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Tropico 6 y su democracia

Carátula del videojuego Tropico 6.
Tropico 6 tiene una interesante y mordaz descripción del funcionamiento de las democracias modernas.

Tropico 6 es un juego de gestión y construcción de ciudades donde jugamos como el Prez, el Presidente de una ficticia nación caribeña llamada Tropico. Más allá de las lecciones e ideas que siempre podemos aprender de estos juegos en torno a planificación urbana, lo que a mi me resulta más interesante es el sencillo pero eficaz modo en que plantea el funcionamiento de la democracia.

Entonces, empecemos por el principio de este tema. El punto de partida es que tenemos que realizar y ganar elecciones cada cierto tiempo. Estas elecciones presidenciales siempre son entre tú y un “otro” que es irrelevante, porque si pierdes las elecciones pierdes el juego, de modo que en realidad funcionan como un plebiscito en torno al apoyo ciudadano que tenemos con nuestra gestión. A priori sabemos de antemano cuanta gente firmemente a favor y en contra nuestra hay, así como el porcentaje de indecisos en el medio, con lo que si hemos ido gestionando bien la ciudad podemos más o menos saber desde el principio que vamos a ganar las elecciones, y si lo hemos ido haciendo mal somos conscientes de cómo de difícil va a ser.

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Reflexiones personales

Pitidos, Abucheos, Charlie Hebdo y la Libertad de Expresión y Asociación

expresion 1El 7 de Enero de 2015, las instalaciones de Charlie Hebdo en París fueron atacadas por un comando terrorista de fundamentalismo islámico, causando una terrible masacre como respuesta al hecho de que Charlie Hebdo hubiese publicado unas viñetas con la imagen de Mahoma. El mundo, consternado, se unió contra la manifestación de un ataque a la libertad de expresión, al derecho de la gente a decir lo que cree, la valentía de no ceder ante la presión de los extremistas y terroristas, etc. Unánimemente, las autoridades de todo el mundo condenaron el ataque como un acto de barbarie. Ellos tenían derecho a dibujar a Mahoma si quisieran, independientemente de que en una religión concreta estuviese prohibido, igual que se puede dibujar a Cristo, a Le Pen o a cualquier otra cosa. Esa es la libertad de expresión.

Avanzamos unos meses, llega la final de la Copa y en el Camp Nou se abuchea el himno de España. De pronto, no se trata de un acto de libre expresión con la que un colectivo muestra su rechazo a una idea (la nación española, en este caso) ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, sino un insulto, un ataque, una ofensa. Los militares incluso han llegado a exigir al Gobierno un protocolo que impida que estas situaciones sean legales y se puedan repetir. ¿Dónde está la diferencia? ¿Por qué es adecuado dibujar a Mahoma pero no pitar al himno?

La diferencia, como siempre, es que Mahoma es cosa de “los otros”, por lo que no pasa nada si lo atacamos, pero si se ataca a “lo nuestro” las reglas del juego cambian.