Escrito por Thomas S. Kuhn, este libro es una pequeña maravilla dedicada a la explicación de la evolución y cambio de la ciencia, de una forma clara, concisa y llena de ejemplos que lo convierten en una delicia para leer. Sus explicaciones abarcan todo el proceso con un enorme detalle e interés, pero la pregunta clave (y a la que me dedicaré en este post) se trata de si la ciencia es o no acumulativa en su progreso.
Y es que esta pregunta, aparentemente tan sencilla, no lo es tanto. Todos hemos aprendido en el colegio que la ciencia avanza imparable, abarcando y explicando cada vez más porciones de la realidad, de la verdad. Así, a los enunciados de Newton, Einstein les añadió más contenido y expandió sus posibilidades con la teoría de la relatividad, por ejemplo. Pero para entender esto, introduzcamos un concepto clave: paradigma.
¿Qué es un paradigma? ¿Recordáis lo que hablamos de episteme cuando discutimos a Foucault? Pues, básicamente, un paradigma es una episteme a nivel científico. Osea, es una forma de entender un campo de estudio, completa con una serie de asunciones a nivel teórico, herramientas metodológicas, y objetivos a cubrir. Por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein es, en si misma, un paradigma, pues no sólo expone una teoría/explicación de una serie de fenómenos, sino que además tiene una serie de herramientas que permiten medir esa serie de fenómenos y otros, y una serie de definiciones sobre lo que es digno de investigación y lo que no.
Sin embargo, los paradigmas no dan las respuestas a todas las preguntas, sino que se centran en una serie específica de fenómenos a estudiar. El problema llega cuando esos paradigmas encuentran cosas que no pueden explicar, y más cosas que no pueden explicar, y más. Eventualmente entran en crisis, y un nuevo paradigma que soluciona esas cuestiones pasa a ocupar su lugar. Con el tiempo, este entra también en crisis, y es sustituido (a Einstein, por ejemplo, le sigue Hawkins y la física cuántica).
A priori, parece que esto significa acumular conocimientos sobre los que ya había, desarrollando así más la ciencia en dirección a la verdad, pero lo cierto es que no es así. Con cada cambio de paradigma no sólo se descubren y amplían las cosas, sino que otras son cortadas y eliminadas porque ya no encajan con ese paradigma. Incluso explicaciones enteras del mundo, que se tenían por “finalizadas y completas”, se dan de lado como erróneas o mal enfocadas. Con esto, el nuevo paradigma no se acumula sobre el anterior, sino que lo sustituye, manteniendo algunas cosas y cambiando otras.
¿Cual es la consecuencia última de esto? La más importante, desde luego: que no hay Una Verdad que descubrir. Incluso en ciencias aparentemente neutras, como la física o las matemáticas, cada uno de los paradigmas cambia por completo nuestra forma de ver y entender el mundo, y con ello la verdad a la que podamos llegar. Así, la ciencia no avanza en la búsqueda de la explicación del mundo, sino que explica el mundo a través de explicarnos a nosotros mismos. El mundo, y nosotros, acaban siendo lo mismo.
Costán Sequeiros Bruna
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