Tras el final de la Guerra Fría, Estados Unidos se convirtió en la única hegemonía dominante en el mundo. Llegó incluso a hablarse, como dijo Fukuyama, de que la historia había llegado a su final, ya que nadie sería jamás capaz de desafiar al titán. Sin embargo, como expondré a continuación, la situación ha cambiado ya mucho, y más cambiará en el futuro.
Las economías emergentes y sus correspondientes países llevan muchos años creciendo a distintos pero altos ritmos, pero al principio su ascenso estaba eclipsado por la potencia total americana, y la potencia económica ascendente europea. Sin embargo, cuando en 2001 Jim O’Neill (de Goldman Sachs) creó el término BRIC para englobar a Brasil, Rusia, India y China como buen destino de inversiones, la situación había ya cambiado tanto como para que estos cambios empezasen a hacerse muy visibles. Sus economías crecían a toda velocidad, y cada vez se aproximaban más a las dominantes. Se mencionaba que China cogería a Estados Unidos, si mantenía el ritmo, despues de 2050, pero con el paso de los años la cifra se fue rebajando más y más. Sin embargo, por aquel entonces, en plena crisis de las Torres Gemelas y la Guerra de Afganistán primero e Irak después, la hegemonía americana aún se veía intratable en su gran poder, y la posición de los BRIC se consideraba una cuestión simplemente económica.
El BRIC, por entonces, se conformaba con crecer económicamente e ir trabajando la situación interna de sus países, haciendo reformas, corrigiendo cambios, estableciendo élites y acuerdos. China, y su teoría del “ascenso pacífico” es perfecto ejemplo de ello. De hecho, ya desde 1999 existía el G-20, y sin embargo no era una pieza clave de la gobernanza económica mundial, que todavía se hacía en el G-8 (G-7 más Rusia).
Pero el fracaso militar americano en ambas guerras, y los fracasos políticos de Europa para constituirse como pieza sólida (en especial la fallida Constitución Europea de 2005) fue dando espacios cada vez más importantes donde los BRIC podían jugar movimientos clave. Y lo hicieron, con mucho éxito además. Reforzando sus vínculos para presionar conjuntamente incrementaron su posición y poder en el campo interestatal. Esto llevó a los primeros cambios en el orden mundial, con la sustitución del G-8 por el G-20 en 2009 conseguían una mayor influencia económica global, que fue pareja a algunos cambios en la asignación de votos en el interior del Banco Mundial en 2010. En 2011, el grupo se acrecentó, pasando de ser los BRIC a ser los BRICS, con la adición de Sudáfrica, y se baraja la inclusión futura de Corea del Sur y Méjico. Ascensos que han sido aún más acelerados por la crisis económica que atenaza a occidente desde 2008.
Pero los cambios han ido más allá de la economía. El ascenso de los BRICS se ha visto también en ámbitos muy diferentes. China tuvo sus Olimpiadas, luego vino Londres, y le seguirá Brasil, y no debemos olvidar el Mundial de Fútbol de Sudáfrica; las películas y series occidentales cada vez incluyen más referencias a oriente, y Bollywood ya hace tiempo que produce más películas al año que Hollywood; también la industria de los videojuegos muestra cada vez más estos países, como Max Payne 3 (Brasil) o Sleeping Dogs (China). De modo que, mediáticamente, estos países están ganando en proyección mundial rápidamente, incluso como centro de atención a industrias e ideas occidentales como el mundo de los videojuegos o los Juegos Olímpicos.
E incluso en el día a día tenemos cada vez más presentes a estos países, usando productos Made in China, o siendo atendidos por telefonistas mejicanos, o comprando en la tienda china de la esquina. Han llegado a España, como al resto del mundo, ya que la India ya es la oficina de Inglaterra, por ejemplo.
El siguiente paso ya ha comenzado. Recientemente, tras su reunión de Durban, los BRICs ya han dejado claro que la situación actual de reparto de poder internacional no les parece suficiente. Tienen más poder del que corresponde a su peso en las instituciones internacionales, y quieren que eso se solucione. Aún no están hablando de tomar la hegemonía, pero si quieren aproximar las posiciones y reducir las distancias con las que occidente ha defendido su ventaja política interestatal.
El futuro, inevitablemente, es complejo. Sin embargo, si la historia nos dice algo es que a todo imperio le llega inevitablemente su fin. Y que los procesos, que antiguamente llevaban siglos completarse, se han ido acelerando, cada vez con menos imperios, más breves, y más omnipotentes en su duración. Al dominio americano se le acaba el tiempo, la hegemonía mundial total de la que disfrutó tras la Guerra Fría no creo que dure más allá de 2025 como mucho, siendo disputada cada vez en más frentes. Y con ellos va Europa.
¿Cómo será el mundo que viene? Nadie lo sabe. Todo depende de cómo se produzca la transición de uno al otro. Podría ser que le sucediera la hegemonía china, brasileña o india. Sin embargo, mi opinión actual es que lo que seguirá será una nueva gobernanza global basada en un multilateralismo muy inestable, donde la presión diplomática y económica probablemente pese más que las armas. En un mundo así, probablemente el soft power sea el más importante, y la capacidad estratégica para crear alianzas y vínculos será la clave para la inserción apropiada en un mundo cada vez más interdependiente.
Pero, en cualquier caso, el tiempo lo dirá. De momento, lo que está claro es que el ascenso de los BRICS es imparable, tal y como están las cosas, y acomodar este ascenso es el reto político interestatal más importante de nuestro tiempo, probablemente, junto con al encauzamiento adecuado de la globalización.
Costán Sequeiros Bruna
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