El humor, lo gracioso, puede tener muchos orígenes, pero uno de los principales suele ser la sorpresa. Al fin y al cabo, si nos conocemos el chiste, no suele tener gracia. Esta sorpresa normalmente juega con el contexto, lo que es lógico y apropiado en cada momento, de modo que al romperlo surge la risa, porque ocurre algo absurdo. No es nada absurdo, por ejemplo, un discurso sobre la opresión del Estado y la democracia… salvo que ese discurso lo tengan unos campesinos con el Rey Arturo. Y ahi tenemos a los Monty Python:
Tag: cotidianeidad
Vivimos en la era de la información, donde todo el conocimiento está a un click de distancia de nosotros. Periódicos, enciclopedias, textos científicos, análisis especializados, comentarios de actualidad, reseñas filmográficas… prácticamente cualquier cosa que queramos saber, la podemos descubrir en un instante con solo una búsqueda rápida en Internet. Y, sin embargo, la mayor parte de la red jamás será pisada por ninguno de nosotros (¡y no hablo ni siquiera de la deep web!), sino que al contrario, cada uno usa unas zonas específicas para sus intereses y sus vidas.
A la hora de la verdad, la mayor parte de la gente construye sus vidas y sus redes de información en base a dos supuestos que además se compaginan: sus propios intereses y formas de ver la vida, y la gente con la que se relaciona. Sin embargo, en muchos sentidos, la gente con la que más nos relacionamos y en la que más confiamos es aquella con la que tenemos muchos interes compartidos y formas de ver la vida que entendemos de modo similar, de modo que ambas cuestiones se reflejan la una a la otra. Y esto es muy importante a la hora de lidiar con la información que cada uno busca en la vida.