Teniendo en cuenta que, mientras escribo esto, las elecciones americanas aún no han terminado y no se sabe quien es el vencedor, creo que puede ser interesante ver cómo funciona su sistema, y así poder comparar con el funcionamiento del nuestro o, simplemente, entender mejor lo que ocurre en estos momentos del otro lado del charco.
Lo primero que debemos entender es que el sistema americano, a diferencia del nuestro, no es proporcional sino mayoritario. Aqui se intenta que todos los votos queden reflejados en la composición del Parlamento o cualquier otra autoridad (aunque su proporcionalidad no sea, precisamente, muy buena). Por el contrario, el sistema americano se basa en lo que ellos llaman “el ganador se lo lleva todo”: da igual que sea por un 30 % que por un 1 %, el ganador se lleva todo lo que está en juego.
Esto se aplica a nivel de cada uno de los Estados, que actúan como las circunscripciones. En cada Estado se vota independiente de los demás, y a cada uno de ellos les corresponden una serie de “votos electorales” al final. Así, el que tenga más porcentaje de votos en cada Estado se lleva todos los “votos electorales” en juego. Y el que tenga más “votos electorales” al final, es el ganador de las elecciones.
En este mecanismo sencillo hay un par de elementos clave a tener en cuenta. El primero de todo es que no todos los Estados tienen el mismo número de “votos electorales”, sino que estos dependen de factores como la población. Así, California es el Estado que más votos tiene, mientras que los Estados de las llanuras del oeste son los que menos tienen (el mínimo de 3). Esto hace que luchar por unos Estados u otros sea mucho más importante, ya que pesan mucho más.
Junto a esto, debemos tener en cuenta la gran variedad de la población de un Estado a otro. Si ya en España un gallego, un andaluz y un catalán pueden tener enormes diferencias entre si, ¡cuanto más en un país tan enorme y con tanta población dispersa como Estados Unidos, fruto además de muchas migraciones de poblaciones distintas! Por ello, en cada Estado hay diversos temas que importan, y donde en unos pueden preocupar temas como la financiación de Obama de la empresa automovilística (por ejemplo, Michigan), en otros puede pesar mucho más el control de armas (Texas) o la libertad religiosa, o la de expresión, o Medicare… por eso, en cada Estado los candidatos cambian por completo sus discursos, para tratar de aproximarse a la población de ese Estado lo máximo posible a la hora de atraer su voto.
Y es que es muy importante tener en cuenta que, por el enorme tamaño de Estados Unidos y su forma de ser descentralizada, hay pocos servicios nacionales. Por ejemplo, no hay periódicos de tirada por todo el Estado (como los hay en España), sino que la mayor parte son de un ámbito mucho más concreto. La radio igual, y gran parte de la televisión. Eso obliga y permite crear mensajes mucho más concretos y especializados para cada población, pero al mismo tiempo también incrementa enormemente el coste de las campañas políticas.
Debido a todo esto, ocurre que en realidad la campaña no se suele luchar en todos los Estados. Es demasiado caro, y hay Estados donde las condiciones (especialmente cuestiones como las minorías, el voto femenino, y la mentalidad de la población) hacen que siempre acaban votando Demócrata o Republicano. Así, mientras Nueva York o California tienden a ser Demócratas, Texas y el medio oeste suelen ser Republicanas. Así que, a la hora de la verdad, las campañas suelen centrarse en unos cuantos Estados concretos, donde las posiciones no están claras y se puede atraer e inclinar la balanza hacia un lado u otro según sea la campaña. Es lo que vimos con Ohio en los últimos días previos a las elecciones, por ejemplo.
Además, hay cuestiones importantes a la hora de votar, como el hecho de que el censo ha sido manipulado muchas veces para controlar qué poblaciones pueden votar (un caso habitual, por ejemplo, es poner menos cabinas de voto en los “barrios pobres”, tradicionalmente negros y votantes demócratas), o poner trabas a la hora de inscribirse en el censo, etc. Trampas a las que ninguno de los dos partidos son ajenos.
Y creo que, todo eso, más o menos sirve para ilustrar rápidamente el funcionamiento de las elecciones presidenciales del país más importante de la tierra en la actualidad, y de la democracia más antigua en funcionamiento.
Costán Sequeiros Bruna
Este es el comentario del antiguo blog:
Y tú, ¿qué opinas del sistema?