Este libro, dirigido por Esther Barbé, tiene un comienzo interesante, claro y bien llevado. Así, establece una teoría y un marco de análisis de la Unión Europea bastante completo y claro. Lo malo es que, tras ese primer tercio del libro, lo que se suceden son un análisis de caso tras otro al que se aplica ese marco, llegando claramente a ser muy redundantes. Pero vale la pena rescatar esta teoría general, que voy a resumir aquí.
Básicamente, a la hora de analizar el impacto y poder de la Unión en el marco de las distintas instituciones de gobernanza mundial, Barbé y los demás destacan tres dimensiones a tener en cuenta:
Primero, la capacidad de generar una voz única europea a la hora de hablar en esas instituciones. Esta voz debe ser el producto de la convergencia de las distintas posiciones de dentro de la UE, que lleven al establecimiento de una única historia hacia el exterior que no se contradiga.
Segundo, la capacidad de acción institucional de la UE. Así, si la Unión tiene las manos atadas por los Estados miembros, o si la Unión es capaz de actuar por su cuenta se convierte en una parte fundamental de su funcionamiento internacional. Destacan en esta dimensión la independencia de las instituciones de la UE de sus Estados miembros, pero también la autoridad de la misma a la hora de lo que decida la UE sea aplicado por los distintos países.
Finalmente, el tercer ámbito es el entorno internacional. Importa aquí el hecho de si la Unión es reconocida internacionalmente como un actor válido, o si los demás países prefieren hablar con cada Estado miembro por separado. También importa la cultura interior de cada organización y el ambiente global, si este es más multilateral o si este está más cerrado y es más hostil.
De la confluencia de todos esos factores es de lo que depende el éxito de la Unión. Idealmente, esta hablaría con una única voz, poseería independencia y autoridad, y se encontraría en un entorno que favoreciese la cooperación multilateral. Ante esas situaciones, la influencia y capacidad de la Unión serían máximas.
Sin embargo, las tres no confluyen nunca, y en el marco de cada práctica específica, las tres se combinan de distintas formas, teniendo distintos efectos. Lamentablemente, en mi opinión, ya se sabe que soy un apasionado de la teoría, se dedica demasiado espacio a ilustrar estas diferencias de caso a caso, en vez de construir una teoría sólida de la interrelación de los tres factores.
Costán Sequeiros Bruna
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