Los economistas clásicos dicen que el valor de un objeto se encuentra en el punto donde se cruzan las dos curvas principales de la economia: oferta y demanda. Así, cuántas más personas quieren una cosa, más sube su precio, y cuántos más copias haya de esa misma cosa a la venta, más baja. Sin embargo, aunque esta apreciación es más o menos correcta en economía, lo que hace es ocultar ligeramente la base real del valor de las cosas: la escasez.
El mundo en el que habitamos es un mundo de bienes finitos: hay una cantidad limitada de móviles a la venta, una cantidad limitada de Mona Lisas, una cantidad limitada de todo lo que nos rodea. Cuánto más limitada sea esa cantidad, más valor le damos al objeto/sentimiento/idea/lo-que-sea asociado.