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Reflexiones personales

Cambiando el mundo (II): Participación con mayúsculas

sociedad civilEl jueves comencé esta colección de posts con el marco general de la situación actual. Estamos en un momento clave que abre muchas opciones a la sociedad, uno de esos momentos que definen las décadas que lo van a seguir de un modo u otro. Para sacarle el máximo partido necesitamos democratizar España y el mundo, a una escala muy superior a la actual. Hoy abordaré el primero de los pilares que se requiere para conseguir un cambio de verdad: necesitamos un sistema político donde los ciudadanos realmente tengan el poder de decisión.

Así, la democracia se supone que es el gobierno del pueblo, pero demasiado a menudo hemos asistido a cómo los partidos políticos instauraban una partitocracia donde ellos manejaban el poder y los ciudadanos sólo votaban entre opciones cerradas una vez cada varios años. Mientras tanto, los partidos copaban todo el poder y limitaban los márgenes de intervención y participación de los ciudadanos, del cual la Ley Mordaza actual es sólo un ejemplo más (y uno grave, además).

Por tanto, para construir una democracia fuerte, lo primero que hay que modificar es el grado de participación ciudadan. Esto tiene un requisito previo que, hoy en día, en buena medida se ha cumplido: la ciudadanía tiene que molestarse en estar informada de sus derechos y deberes sociales, debe entender el mundo en el que viven e implicars en las cuestiones comunes. Las Mareas, el 15-M, las ONGs, etc. son todos ejemplos de cómo, en efecto, la ciudadanía española (y, en buena medida, del mundo) está cada vez más concienciada de su papel como pieza clave de la articulación de la sociedad y el poder que ello le confiere. Así que, una vez cumplido el prerrequisito, ¿qué piezas concretas debemos construir?

Primero de todo, hace falta construir entornos, espacios y ámbitos donde los ciudadanos puedan tomar decisiones políticas. Las asambleas vecinales organizadas por el 15-M serían un ejemplo, pero lo que hace falta es institucionalizar esos espacios para dotarlos de competencias reales y poder para llevarlas adelante. Los presupuestos participativos son un buen ejemplo de esto, ya que se trata de un modelo donde son los ciudadanos los que escogen en qué se va a gastar el presupuesto del ayuntamiento en el que viven. Junto a la creación de nuevos espacios donde decidir y con peso institucional, es necesario potenciar los existentes, en especial el papel de los referendum y de las iniciativas legales ciudadanas, ya que ambos son hoy por hoy meramente anecdóticos.

GRA381. VALENCIA (COMUNIDAD VALENCIANA), 02/06/2014.- Alrededor de dos mil personas se han concentrado en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia para apoyar la república y exigir un referendum tras la abdicación hoy del Rey Juan Carlos en favor de su hijo, el Príncipe Felipe. EFE/Juan Carlos CárdenasEsto requiere de la consolidación de un espacio de debate público social. Necesitamos el equivalente al ágora griega o el foro romano: un lugar donde los ciudadanos puedan hablar de lo que les interesa, argumentar a favor de sus intereses, convencer a los que tienen otros, etc. Esto es importante para evitar situaciones como la catalana: ¿qué algunos catalanes quieren la independencia? La solución no es llevar a un choque de trenes por medio de cerrar los caminos con triquiñuelas legales que prohiban un referendum y una decisión ciudadana, sino implicar a toda la ciudadanía en un debate real e importante sobre las razones para permanecer unidos o separarse, y someter ese debate a la prueba definitiva: la votación. El ágora social es el lugar idóneo para ello, permitiendo a las distintas identidades defender sus intereses y valores en un terreno donde el debate legítimo y productivo pueda hacer que la “inteligencia colectiva” de la sociedad saque, a partir del debate conjunto, un camino lo más adecuado posible para su futuro. Sin duda, la puesta al día de los medios de comunicación de masas sería una pieza importante en este puzzle, aunque probablemente se tendrían que alejar parcialmente de sus intereses empresariales.

