En la constitución de todo movimiento social hay una serie de pasos que se siguen más o menos de modo espontáneo. Es un proceso elaborado y complicado en el que intervienen innumerables factores, pero de la superación de cada una de las fases depende poder llevar adelante la siguiente con éxito. Llevo todo el día pensando en ello (al fin y al cabo, el 15O es el día más apropiado para el balance) y más o menos he llegado a la conclusión de que existen las siguientes fases:
El primer paso es la concienciación de que la situación social del momento es inadecuada. Es un fenómeno que se puede dar de forma lenta y progresiva a medida que la conciencia de la sociedad cambia, o puede verse acelerado ante grandes eventos y cambios que vayan en sentido opuesto a lo que la sociedad considera que debe ser. Así, la primera fase es difusa y dispersa, se va dando en muchas cabezas al mismo tiempo.
Tras ello se emite la fuerza descontrolada de la ira. Manifestaciones, protestas, discursos, confrontaciones, todo acciones lo más masivas posibles que tratan de transmitir el malestar de la sociedad con respecto a la situación que ven como inaceptable. En caso de que ya existan grupos trabajando en el tema, verán incrementarse su influencia y capacidad de acción, y puede convertirse en los mediadores u organizadores. De no ser así, el movimiento se irá construyendo a medida que anden.
Hasta este punto es hasta donde, en mi opinión, ha llegado el 15M/O en su evolución, y estaría debatiéndose tratando de lograr llegar al siguiente paso: construir un ideario. La ira es la acción negativa: se sabe lo que no se quiere. Debe sin embargo construirse la parte difícil, la positiva: qué se quiere en su lugar. Este complejo proceso es la clave de que un movimiento tenga éxito en sus modificaciones o no, porque la existencia de un ideario y unas propuestas sólidas y concretas dan sentido, dirección y motivación al grupo, y permiten la planificación estratégica de la acción. Por supuesto, la existencia de organizaciones trabajando en el tema, o predecesores puede simplificar esta tarea enormemente al servir de guía, pero el propio movimiento deberá llegar a sus propias conclusiones de un modo u otro.
Finalmente, llega el momento de la acción planificada. Aunque acción hay a lo largo de todo el proceso, no es hasta el momento en que hay un objetivo que la acción puede ser realmente eficaz, porque sólo se puede actuar estratégicamente cuando se sabe qué se quiere conseguir. Y sólo si llega a esta fase puede el movimiento traducirse en éxitos reales.
Esta es mi reflexión personal, ya que no soy un experto en el tema de los movimientos sociales ni he leído demasiado al respecto fuera de las lecturas que me mandaron en clase, pero creo que esas cuatro fases son más o menos lógicas y coherentes al menos con la experiencia que tengo de movimientos sociales (la lucha contra Bolonia, el Nunca Mais, etc). Creo que un papel vital en el paso de una fase a la siguiente depende no de la base del movimiento, sino del liderazgo del mismo, que debe ser capaz de mantener el movimiento a la vez que consolida el ideario. Obviamente, construir un conjunto de propuestas hará que haya gente que quede descontenta porque tienen visiones divergentes de lo que hay que alcanzar, pero si no se pasa de esa fase es difícil conseguir nada.
Lamentablemente, en los meses que van desde el 15M hasta hoy, aún no he visto señales de que se consiga construir ese ideario concreto y materializable. Al final, como ha ocurrido hoy en Sol, la gente se acaba dispersando en acciones sin ton ni son, que no obedecen a una planificación cuidada sino a la incapacidad de construir un objetivo. Y creo que es una muy mala señal, para un movimiento que es demasiado importante como para que podamos permitirnos que languidezca. Por supuesto, es el comienzo del camino, los movimientos requieren tiempo, pero he de reconocer que esperaba ver resultados más concretos hoy.
Costán Sequeiros Bruna
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