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Reflexiones personales

Euroscepticismo, Nacionalismo y Europa

El videoblog de Iñaki Gabilondo del 12 de Mayo de 2014 pone el dedo sobre una llaga muy importante a la hora de tratar sobre Europa: el bloqueo y el peligro no se encuentra en el euroscepticismo, como normalmente se dice, sino en el nacionalismo. Puede parecer algo sencillo, pero es una afirmación de mucho calado.

Si echamos un vistazo a la historia europea posterior a la Segunda Guerra Mundial, podemos ver que hay dos dinámicas principales en la construcción de nuestra identidad común: el europeísmo/federalismo y el nacionalismo. El euroscepticismo no juega un papel importante, excepto ligeramente en el caso británico (más nacionalista que euroscepticista).

La mayor crisis europea hasta la fecha fue la Crisis de la Silla Vacía, seis largos meses en los que toda política europea se detuvo porque Francia sentía que sus intereses estaban siendo vulnerados. Ante esa situación, el General de Gaule retiró a su representante en las instituciones europeas y, como hacía falta la decisión unánime para aprobar nada por aquel entonces, efectivamente anuló cualquier posibilidad de que las instituciones hiciesen nada. Seis meses de silencio, porque un país anteponía sus propios intereses a los del conjunto.

Ese es el peligro del nacionalismo. Desde el comienzo de esta crisis actual, lo que hemos visto es que el nacionalismo ha crecido y su voz se hace oir cada vez más. Es cierto que la Comisión va a ser, en teoría, elegida directamente por el Parlamento por primera vez, pero eso no quita que la mayor parte de las reformas en los Tratados han ido consagrando el papel central de los Estados por encima de los órganos comunitarios, hasta el punto de convertir el Consejo de Europa en la institución principal. Las políticas se nacionalizan e incluso algunos pilares europeos teóricamente sólidos, como el Espacio Schengen, se ven inmersos de nuevo en debates abiertos al respecto cuando a los países les interesa.

El ascenso de Alemania supone un peligro, pues rompe el equilibrio entre Estados centralizando en torno a ella cada vez más poder y permitiendo que los intereses alemanes se antepongan al de los restos. Así, cada vez, las reformas en los Tratados han ido dando más poder a los países centrales por encima de los más pequeños, consagrando su mayor centralidad en todas las instituciones (menos la Comisión) y permitiendo, así, que defiendan más eficazmente sus propios intereses. En esta situación, cada vez la negociación es menos necesaria pues tienen mayor margen de maniobra.

Es en esta dinámica que surge, recientemente, el euroscepticismo como tal. En realidad, no es una corriente de mucha trayectoria ni mucha fuerza, sino una voz que se opone a la UE como respuesta al mal manejo que esta ha hecho de la actual crisis. Es un nicho político para los partidos más populistas y/o nacionalistas para abogar por una reforma de la UE que desarticule parte de sus poderes. Es una nueva arma en manos del nacionalismo tradicional que usa el descontento como ariete para arremeter contra el conjunto de lo construido entre todos.

Así, como bien señala Iñaki Gabilondo, el peligro está en el nacionalismo. El euroscepticismo es el arma que los Estados usan ahora para renegociar su posición en Europa y su papel en el interior de la misma, intentando llevarse el pedazo más grande posible o abandonando el juego si ven que no les va bien. Consiste en anteponer el egoísmo del yo, al trabajo colectivo del nosotros simplemente porque creemos que nuestros intereses son más importantes que los del conjunto o no encajan con el mismo.

En el fondo, es la antigua lucha entre la globalización y la localización. Entre unirnos a otros, o aislarnos egoístamente. Y parece que, al menos en este momento, el egoísmo y la soledad van ganando en el marcador.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué crees?

2 replies on “Euroscepticismo, Nacionalismo y Europa”

Cita del post:

“En el fondo, es la antigua lucha entre la globalización y la localización. Entre unirnos a otros, o aislarnos egoístamente.”

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También se podría entender como un lucha por parte de los menos “pujantes” de la unión entre ser asimilados por países/economías más “pujantes”, o resistir (nacionalmente).

Hay un símil usado para hablar de otra forma sobre la Globalizacón, en el cual una mega-corporación se dirige a un trabajador cualquiera para negociar su vinculación mutua mediante un contrato en igualdad de condiciones (de persona jurídica a persona jurídica), que quizás ilustre lo que intento decir; la patente falta de igualdad entre los estados, y sus poblaciones, a la hora de adoptar una política europea conjunta. El pez grande se come al chico, lo doblega. Y tras ver lo que ha sucedido durante los últimos años en algunos países de Europa, a raíz de ese fenómeno llamado eufemísticamente “La Crisis”, no resultará sencillo desde algunos sitios ver con buenos ojos a la UE. Si los estados fuesen niños, la Troika sería como el hombre del saco para muchos de ellos..

¿No podría ser el euroescepticismo una forma de decir que, tras “mostrar la pata” por debajo de la puerta, muchos han constatado que se trata del lobo, y no de una oveja, quién quiere que le abran de par en par la entrada de sus casas?

Saludos,

L.

En realidad, no. El euroescepticismo y el nacionalismo, cogidos de la mano, son los que han hecho que los países cada uno mire más por si mismo que por los demás. No diré que el pasado de la UE era igualitario e idílico, como en todo hubo problemas, pero las primeras divisiones del poder en el interior de las instituciones dejaban mucha menos diferencias entre los países grandes y pequeños en cantidad de votos. Al ser la diferencia menor, los países por si mismos no podían sacar adelante ninguna decisión, sino que había que forjar consensos entre grupos amplios de ellos, lo cual obligaba a que unos cediesen en unos asuntos para que otros cediesen en otros y, entre todos, se avanzase.
A medida que se han ido reformando los Tratados y agregando países, sin embargo, eso se ha roto. Cada tratado ha ido dando más poder a los países grandes y menos a los pequeños, hasta tal punto que en la actualidad basta que Francia o Alemania se alíen con un par de países pequeños para que puedan sacar adelante decisiones. Esto favorece el individualismo nacionalista, el mirar cada uno por su terruño, debido a que es menos necesario negociar y entender las necesidades de los otros.
Si la Unión ha ido evolucionando hacia un grupo de países egoístas que puedan ser vistos como lobos unos para los otros (Hobbes estaría encantado con esto), lo ha hecho precisamente porque el nacionalismo ha ido ganando y las fuerzas europeístas se han ido debilitando.

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