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Reflexiones personales

Igualdad Forzada

Que las mujeres y los hombres son iguales, y deben serlo a todos los efectos, es algo que sólo los más retrógrados siguen discutiendo a estas alturas. Sin embargo, el cómo obtener esa igualdad real y no sólo sobre papel, y lo que debe incluir, si que es algo que se discute, y mucho. Lo mismo se discute acerca de otros múltiples grupos sociales que se encuentran, de un modo u otro, discriminados en uno o más campos.

La postura que dicta el sentido común es que lo principal consiste en eliminar todo tipo de barreras que impiden el acceso a la gente de modo desigual a una situación, y que eso hará que todo se nivele. Básicamente, si en una empresa quitas todo tipo de barreras, la gente será escogida en base a su curriculum, y su experiencia, y cobrará lo mismo.

Lo cierto, sin embargo, es que esto es una gran mentira. Esta es la postura que defiende el liberalismo, donde se supone que cada persona es igual a otra y libre, porque sólo hay personas en las sociedades. Si sólo hay personas, y liberalizamos todo, todos tendrán igual acceso a las cosas. El problema es que en la sociedad lo que hay no son individuos, sino grupos sociales, con desiguales intereses y recursos.

Por el contrario, la sociedad está compuesta por grupos sociales diversos, fundados en múltiples categorías: sexo, clase social, religión,… Las personas, por supuesto, pertenecen a varios de estos a lo largo de su vida. Muchos de ellos no tienen consecuencias sociales especiales: el ser un seguidor del Atleti, o del Real Madrid no es probable que vaya a condicionar tu trabajo o tu sueldo, por ejemplo. Pero otros si que lo tienen.

El problema es que, cuando alguien tiene poder, no lo cede libremente. Cuando es un poder obvio, como puede ser el poder ejecutivo en un gobierno, tomarlo puede ser bastante sencillo en el sentido de que se sabe cómo y cuando actuar. El problema es que hay formas de dominación y poder que están tan asumidas que simplemente “es natural que las cosas sean así”, sin que a nadie le parezca eso poder o dominación. Durante siglos, el esclavismo estuvo permitido y era natural, porque los esclavos “no tenían alma” y eso lo justificaba a los ojos de todos.

A la hora de solucionar estas desigualdades, no se trata de eliminar las barreras administrativas o legales, pues esas no son la fuente del problema. Además de eso (que también) lo que hay que hacer es forzar a cambiar a la mentalidad de las personas, lo cual es mucho más complicado, porque no es un objetivo tan visible, ni el camino es tan obvio.

Es aquí donde entran las medidas de discriminación positivas, tan debatidas. El sentido de la discriminación positiva es que obliga a que, de un modo u otro, el elemento “inferior” sea puesto a igual nivel que el “superior”, forzando así a un contacto que de otra forma no existiría. Este contacto obliga a que ambas partes se acostumbren la una a la otra y, con el tiempo, acaben por ver como normal esa relación, que sea normal que la otra parte esté ahí. Y, con más tiempo aún, el concepto de “esta” o “la otra” parte deja de tener sentido, y la desigualdad es eliminada. Os voy a contar una historia para ilustrar esto:

En los años justamente posteriores a la abolición de la separación entre negros y blancos en Estados Unidos, los gobernantes se encontraron con que, aunque no había ya barreras legales, lo que ocurría era que ambas etnias seguían completamente segregadas voluntariamente. ¿Por qué? Porque habían aprendido que lo normal era no mezclarse. Así que los gobernantes obligaron a que niños blancos al azar fueran a escuelas de negros, y viceversa, como una entre muchas políticas para que ambas etnias se relacionasen y mezclasen. Obviamente, desde entonces, aún no han triunfado completamente en eliminar las barreras raciales, pero han avanzado mucho en ese sentido.

Medidas de discriminación positiva, por tanto, hay muchas. No todas, obviamente, funcionan rápidamente, o incluso funcionan demasiado, pues como toda medida tomada “desde arriba”, desde el poder, si la sociedad no la sigue no llega muy lejos. Sin embargo, una vez que se ha reconocido la existencia de esos grupos, y se ha comenzado a forzar su integración, la sociedad comienza a seguir lentamente el proceso de absorción hasta que se llega, sino a una asimilación, desde luego si a una integración. Con tiempo, obviamente, buen hacer y buena voluntad.

Costán Sequeiros Bruna

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