El siguiente paso requiere que la sociedad civil se reestructure y se inserte mejor en el espacio institucional de la sociedad en general. Hoy por hoy, las fundaciones y los lobbies son un coladero donde se defienden intereses muy parciales y que actúan de un modo completamente opaco ante la sociedad. Las ONGs y los lobbies pueden tener un espacio político relevante como transmisores de los intereses de ciertos colectivos (desde los empresarios a los ecologistas y mucho más allá), pero para hacerlo deben seguir normas que aseguren que sus negociaciones no vulneran los procedimientos legales, que sus estructuras son internamente democráticas, que no hay tráfico de influencias ni pagos, etc. A cambio de esa mayor exigencia (de transparencia, de rendimiento de cuentas, etc.) les correspondería una mayor capacidad e impacto en la toma de decisiones, actuando como asesores expertos en sus temas, con capacidad de dirigirse públicamente a las instituciones, etc.

Junto a esto, y a la creación del ágora, es necesario habilitar espacios para la manifestación, el debate y la organización de los movimientos sociales pues estos son los creadores de nuevos valores e identidades. Espacios donde puedan exponerse los idearios de los colectivos dispersos que los forman y que tengan suficiente proyección mediática y social como para entrar en la agenda de debate y discusión de la sociedad en su conjunto. Y potenciar, por el camino, las herramientas para que puedan encauzar sus protestas y demandas, garantizando ambientes donde se puedan producir manifestaciones pacíficas, reglamentando y controlando la acción policial (¡nada de antidisturbios sin identificaciones!), etc.

sociedad civil 3Junto a estos nuevos espacios para los actores y la creciente transparencia que es necesaria en todas las instituciones y organizaciones, se deben crear medios para garantizar que esa transparencia tiene consecuencias. No basta con ver cómo actúan los agentes políticos sino que es necesario establecer mecanismos para que los ciudadanos puedan retirar su apoyo a esos agentes (como la revocación de mandato o mociones de censura desde la ciudadanía) que vayan más allá del rendimiento de cuentas de los actores ante los tribunales. Si la sociedad está en contra de decisiones políticas que se toman (como que España entrase en la segunda Guerra de Irak), tiene que tener herramientas que garanticen que las instituciones se vean bloqueadas para avanzar por esas sendas que la sociedad no quiere. Y si un político está incumpliendo sus promesas electorales, es necesario que sea posible retirarlo del cargo sin que sea decisión de su partido.

De hecho, ya que estamos con las promesas electorales, si los partidos mantienen cuotas de poder (sobre lo que hablaré en el próximo post), es necesario que se reestablezca el mandato imperativo: osea, que tengan que actuar como han indicado que van a hacerlo en sus programas. Nada de prometer bajar/subir los impuestos y, una vez en el sillón, proceder a romper las promesas… si se quiere actuar fuera o en contra de lo que incluía el programa electoral, debería ser obligatorio recurrir a referendum para comprobar que la sociedad está de acuerdo en cambiar el plan original. Y estos referendum y votaciones ciudadanas frecuentes deberían ser completa y absolutamente vinculantes, amparadas por los tribunales y los mecanismos de control que garantizasen que estas decisiones sean o no sean implantadas.

El conjunto de estas medidas permitiría que una sociedad civil concienciada con su poder político y su papel en el gobierno de lo común tuviese una acción decisiva en la sociedad. Con esto, se constituiría como el actor principal de la política de un país y, correspondientemente, no sólo sería el principio legitimador del sistema (la soberanía reside en el pueblo) sino que podría actuar también como la más importante de las voluntades políticas del mismo.

Por supuesto, todos estos cambios no son suficientes por si mismos, han de ser insertados en un conjunto mayor, aunque de las otras dimensiones me encargaré en los próximos posts.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de este rearme de la sociedad civil? ¿Qué cosas echas en falta, o crees que sobran?

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