Enciendo la tele a ver las noticias. Guerras por aquí, atentados terroristas por allí, hambrunas en la otra esquina del mundo, y accidentes de tráfico y violencia doméstica en mi portal. Y, si hay un poco de buena suerte, aderezamos el menú con algún escándalo financiero o político, o un asesino psicópata. E, irónicamente, Michael Moore nos cuenta que aunque el número de homicidios en Estados Unidos se han reducido, la sensación de que han aumentado es considerable porque son más vistos. ¡Bienvenidos a la Sociedad del Riesgo!
Pero, ¿qué es eso de la Sociedad del Riesgo? Pues, lo cierto es que es una consecuencia, a medias deseada y a medias imprevista, de las dinámicas de control sociales que imperan cada vez más. Cuanto más pretendes controlar el mundo, más te das cuenta de que hay cosas que escapan a tu control, y más alarmantes y visibles se vuelven esas cosas. Y atraen la atención del público y, por tanto, de los medios de comunicación, con lo cual aparecen cada vez más en las noticias. Y, como debería rezar algún dicho, “nada es real a menos que salga en televisión, pero automáticamente lo es si aparece”.
Paremos, sin embargo, y empecemos por el principio. ¿Qué significa riesgo? Pues lo cierto es que la acepción más pura no tiene nada que ver con el peligro, sino que es un término más bien matemático y aséptico. Riesgo, de modo sencillo, es parecido a probabilidad, y básicamente se refiere a la probabilidad que tiene un hecho de tener lugar. O el riesgo de que ese algo ocurra. Si diez bolas iguales están en un bombo dando vueltas y una sale fuera decimos que tenía una probabilidad del 10% (o del 0,1 si nos ponemos más matemáticos). Pues, riesgo es muy parecido a eso.
Sin embargo, en la vida cotidiana de la gente, es un término de fuerte contenido político porque, básicamente, riesgo se refiere a cualquier potencial desarrollo nefasto de algún evento. Así, se habla del riesgo de que Al-Qaeda organice algún nuevo atentado, o de que las centrales nucleares tengan fisuras. Eso genera un mecanismo en el cerebro que se pone inmediatamente en funcionamiento: si puede ocurrir ese “algo nefasto”, debemos estar preparados para ello. Por tanto, tomamos medidas para prevenir eso. Pero claro, esas medidas implican peligros a su vez, de modo que tomamos nuevas medidas para prevenir esos otros nuevos riesgos. Y así en un círculo, ya que la pescadilla se ha vuelto a encontrar la cola. Y nuestro presente, nuestra vida, deja de estar determinada por lo que realmente está ocurriendo o ha ocurrido, y pasa a estar condicionada no por el futuro, sino por lo que esperamos que en el futuro pueda tener lugar, por improbable que sea.
Estos riesgos tienen una última dimensión que es extremadamente relevante: la globalización. Lo que antes podía ser un a catástrofe local (una mala siembra, por ejemplo) ahora puede alcanzar proporciones globales (como la histeria de las vacas locas, o el área expansiva de la nube de radioactividad nuclear). Lo cual implica que nadie puede realmente actuar contra ellas, porque aunque tienen lugar en un marco local (tienen lugar en sitios específicos) al mismo tiempo tienen consecuencias globales que van mucho más allá de su zona de impacto. Véase el caso del petrolero Prestige, hundido hace unos años, y cuya marea negra afectó a una buena cantidad de países, y desató una serie de debates acerca de posibles medidas a tomar para prevenirla que dependían del marco de referencia europeo, y no sólo el local (Galicia, en este caso).
¿Y qué se puede hacer para prevenir esos riesgos? Lo cierto es que nada porque, en gran medida, sólo son juegos en nuestra cabeza; y la parte que no es juego en nuestra cabeza, como todo lo que se refiere a la globalización, requiere de la aparición de organismos y entidades que puedan actuar a nivel global (ojo, no digo Estados únicos globales, ni mucho menos).
Así que destierra los miedos paranoicos, vive tu vida y disfruta de ella. Hay cosas malas delante, y buenas, preparate para ellas, pero sigue viviendo en el presente y no en el futuro. Planea, pero no te dejes atrapar por redes de planes hipotéticos en el futuro. Recuerda: el “¿Y si…?” puede ser peligroso. Es un riesgo él también.
Costán Sequeiros Bruna
PD: si queréis saber más sobre Sociedad del Riesgo, os recomiendo la lectura de las obras de Ulrich Beck, de quien saqué muchas de las ideas contempladas aquí.
Y tú, ¿qué opinas de esto?