Cuando me encuentro ante una adaptación de una novela que me gusta, como es en el caso de American Gods, lo primero que me importa es cuán fiel es a la original: y de esta puedo decir que no sólo captura la esencia, sino que incluso en los pequeños momentos que cambian alguna cosa, lo hacen de modo excelente. Si que desarrollan más cosas que en la novela se mencionan o se narran en un par de párrafos, pero lo hacen con mucho acierto y buen gusto. El resultado es una serie de una enorme fuerza, tan lenta y pausada como la novela. Además, es tan irreverente y completa en su aproximación a la religión que me sorprende y alegra enormemente que no hayan tenido miedo en meterse a fondo con qué cree la gente y qué críticas recibirá por ello. Jalona todo ello con unas interpretaciones excelentes, una fotografía llena de momentos y escenas impactantes y algunos diálogos simplemente brutales (especialmente cuando discuten de la divinidad, o las historias de algunos dioses que tocan más las desigualdades actuales) y es simplemente impresionante y de una gran valentía.
De las historias de desigualdad, creo que es importante rescatar tanto la escena en la que se narra la historia pasada de Bilquis como la de Anansi. Sin entrar en spoilers, la primera es un tratado mágico y filosófico que encierra a su manera en su interior la gestación del heteropatriarcado entero, aunque al estilo de Gaiman nunca se dice expresamente sino que se deja intuir en cómo narran la evolución de la poderosa diosa femenina.
La historia de Anansi en cambio es la contraria, la brutal descripción de siglos de opresión, abuso y tortura de los negros llevados a América por los blancos. Una descripción que más allá de quedarse en el “entonces” del momento que narra, avanza en el tiempo para mirarnos directamente a los ojos ahora y ponernos cara a cara con que el racismo sigue siendo muy real y cobrándose muchas vidas al cabo del año en todo el mundo.
Esto engancha con que es una historia sobre la fe y cómo la fe puede conseguir grandes cosas. Yo soy ateo, así que no es por ese lado que me interesa, pero la fe humana no solo es una cuestión religiosa y eso en gran medida se encuentra presente en American Gods. Al fin y al cabo, como dicen en un momento dado, es una historia de fe en un mundo cada vez más ateo, y es interesante ver cómo se encuadran ambas dimensiones y el sentido que tiene todo. Porque, no nos llevemos a engaño, la fe sigue siendo capaz de mover montañas en el mundo contemporáneo. Sino, basta con escuchar el capítulo de Vulcan y luego compararlo con la cantidad de atentados que hay por motivos religiosos en el mundo…
Porque, en el fondo, es una historia sobre la fé humana, pero también de la emigración. De cómo cada grupo que se mueve de un lado a otro del mundo lleva su forma de entender este con ellos, porque tras los dioses de American Gods se esconden también las culturas, los ritos, las identidades de las personas que los llevan con ellos. Así, desde la primera escena con la llegada de los vikingos a América hasta la última, American Gods es una excelente descripción de lo complicado que es crear una tierra a partir de una enorme diversidad de las gentes iniciales y cómo es fácil olvidar quienes eran antes de llegar, como en la historia del Leprechaum.
Y esa es otra de las piezas centrales de American Gods: es una historia sobre el cambio. El cambio en el modo que vivimos, la evolución de las viejas historias a las nuevas y la necesidad de adaptarse. Se ve perfectamente en la historia de Astari, pero en el fondo es un tema recurrente a lo largo de toda la serie (y lo será más en futuras temporadas) cómo lo antiguo y lo nuevo no lo tienen fácil para convivir. Especialmente interesante es si volvemos a la visión de los dioses como manifestaciones de la forma de entender la gente el mundo, porque lo que nos está diciendo es lo difícil que es compaginar a la vez el mundo que está cambiando con el mundo que conocimos o leemos en un libro de historia.
Porque al final, esa es la gran historia de American Gods: el mundo cambia, las desigualdades persisten, y aunque no creamos muchos en ella al final si queda algo de magia. Es una historia de historias, y precisamente porque los dioses son representaciones de la fe humana, nos hablan de nosotros mismos, del mundo en el que vivimos y del que estamos construyendo. Realmente, vale la pena.
Costán Sequeiros Bruna
Y tú, ¿qué opinas de American Gods?