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Reflexiones personales

El Islam (II): Presente y Posible Futuro

Retomando el punto del anterior post, finalmente llegamos a nuestros tiempos. El pan-arabismo ha muerto (o da sus últimos estertores), y en su lugar cada vez más gobiernos árabes renuncian a las vías intermedias que podrían llevarlos a la Democracia (o, mejor dicho, al sistema de gobiernos basados en elecciones de “representantes del pueblo”) y se inclinan cada vez más por el integrismo. Si hasta la caída del Imperio Otomano los árabes en gran medida se habían quedado socialmente atascados desde el siglo XV, ahora van marcha atrás en muchos de sus países (que no todos, ojo): más sometimiento de la mujer, más fe, menos ciencia, menos educación real fuera del Corán, más dominación (si es que realmente la dominación varía en su cantidad, y no sólo en su forma), más hostilidad con Occidente (de nuevo, la Yihad malinterpretada no como búsqueda interior o guerra defensiva, sino como conquista), etc.

Y lo peor de todo es que, debido a su enorme masa de creyentes en todo el mundo y por ello su enorme capacidad de unión, el Islam realmente tiene la posibilidad de nuevo de ir hacia el frente y volverse de nuevo un ejemplo y un punto de referencia si, y sólo si, sabe ver más allá de los juegos de odio interno y división en los que participan cuando Estados Unidos tira de los cordeles adecuados. Así, debido a su posición económica, política, geográfica y, sobretodo, ideológica, el Islam bien podría convertirse en el paladín aglutinador de gran parte de las naciones del Tercer Mundo y tomar a las demás bajo su ala protectora.

Esto, obviamente, no interesa a Estados Unidos, pues ve peligrar su Hegemonía. Además, una alianza tal supondría un considerable peligro no sólo para sus aliados israelíes (los cuales, no lo olvidemos, pagan parte de las campañas electorales de ambos partidos importantes… lo cual es decir mucho) sino incluso para todo el modelo de acumulación capitalista/mundializado (que no globalizado, son cosas diferentes) que han construido y mantienen atado por medio del Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, la OTAN y el Fondo Monetario Internacional; y, con ello, sus propias riquezas, que extraen “legalmente” de aquellos países que dependen económicamente de dichas organizaciones (aunque, últimamente, parece que algunos de esos países, especialmente en America Latina, están empezando a no estar de acuerdo con el juego).

Si el Islam realmente fuese capaz de unirse y ejercer esa oposición política (hora de un poco de especulación), lo cierto es que probablemente no fuese el único en esa batalla. La UE en ocasiones ya se opone a Estados Unidos, y el Gigante Chino continúa dando señales de que su sueño “eterno” está llegando a su fin. Ante todo este concierto de augurios de cambio, la unicidad y unilateralidad de la Hegemonía americana tendría, forzosamente, que verse debilitada y, eventualmente, llegar a su fin; con ello se abrirían las puertas para el camino hacia un mundo globalizado (que no mundializado) y multicéntrico donde un equilibrio se pudiese hallar… y con él quizás una cierta libertad real.

Hay, sin embargo, un peligro en todo esto. El integrismo islámico busca romper la baraja, pero no de modo constructivo. Su opción, la guerra asimétrica (fundamentada sobre interpretaciones dudosas, en el mejor de los casos, del Corán), amenaza con someter todo el complejo sistémico a tensión sin organizar nada para que sustituya a lo anterior; sin dar la ocasión a los bloques políticos, sociales y económicos a madurar, el enfrentamiento con la Potencia se vuelve un ejercicio de tierra quemada, y hace que la Hegemonía se blinde antes de tiempo. Ante esta situación, todos se ven forzados a posicionarse del lado de Estados Unidos porque no hay alternativa real; por ello, la posibilidad de una alianza futura con el Islam se pierde ante la inevitable demonización a la que se someten debido a sus “actividades” (y es que nada justifica el recurrir al terrorismo y el asesinato).

Y es que, como claramente cuentan en la película La Batalla de Argel, la independencia no se consigue por las armas. El pueblo es el motor de la historia, y sólo se producirá un cambio real cuando el pueblo así lo desee y luche (figuradamente) por ello. Al fin y al cabo, la Era de la Información es la Era de las Palabras.

Sino, estaremos eternamente atados a un cementerio de élites, viéndolas por siempre sustituirse unas por otras y nunca cambiar más que superficialmente.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog: post 38 post 38-2

post 38-3

Y tú, ¿qué opinas del futuro del islam?

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