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El tamaño de nuestros círculos sociales

circulos socialesPor círculos sociales voy a referirme aquí al conjunto de personas con las que nos relacionamos en los distintos ámbitos: trabajo, ocio, familia, etc. pero especialmente centrado en aquellos que consideramos colegas o amigos. Se que es una definición algo reducida, pero creo que aquí es útil. Así que empecemos por el principio de verdad a la hora de ver cómo evolucionan los círculos sociales que una persona genérica tiene a lo largo de su vida.

Y, como no puede ser de otro modo, el comienzo de una vida es el momento del parto. A menudo se dice que llegamos al mundo en blanco, sin nada, pero eso es falso ya que, entre otras cosas, llegamos con un círculo social al que unirnos: nuestra familia. Sea como sea esta, un bebé realmente pequeño considera que su familia es básicamente todo su mundo social (como mucho añadiendo algunos amigos muy cercanos de los padres que puedan pasar de visita con cierta asiduidad), de modo que de allí extrae aprendizaje, amistad, cariño, amor, castigos, etc.

El segundo círculo social al que pertenecer se abre cuando los padres comienzan a llevarlo al parque a que juegue con otros niños y niñas de su edad. Este es un círculo social muy rústico, en la medida en que en realidad un niño de esa edad no establece relaciones duraderas con los otros que haya en el parque, solo interactúa con ellos en el marco de si quiere jugar a esto o aquello o si lo animan los padres.

Cuando el círculo de pares se empieza a establecer de verdad no es por tanto en la arena del parque sino, más bien, en el colegio. Aunque las amistades en la infancia temprana pueden ser muy volubles y cambiantes, ya son círculos en los que la niña se integra de verdad, creando lazos cada vez más sólidos con el paso del tiempo. También se abrirá al entorno de su casa, solidificando el círculo que tenga con sus vecinos, sean los del parque o los de su edificio.

circulos socialesLa llegada de la adolescencia y la juventud inicial suele implicar la explosión, la fase en que los círculos sociales son más grandes y más numerosos: los compañeros de estudios, la gente de la disco, los que hacen tal actividad extraescolar, los amigos del barrio, etc. Es la época de explorar y conocer el mundo de modo que se debilitan los vínculos con los círculos familiares (esa rebeldía clásica de la adolescencia por la cual se aprende a ser alguien autónomo) y se busca en los que son como uno las respuestas a nuestra vida, de modo que a menudo pasa a valer más la palabra de un amigo que lo que diga un padre o un profesor.

Con el final de la universidad y la llegada al mercado laboral aparece un nuevo círculo social en el que integrarse: el trabajo. Es un círculo muy peculiar porque, a diferencia de los demás (salvo la familia) no está constituido por quienes queremos que estén en él (como los amigos) sino por quienes tienen una relación contractual estable con la misma empresa que nosotros. En ese círculo amplio habrá que buscar quienes son amigos posibles, quienes serán rivales, quienes ocultan bajo una máscara de falsa amistad una relación de competición real, etc. Y es un círculo que, además, normalmente va a incluir fuertes elementos de competencia y poder internos, como mínimo a la hora de asegurar mantener el empleo o relacionarse con los jefes.

En paralelo a la llegada al mercado laboral, probablemente la persona haya tenido varias relaciones románticas que empiezan a tener ya bastante duración y a lo largo de su tiempo inicial en la empresa comenzará a organizar una familia propia. Esto añade otro círculo social pues, además de la pareja, normalmente se integran en él los padres de ambas partes, los cuñados y demás, conectados a través de la pareja y sus posibles hijos.

También es probable que a estas alturas la persona tenga o constituya uno o más círculos de ocio estable. Sean clubes de cierta actividad, sea el uso asiduo del gimnasio y la gente que en él hay, la pertenencia a un equipo de fútbol o a un grupo de lectura, estas actividades proporcionan un nuevo círculo de gente con sus allegados que se añaden a los que la persona tiene.

