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Rusia: ¿Gigante o Fachada?

El país más extenso de la tierra proyecta la sombra de la Unión Soviética desde el este, desde su cuna, y más en estos días en que parece que nos encontramos de vuelta en la Guerra Fría por causa del conflicto de Crimea. Se nos proyectan las sombras de la conciencia colectiva, de los ejércitos rojos luchando contra los americanos desde Afganistán a Corea, de la hoz y el martillo extendiéndose imparables y amenazando toda Europa. Pero, ¿es eso cierto hoy en día?

La primera lectura de la situación diría que si, que es cierto. Tenemos una Rusia que ha sido la primera en llevarle la contraria a Estados Unidos en la ONU, bloqueando las mociones de intervención en Siria, por ejemplo. Que ha dado asilo al enemigo americano en que se ha convertido Snowden. Capaz de asesinar a un ex-espía del KGB en Inglaterra y de controlar la política en el centro-este de Europa a base de controlar los precios del gas natural que provee. Iniciadora de una guerra en Osetia y, ahora, capaz de “conquistar” una provincia de Ucrania mientras la comunidad internacional simplemente miraba.

Sin embargo, ahí precisamente es donde se encuentra la clave del poder ruso. Rusia proyecta una imagen de fuerza hacia el exterior que no se corresponde con su poder real. Aunque siempre se hable de ella como un país emergente, lo cierto es que lo es pero a considerable distancia de China, India o Brasil. Su principal poder económico son los oligopolios corruptos, pero sobretodo la energía, y su industria palidece frente a la china, mientras que carece de una industria y un sector servicios, mucho menos el informacional, capaz de hacerse un amplio hueco en el mundo.

Lo que Rusia tiene, y mucho, es historia, y eso es de lo que se nutre en su política exterior. Todos estamos dispuestos a ver la sombra de la URSS en sus acciones porque hemos crecido en un mundo o bien donde todavía estaba el Telón de Acero, o donde las películas muestran esa situación. Y a la prensa le interesa nutrir ese discurso. En realidad, la mayor parte de las acciones de desafío ruso, como la guerra en Osetia o el actual conflicto en Crimea, se encuentran en el interior del espacio de la antigua URSS. Aunque Putin quiera transmitir una imagen de desafío al mundo, en gran parte esa es una imagen para consumo interno, mientras lo que hace es intentar reconstruir un espacio de comodidad dentro de lo que solía ser la esfera de influencia rusa, limitada por una UE que se expande hacia el este.

Fuera de su círculo de influencia, Rusia lo que vende sobretodo son palabras. Si, sus palabras son desafiantes, dichas en un tono severo y duro, pero normalmente son eso, palabras. Cada vez que Rusia bloquea una moción en la ONU no lo hace porque sea fuerte hoy en día, sino porque fue fuerte cuando en 1945 derrotó a Alemania con los aliados, y cuando se construyó la ONU que iba a ser el centro del nuevo orden mundial, a ella le dieron el derecho de veto. Si la ONU se construyese hoy en día, los vetos probablemente serían otros, pero tal y como está a Rusia le es muy fácil y barato demostrar músculo diplomático porque lo ha heredado, sólo necesita aparentar esa fuerza.

La tercera cuestión clave es que su capacidad para actuar con decisión y fuerza en el campo internacional se debe a que, en gran medida, los países más fuertes permanecen callados. Estados Unidos tiene un Congreso y un Gobierno opuestos, con un Obama al frente muy debilitado por intervenciones exteriores e interiores muy impopulares, que no puede meterse en nuevos conflictos. La Unión Europea sigue incapaz de ponerse de acuerdo en política exterior, y su ejército común no funciona, por no mencionar que es eminentemente pacifista y sus ciudadanos se negarían a intervenciones más serias. Mientras tanto, China se deja querer, sin decir ni si ni no, jugando a ambas bandas cómodamente mientras se centra en crecer económica y políticamente. Putin se encuentra así con un campo internacional dividido e incapaz de actuar, y convierte la indecisión de los demás en su propia fuerza.

Es a través de estos tres mecanismos que Rusia proyecta la fuerza que parece proyectar, aunque en realidad todo sea en gran parte fachada. No olvidemos que la intervención en Crimea, por ejemplo, comienza cuando pierden el control de uno de los países que ya controlaban y que se da en una de las provincias ucranianas dónde más bases, militares y población rusa había ya. Y, sin embargo, Rusia y la prensa nos lo narran como un gran movimiento ruso para conquistar provincias ajenas, cuando en realidad era prácticamente suya ya y la toman de un gobierno que todavía no ha conseguido aprender a atarse los zapatos.

Con todo esto no quiero decir que Rusia sea un país débil o que no cuente nada. Al contrario, Rusia sigue siendo uno de los países del BRICS, con una posición de creciente importancia internacional. Sin embargo, es una de esas promesas de crecimiento eterno que nunca llegan a cuajar, y basta con que los países occidentales no la incluyan en el G-8 para que comience una rápida escapada de fondos internacionales de su economía.

Por tanto, Rusia lo que es es un gran jugador de poker, capaz de jugar muy bien con una mala mano porque sabe cuándo los demás van a arriesgar y cuando no, y como construir un farol eficaz.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de Rusia?

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