Categories
Reflexiones personales

¿La Gran Amiga H?

Es curioso, la Bomba de Hidrógeno, Bomba H, o Bomba Atómica (como queráis llamarla) ha sido desde su aparición el mayor terror que la raza humana ha conocido. Y de hecho, estaba diseñada y planeada sobre todo para eso, no es un arma de uso real, sino de terror.

La historia habitual no lo cuenta, pero el comienzo de su andadura ya es paradójico. Surgida de planes nucleares alemanes capturados por los Aliados, y de un campamento de investigación donde se congregaron las mejores mentes científicas (de ciencias físicas) americanas del momento, la historia de su desarrollo fue breve. Sin embargo, su uso fue una gran mentira. No porque no se usase, ni mucho menos, que la cantidad increíble de muertos prueba que si que se usó, sino porque los motivos eran falsos. Se dijo que se usaba para que el Imperio Nipón se rindiese, y con ello salvar las vidas de miles de soldados americanos desplegados en el Pacífico y, con ello, poner fin a la Segunda Guerra Mundial. Ironías de la vida raramente contadas, Japón había enviado ya su rendición una semana antes de la caída de las primera de las dos bombas.

Entonces, ¿por qué masacrar Hiroshima y Nagasaki? Lo he dicho, la Bomba H no es una bomba real, sino de terror. Y eso era lo que importaba. En el nuevo orden mundial que se instauraba con las conferencias de Potsdam y Yalta, los Estados Unidos querían ser Hegemonía. Así que enviaron un mensaje claro a su único rival, la Unión Soviética: si intentáis cualquier cosa, barreremos vuestras ciudades como barrimos las japonesas. Y ciertamente dominaron el panorama político (no olvidemos que el poder político se basa en la fuerza militar) durante unos años, aunque menos de los que querrían, pues pronto la URSS fue capaz de dotarse de bombas nucleares también.

Y comenzó la verdadera Guerra Fría, en la cual ambos lados del Telón de Acero se podían destruir mutuamente. Esa es la Bomba H, no la que explota, la verdadera bomba es la que domina el panorama político del mundo. La que teje y desteje relaciones internacionales, alianzas, pactos y guerras.

Entonces, ¿por qué digo que tremendo monstruo puede ser nuestro amigo? Irónicamente, las bombas nucleares tienen un efecto principal, como bien señala J. Vestrynge en “Frente al Imperio”: democratizan el mundo. ¡¿Qué?! Pues si. Cuando un país puede arrasar a otro independientemente de su destino (el famoso “yo muero, pero te vienes conmigo”), la guerra entre ese país y los demás deja de ser viable (a menos que no tengan bombas) porque es una guerra fatidica, una victoria pírrica, un suicidio mutuo. Así que ambos países se ven forzados a sentarse a la mesa de negociación y debatir sus problemas, incapaces de ir al campo de batalla como ha hecho la raza humana desde sus albores (y muchas especies animales también). Por ejemplo, la política francesa establece que (citando mencionado libro):

Francia, en caso de ser atacada, destruirá al adversario; pero, y además, no establece “cuando” responderá, y “qué” exactamente provocará la respuesta nuclear.

Como bien dice, esto genera una enorme cantidad de incertidumbre sobre qué podría llevar a la respuesta nuclear francesa, y por ello disuasión, ya que no se sabe cuanto se puede presionar a Francia… y por tanto, cualquier ataque contra Francia se vuelve inviable si no se quiere uno arriesgar a que los misiles salgan de sus silos y se lleven nuestro país por delante (o ambos, en caso de que nosotros tengamos misiles también).

Por tanto, la Bomba evita el dominio del mundo por parte de un bando sólo, especialmente cuantos más países se doten de ellas, generando fuerzas multipolares que ponen en jaque cualquier hegemonía. De ahí todas las discusiones que surjen ante el enorme problema que supone el desarrollo e instalación del famoso Escudo Antimisiles norteamericano, dado que si un país tiene armas nucleares y puede protegerse de los demás se vuelve hegemónico en si mismo de nuevo, ya que las bombas de los demás dejan de tener capacidad disuasoria sobre su política.

Por supuesto, con todo esto no trato de decir que la Bomba Nuclear sea buena, ni mucho menos. Es un monstruo absoluto, un terror mayor que cualquier demonio religioso. Sin embargo, mucho más terrible sería que estuviese sólo en las manos de una única nación, ya que sería capaz literalmente de dominar a las demás a través del miedo. Así que, como siempre, todo es más complicado de lo que parece en nuestro mundo, y nada es ni blanco ni negro, sino gris. Y a menudo, los tonos de gris se confunden mucho más de lo que parecería en principio.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

post 32

Y tú, ¿qué opinas?

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.