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Reflexiones personales

Cambiando el mundo (IV): Políticos y elecciones con mayúsculas

politicos 1Si se va a hacer una reforma en la que la democracia coja verdadera dimensión ciudadana donde las instituciones respondan a la voluntad ciudadana expresada directamente, es necesario cambiar la figura del político. No se trata de eliminar los políticos, sino cambiar sus funciones de modo que encajen en el resto de la construcción.

En un entorno donde los ciudadanos deben elegir las medidas que se van a adoptar, los políticos claramente no deben tener función de decisión ni el poder para hacerlo. Pero, en cambio, su papel pasa por servir como clarificadores de las distintas medidas. En este sentido, es imprescindible que las Cámaras se conviertan de nuevo en lugares de debate y discusión sobre las medidas, la filosofía, los costes y las consecuencias de las distintas opciones. En ese sentido, la función de los políticos pasaría en buena medida por clarificar las implicaciones que tendría votar cada opción, de modo que los ciudadanos puedan votar de modo informado (una tarea a la que habría que añadir los medios de comunicación).

Junto a esto, la función de los políticos también incluiría dirigir la función de la burocracia y los ministerios, de cara a implantar las medidas aprobadas por los ciudadanos. Bajo estrictos controles de transparencia y vigilancia ciudadana, la burocracia requiere de una cabeza elegida democráticamente que garantice que las distintas medidas son implantadas tal y como fueron aprobadas por los ciudadanos que, en sus vidas diarias, no pueden estar controlando día a día que la salud, los bomberos, la seguridad, etc. implantan en todos los lugares las medidas exactamente aprobadas.

Como consecuencia de todo esto, se produce una transformación del político de un decisor con poder por encima de los ciudadanos, a la de un filósofo o estudioso, burócrata y que responde ante la ciudadanía. El resultado es que se construye un modelo donde a la política no se llega con la intención de enriquecerse sino con la voluntad de servir al colectivo y ayudarlo a implantar las mejores decisiones posibles. Y, con esto, se controlaría también la posibilidad de usar puertas giratorias al abandonar la política, ya que los políticos carecerían de demasiada información privilegiada y de medios para garantizar que se tomen decisiones que luego las empresas tengan que compensar.

politicos 2Correspondientemente con los cambios en los políticos, hay que cambiar el funcionamiento de los partidos. Primero, igual que los políticos que los componen, los partidos deben ser estructuras transparentes. Se trata de que los ciudadanos puedan observar su funcionamiento interno y que este sea más democrático de lo que es actualmente. Esto implica que los partidos deben abrir sus cargos internos internos a la participación ciudadana por medio de elecciones primarias con múltiples candidatos (no la basura que están organizando ahora, que da más vergüenza que otra cosa), listas abiertas, cargos internos del partido elegidos democráticamente, etc.

Junto a esto, es imprescindible destruir el principio de la disciplina de partido que obliga a que los políticos de un partido todos voten lo mismo. Si ya la disciplina de partido es un insulto a la democracia representativa y refuerza la partitocracia, en el caso de la democracia directa la disciplina de partido no sólo es poco útil sino que además pervierte (aún más) la función de los políticos como creadores de argumentos, análisis y visiones sobre las decisiones que hay que tomar.

Es inevitable, además, que los privilegios de los políticos sean revocados. ¿Sueldos vitalicios? ¿Inmunidad ante el poder de la justicia? Estas cosas, y más, sirven para reforzar las diferencias entre políticos y ciudadanos, y les amparan cuando actúan ilegalmente. Son todos ellos innecesarios en un mundo donde mandan los ciudadanos de verdad y se busca un control más horizontal de la sociedad. E, incluso si no se consiguen las reformas de la democracia participativa que propongo en estos posts, es necesario eliminar estos privilegios para que la democracia representativa funcione mejor.

politicos 3Finalmente, junto al cambio en el pael de los políticos, es necesario reformar el sistema electoral que los elige. La Ley D’hondt es un problema, pero no es el problema principal sino el sistema de circunscripciones. Si el Congreso de los diputados representa al conjunto de la población española, entonces debería haber una única circunscripción para su elección, de modo que se proteja el principio de 1 ciudadano = 1 voto en igualdad de condiciones. Si el Senado es una cámara de representación territorial es importante que la circunscripción en este caso sea una para cada territorio que elige (en este caso, una por Comunidad), de modo que la composición del Senado refleje la identidad dispar de cada territorio; con ello, Senado y Congreso estarán formados por distintas composiciones y ambas cámaras tendrán que equilibrarse la una a la otra, sea a la hora de decidir (si seguimos en una democracia representativa) o en la de ilustrar (en una directa).

El resultado de todos estos cambios, combinados con los de los posts anteriores, nos encaminaría a un sistema político completamente diferente, donde los ciudadanos realmente tendrían el control de la sociedad y donde los políticos podrían ayudar a que los ciudadanos tomen decisiones informadas e inteligentes que lleven a un buen gobierno. En el próximo post de la serie abordaré la última necesidad principal pendiente: la globalización.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de estos cambios?

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