sus medidas violan o no los derechos de los ciudadanos.
Y, junto a la libertad, el american way of life incluye otros principios básicos, como la igualdad de oportunidades para todas las personas. Es cierto que, incluso hoy día, la igualdad está lejos de alcanzarse (en Estados Unidos como en todas partes, ya que los índices de desigualdad siguen creciendo), pero fue el primer país que activamente decidió dar ese paso. Y aunque derechos como los de los negros tardaron en llegar, lo han ido haciendo, y es el país que permitió alumbrar a figuras como Martin Luther King.
Para construir esto, han llevado adelante las asociaciones hasta un nivel que no se ha alcanzado todavía en todo el mundo. Esta articulación de la sociedad civil permite que los intereses del pueblo sean llevados directamente a los gobernantes y, aunque no todos tienen igual fuerza, transmitir con ello sus demandas. Algo que no existe en otros países, como España. Es cierto que implica la aparición de lobbies y su lucha por el poder (muy sobrevalorada, no son tan importantes en política realmente, porque siempre hay lobbies que defienden cualquier cosa), pero también la organización de la sociedad civil para producir cosas por si misma, autogestionada por completo: desde fiestas vecinales a grandes proyectos.
Así, la Declaración de Independencia y la Constitución americanas tienen algunas de las frases más inspiradoras que hay en política. Desde el comienzo de la Constitución, con su “We, the people of the United States,…”, base de toda la lucha por el cambio de poder de la monarquía a la democracia; a este párrafo de la Declaración de Independencia que hoy se conmemora, y que me ha recordado Alejandro González Álvarez hoy:
“We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness.”
Pocos se dan cuenta hoy, en sociedades modernas y democráticas, de lo profundamente revolucionarias que son esas frases. Y, si bien Estados Unidos tiene muchos fallos, también es mucho lo que le debemos todos. Y hoy, Día de la Independencia, es buen momento para recordar que allí comenzó el camino que aún hoy estamos recorriendo. Y que mucho de lo que hoy damos por sentado fue pagado con esa sangre de patriotas que es requerida para regar el árbol de la libertad, como dijo Jefferson.
Costán Sequeiros
Este es el comentario del antiguo blog:
Y tú, ¿qué opinas de este día?