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Reflexiones personales

La Lucha por la Cultura y la Identidad en un Mundo Globalizado

Las culturas de las diferentes partes del planeta están en permanente cambio a lo largo de la historia, a diferentes ritmos según las circunstancias específicas de cada una de ellas. Desde el ascenso de la globalización, estos patrones de cambio se han ido acelerando en gran parte del globo. Esto es en parte debido a que el cambio tecnológico ha ido ganando velocidad también, y con ello impone modificaciones en la sociedad a medida que los nuevos productos tecnológicos se establecen y expanden entre los ciudadanos, ofreciendo nuevas opciones, acciones y riesgos y, con ello, cambiando su forma de ver el mundo.

Sin embargo, el relato central para este post no estriba en el cambio tecnológico, sino de la extensión de marcos culturales originados en puntos específicos del globo al conjunto de este. Es una de las caras de la globalización cultural que se dan en el planeta, a menudo llamada americanización del mundo, o McDonalización. Según esta teoría, el centro de producción cultural del planeta (Estados Unidos) irradiaría a todo el resto del globo su sociedad y cultura a través de su producción artística, musical, sus mass-media, su cine… Con ello, sus valores se irían introduciendo en diferentes culturas y creando un substrato común en todas ellas que, lentamente, irían convergiendo hacia una cultura única: la americana.

Lo cierto es que esta visión es una enorme simplificación de un proceso mucho más complejo, profundo e importante. En efecto, los Estados Unidos irradian su identidad y valores con una enorme fuerza, pero a su vez todo el resto de los países y culturas del planeta hacen lo mismo dentro de sus medios y capacidades, y en las esferas de influencia donde pueden intervenir. Así, la emigración exporta modelos culturales de un país a otro igual que lo hace la música americana, y Bollywood también irradia sus propios valores entre aquellos interesados en escuchar su mensaje.

Junto a las influencias culturales más tradicionales en la homogeneización de la cultura hay otra fuente de influencias de gran importancia que raramente se considera como tal: la ciencia misma. Así, la ciencia uniformiza la forma de pensar porque ofrece unos productos/bienes homogéneos para todo el mundo, pero también porque su propia lógica (el método científico) ha pasado a considerarse válido en todo el mundo y porque las ciencias de corte más social nos dicen los modos adecuados en que toda sociedad debe ser manejada. Así, la ciencia surgida en el siglo XVIII en Europa se habría vuelto uno de los productos clave exportados desde aquí a todo el mundo y, con ello, habría servido para imponer su lógica en todas partes, uniformando en cierta medida la forma de pensar de las gentes de todo el planeta.

Todas estas visiones y fuerzas culturales luchan por imponerse sobre los demás como ejemplos y reglas a usar, compitiendo en la arena común con fuerzas enormemente desiguales. De este conflicto surge un mestizaje cultural global en un proceso de aculturación. Este comienza con el fracaso de la doctrina del melting pot, que pretendía hacer desaparecer las diferencias entre los diferentes grupos en un todo común; y continúa con la insuficiencia posterior de la teoría de la salad bowl, o multicultural, donde los elementos diferentes convivían en el mismo espacio y se respetaban sus diferencias. Así, ahora surge la teoría del gazpacho (de Emilio Lamo de Espinosa), donde todo se junta en un mismo sitio y, aunque cada parte es diferente, resulta difícil separarlas ya que todas modifican, y son modificadas, por las demás.

Así, a medida que las diferentes sociedades exportan al conjunto global su propia cosmovisión, esta comienza a relacionarse con las demás visiones exportadas desde otros lugares. Surge así una cultura-mundo presente en casi todo el planeta, y que conoce un amplísimo porcentaje de la población.

Sin embargo, esto tiene un correlato adicional. Y es que, debido a la existencia de múltiples alternativas culturales (más o menos extendidas en cada caso) para cada uno de los aspectos que una persona pueda desear, se produce una Individualización de la Cultura. Cada individuo, sometido a todos esos ejemplos e ideas, escoge las que quiere seguir y, con ello, se forja su propia cultura, coincidente o divergente con las más extendidas allá donde él quiera que converjan o se distancien.

Esto ha llevado a la aparición de “culturas a la carta” y numerosas subculturas; la existencia de todas ellas extiende el relativismo cultural, ya que cada vez más la gente es consciente de que no existe una verdad definitiva. Esto, obviamente, lleva a un cuestionamiento del orden político, cultural, económico, religioso… aunque sea de modo inconsciente. Por tanto, se produce una cierta deslegitimación del orden existente en la medida en que este no encaja con la visión que cada uno tiene acerca de cómo debería ser (y es imposible que, con tal variedad y relativismo, el orden pueda amoldarse a las opiniones de todos).

Esta deslegitimación es un riesgo importante al que se le suele prestar menos atención de la debida. Al fraccionarse la identidad de los miembros de un Estado y perder este parte de su sustento identitario, lo que surge es una fuente de anomia, ya que se pierden los lazos con el mundo y las normas dejan de encajar. Como conjunto, se cae en un cierto caos de relativismo social donde las distintas visiones entran en conflicto por el poder político que les permitiría trata de imponerse sobre las demás. Además, cada individuo pasa a tomar marcos de referencia dispares, lo cual puede dificultar (o enriquecer) la comunicación al cambiar el conjunto de significados implícitos. Se fragmentan así las epistemes dominantes que pierden su universalismo y capacidad para servir de base para una sociedad unida y que se entienda, lo cual dificulta enormemente la búsqueda de fines sociales legítimos para el conjunto.

Todo lo cual supone un riesgo importante para las sociedades del mundo, y en respuesta a todo ello, los marcos culturales más específicos reaccionan a su vez desmarcándose en defensa de sus “valores tradicionales”, sus manifestaciones artísticas ancestrales, y su forma de vida histórica. Esta es una de las grandes fuerzas que dan impulso a la extensión del nacionalismo étnico que hemos ido viendo a lo largo de los años, y que lleva a que se privilegien formas autóctonas de actuar y pensar en detrimento de las versiones globalizadas emitidas por los medios de comunicación.

El mundo así se fracciona en comunidades más homogéneas que divergen de la norma global y que defienden sus intereses y formas de ver el mundo con más fuerza y radicalidad cuanto más amenazadas se sientan, como una fiera arrinconada contra una pared.

En conjunto, se construye una interacción que por un lado homogeniza, por otro individualiza, y por otro fracciona, todo al mismo tiempo y dentro de un marco relativista del mundo. Son visiones del mundo en permanente confrontación unas con otras, por cuanto se consideran a sí mismas como correctas, auténticas y apropiadas, y a las demás como equivocadas, extranjeras o incomprensibles. Y sobre ellas se construyen identidades individuales que las dotan de su fuerza. Así, el hecho de que las ideologías sean relativas no impide a los seguidores de cada una de ellas que las defiendan “a capa y espada”, pues en un entorno donde todo es sometido a duda, cada una de ellas se convierten en “verdades innegables”, y en tablas que soportan a los náufragos que no saben nadar por si mismos.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de este conflicto?

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