Escrito por John Keane, este libro defiende y explica las características de una emergente sociedad civil que cubre muchas de las sociedades del mundo, y vincula lugares enormemente alejados entre sí. Aunque el libro no está nada mal, si que adolece de un cierto optimismo e inocencia con respecto a dicha sociedad civil global, a la que defiende a capa y espada y yo creo que sin ver algunas de sus dimensiones más conflictivas, que pasa por encima a toda velocidad.
La tesis central es que está emergiendo una sociedad civil nueva en el mundo, a raiz de la globalización de los medios de transporte y de comunicación. Organizaciones internacionales no gubernamentales aparecen por doquier, defendiendo intereses específicos (desde Greenpeace, a Human Rights Watch, o a Microsoft… aunque la inclusión de las empresas es problemática en su modelo, como él mismo dice) y sectoriales; sin embargo, todas ellas se encuentran entrelazadas en vastas redes de relaciones mutuas, sean estas de apoyo, colaboración, competición, o conflicto. Incluso, en muchas ocasiones, varias de ellas a la vez.
Estas organizaciones articulan así un espacio más amplio donde muchos individuos se sienten identificados, y donde ponen sus miras sociales. No implica que abandonen sus sociedades civiles tradicionales, sino que a mayores de ellas comienzan a preocuparse por una escala mayor y nueva, adicional. Una escala que en sí misma encierra una serie de valores, entre los cuales son principales el deseo de no violencia, de estabilidad, respeto y el imperio de la ley. Así, la mayor parte de esos actores comparten esos valores por diferentes razones, así como muchos otros valores adicionales, que se transmiten entre sí en foros, conversaciones por internet, y en su forma del día a día de enfrentarse a los problemas. Surge así una nueva civilidad, en el sentido de “actuar cívicamente”, comprometidos con el mundo en el que viven y con una visión específica de cómo actuar en él para mejorarlo. Es obvio que cada uno de los grupos específicos ve una manera diferente de mejorar nuestro mundo como la más idónea, pero el respeto por esos valores es lo que permite que se fortalezcan entre todos, se relacionen y equilibren, y que compitan sin destruirse.
Es una sociedad civil opuesta a el uso de la violencia, pero que sin embargo bien puede ser víctima de la misma. Se produce así una paradoja en cuanto a que aunque pueden luchar contra la violencia y oponerse a ella, siguen precisando de las estructuras paralelas de los Estados, ejércitos y demás para poder articularse en seguridad. No es así una sociedad sustitutiva de un orden más tradicional con Estados, fronteras, y demás, sino adicional al mismo. Cuando, además, los mismos Estados están pasando a configurarse en redes entre sí, de relaciones, colaboraciones y confrontaciones, buscando medios alternativos de defender los intereses estatales.
Costán Sequeiros Bruna
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