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Crítica de series: Bandersnatch y Maniac

Cartel publicitario de Maniac

En muchas ocasiones, el mundo del ocio y el entretenimiento se han sumergido de distintas maneras para explicar distintos tipos de demencia o el funcionamiento del cerebro. Un buen ejemplo de esto es el excelente Hellblade, un juego que se adentraba en el funcionamiento de la psicosis. Maniac y Bandersnatch lo hacen ambas, desde distintos puntos de vista y con distintos objetivos, pero igualmente son interesantes.

Maniac coge la estela de otras obras a la hora de usar la imaginación para mostrar el funcionamiento de la mente. Si les quitamos toda su trama y su acción, una película como Sucker Punch es básicamente una representación de cómo la capacidad para perder la cordura puede proteger a una persona en una situación terrible (ya decía Lovecraft que la demencia es la mayor clemencia que existe en la realidad). O Inception, si se le quita su historia, es básicamente una representación del modo en que la mente trata de defenderse.

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Crítica de serie: Mr. Robot

Robot 1Mr. Robot es una historia acerca de hackers, seguridad y sobretodo corporaciones. Pero, sobretodo, es una historia que trata sobre esas cuestiones de un modo maduro y adulto, dando algunas reflexiones muy interesantes sobre los tres ámbitos, con pinceladas de temas adicionales como anarquismo, locura o terrorismo. Todo ello narrado con un buen estilo, quizás un poco lento, pero que da pie a algunos diálogos (especialmente cuando el protagonista habla a su “amigo invisible”) realmente inspirados. Todo ello envuelto en buenas interpretaciones, una historia intrigante y una ambientación peculiarmente inquietante pese a la aparente tranquilidad.

El hecho de que trate acerca de hackers hace que uno de los elementos más presentes en toda la serie es la discusión en torno a la privacidad cada vez menor en la que vivimos. Así, desde el principio, uno de los modos en que el protagonista interactúa con el mundo que le rodea para todo tipo de situaciones (pero especialmente la interacción humana) se basa en la violación sistemática de los sistemas informáticos de quienes le rodean, hasta poder acceder a sus secretos digitales. Una muestra de cómo la privacidad menor generalizada entra de lleno en contacto con la falta de seguridad a la hora de protegernos de posibles intrusiones virtuales de gente cualificada y con ganas de hacerlo.