En este punto hay que parar un momento. Este joven personaje se encuentra probablemente en el punto de su vida en que más relaciones sociales va a tejer. Tiene la máxima cantidad de círculos sociales (su familia original, sus distintos grupos de amigos, su trabajo, la vida social de “salir de fiesta”, la familia de su pareja…) que va a tener en su vida, una situación que se da normalmente entre los 20 y los 30 años, dependiendo de cuánto tiempo haya dedicado a estudiar.

circulos socialesA partir de aquí, las personas procederán a ir cerrando parte de los círculos a los que pertenecen. El trabajo y su propia familia incipiente (especialmente con el nacimiento de los hijos) empiezan a requerir cada vez más tiempo, de modo que es necesario ir reduciendo el tiempo dedicado a conocidos, a explorar el mundo y descubrir gente nueva, etc. Si consigue encajarlo en su horario, la persona intenta normalmente mantener los círculos que tenía, quedando con sus amigos en sus días libres o tratando de seguir yendo al club de lectura que justo cuadra en su día libre del curro, pero normalmente esto es cada vez más complicado ante las demandas de tiempo que suponen el mercado laboral y la familia.

De modo que a partir de entonces, los círculos sociales se van reduciendo cada vez más. De cada círculo se quedan unas pocas personas, los amigos de verdad, mientras que el resto van retrocediendo dentro de la marea de los “¡cuanto tiempo fulanito, tenemos que quedar para tomar un café y ponernos al día!” con los que se saludan cada vez que se puedan encontrar por casualidad, sabiendo ambas partes que en realidad ese café nunca ocurrirá porque ambas están demasiado ocupadas en sus propias vidas.

Distintos eventos, como los divorcios, pueden suponer golpes en este declive que modifiquen parcialmente la tendencia, ya que surgen necesidades nuevas como la de buscar pareja. Sin embargo, aún pese a este potenciador en la necesidad de abrir los círculos sociales, lo cierto es que la tendencia en general seguirá siendo la opuesta.

Por ello, a medida que los años pasan, los círculos sociales se van constriñendo cada vez más. La llegada de la muerte va a ser la clave a partir de cierto punto ya que, una vez que uno deja de conocer asiduamente gente que añadir al círculo, cada vez que la segadora llega a por uno los círculos quedan reducidos permanentemente (o casi). Así, la persona cada vez se relaciona con menos gente, centrada en mantener aquellos círculos que son compatibles con su vida y que han estado ahí prácticamente desde la juventud.

circulos socialesLa llegada de la jubilación es peculiar en este sentido, porque existen muchas trayectorias. Al volver a tener tiempo libre, hay gente que vuelve a ampliar sus círculos sociales aprovechando que sus propios hijos ya son mayores y no hay tareas laborales que ocupen los días; otros en cambio, permanecen en sus círculos de comodidad más cerrados, aún cuando tienen tiempo, prefiriendo permanecer en sus casas o con sus seres queridos de toda la vida. Y, por supuesto, hay que contar las dificultades que puedan suponer los “achaques de la edad” que, a menudo, dificultan la capacidad de cada uno para llevar una vida independiente o incluso salir de casa para quedar con amigos. Y así pasan los últimos años sociales antes de que la segadora llegue por todos.

En resumen, por tanto, si hiciésemos una gráfica con la cantidad de gente que se relaciona alguien asiduamente y con la que establece cierto tipo de relación afectiva, veríamos que la gráfica tendría aspecto de colina. El punto más alto probablemente estaría en algún punto entre los 20 y los 30 años, a partir del cual iría decayendo hasta que vuelve a un número muy pequeño hacia el final de la vida de cada uno.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas sobre la evolución de los círculos sociales de cada uno?

 

2 replies on “El tamaño de nuestros círculos sociales”

Interesante análisis, pero echo en falta quizá algún párrafo más para expandir la dimensión de la intensidad de los lazos con cada persona o grupo de amigos.

Hum, es que eso me temo que no lo sabría decir en una narración más o menos general como esta. En gran medida porque cada persona establece vínculos de diferente fuerza no sólo según el tiempo, según su personalidad, sus experiencias, la gente que les rodea, etc. No es lo mismo el adolescente popular de un instituto que el chico retraído, por ejemplo, igual que no es lo mismo la jefa que toma cócteles en el club de campo a la secretaria. Todos ellos generan vínculos de distinta intensidad, pero en gran medida los que generan dependen más de ellos mismos que de la situación vital: hay gente de muchos amigos superficiales y pocos profundos, otros tienen menos amigos superficiales pero profundizan más, etc. Así que, en general, me temo que al menos por ahora esa narración no sabría sistematizarla.

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