Hace un par de días, la izquierda europea escogió a Schultz como su candidato a Presidente de la Comisión Europea. Esto, en principio no nos llama la atención, estamos habituados a que los partidos tengan candidatos a la presidencia. Sin embargo, no es así como funciona la UE, y es un cambio de sistema que puede tener consecuencias enormes.
Si prestamos atención al Tratado de Lisboa, veremos que el Presidente de la Comisión no funciona como los cargos de presidente a los que estamos habituados. Al contrario, a él no lo escogen los ciudadanos, sino que los países (a través del Consejo) son los que proponen al candidato a la Presidencia de la Comisión al Parlamento, el cual debe ser “acorde con la ideología del Parlamento”. Pero es una decisión del Consejo, no de los ciudadanos.
Esta disposición del Tratado de Lisboa era uno de los muchos modos en los que el Consejo ha ido arrebatando el poder a la Comisión, que originalmente era el órgano principal de la Unión (de aquellas Comunidad). Con ella, el Consejo se aseguraba de ser él quien elegía a un candidato a gusto de los países, que por tanto no se opondría a ellos (que por algo lo eligieron para el cargo). Era un precioso método de control institucional fuera de los cauces previstos para ello.
Si cogemos el modelo federalista de la Unión (resumiendo mucho), hace tiempo que el vínculo de poder que se establece es el del modelo clásico estatal: la Comisión se convierte en el Ejecutivo, el Parlamento en el Congreso, y el Consejo en el Senado. Una transformación así requiere inmensos cambios en los Tratados de la UE, pero es una corriente clásica dentro del pensamiento europeísta. Uno de los pilares clásicos del sistema parlamentario donde las elecciones a Presidente no son directas es que es el Congreso el que lo elige (como pasa en España, por ejemplo), cosa que de momento en la UE sólo pasaba “en teoría”.
Sin embargo, este giro de los hechos puede significar un cambio muy significativo en el funcionamiento de la Unión. Primero, porque los partidos europeos, que en realidad son una amalgama de partidos nacionales unidos de aquella forma, se solidifican en torno a una única figura. Empiezan a coger entidad como partidos de verdad, al margen de las piezas que los componen.
Eso, por si mismo es un cambio importante, pero mucho más relevante es el hecho de que se invierte el flujo de poder. Si antes la corriente era del Consejo a la Comisión porque ellos tenían la capacidad de nombramiento, ahora la corriente será desde el Parlamento a través de unas elecciones generales europeas… osea, el origen del poder es el pueblo. Esto implica que, de todas las instituciones europeas, el Consejo y el Parlamento pasarían a ser las únicas con elección popular (actualmente sólo la tiene el Parlamento) y por ello serían las instituciones más legítimas.
Hoy por hoy, muchas veces se critica a que la Comisión y el Parlamento a menudo ladran, pero es el Consejo el que puede morder, independientemente de lo que digan los otros dos. Si el poder en la Comisión sale del Parlamento surge ahí una alianza muy sólida (que ya existía antes, pero ahora sería institucionalmente sólida, no sólo de facto). Pero esta alianza, unida a la legitimidad y a la fuente independiente de poder (el pueblo), implican también que la Comisión pasa a tener la fuerza con la que morder, porque no depende del Consejo.
Si esto es así, si todos los partidos presentan a sus candidatos para las elecciones europeas y no sólo los socialistas, se pueden también producir debates televisivos y personificación de las instituciones. Esto puede lograr que estas sean más fáciles de entender, lo cual podría acercarlas a unos ciudadanos muy descontentos y que entieden muy poco de su funcionamiento. Lo cual no sólo las legitimaría más, sino que podría lograr equipar con fuerzas nuevas a un proyecto que cada vez se duele más del continuo crecimiento del euroscepticismo y del populismo.
Todo esto, como se ve, puede implicar cambios mayores en el funcionamiento de la UE. O puede que no. No soy un adivino que pueda ver el porvenir, pero dicen que la mejor manera de predecir el futuro es entender el presente, y esta desde luego es una puerta seria que se acaba de abrir. Que la recorramos o no dependerá de los conflictos de poder en el seno de la UE, que otros partidos escojan candidatos que presentar directamente pero, sobretodo, del resultado de las urnas en la próxima primavera. Entonces veremos el siguiente capítulo de esta historia.
Costán Sequeiros Bruna
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