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Putin y Rusia

Supongo que no soy el único al que esta noticia de El País ha preocupado. Es cierto que acabo de leerme el último libro de Naomi Klein, como ya sabéis, y que por tanto “me pilla sensible”, pero no puedo menos que estar iracundo con Putin y lamentar que una vez más, Stalin haya derrotado a Lenin (figuradamente). Es obvio que la apertura paulatina y socialista de Gorbachov a la democracia y el capitalismo ha muerto hace mucho, como demuestran los últimos presidentes rusos, pero esto es demasiado. Un aumento de la inversión en armas, un país que se define como “unido cuando está en guerra”, una modificación de las leyes de las elecciones para asegurarse una victoria, numerosos recursos naturales para financiarse y ganas de expandirse (como prueba Chechenia). Ciertamente, esto me suena a Alemania, cuando Hitler crecía en poder.

Vale, vale, dejo el alarmismo de lado aunque reconozco que me ha impresionado. Pongámonos las gafas sociológicas sobre este evento.

Primero de todo, un análisis político rápido. Putin obviamente quiere mantener el poder para él y para los suyos (ya que en principio él no piensa repetir), así que la lógica inicial señala a un grupo organizado socialmente que pretende esa revalidación por una mayoría aplastante. Machiavello ya señaló, hace muchos siglos, que la función del Príncipe es mantenerse en el poder, así que esto no es sorprendente. Y teniendo en cuenta la tradición golpista propia de la política de Rusia en los últimos veinte años, tampoco es sorprendente que recurra a estos métodos.

Estas medidas de fortalecimiento del poder centralizado (unida a la referencia a la eliminación de los oligarcas y el fortalecimiento de la administración) hablan de que viene un proceso doloroso para la sociedad rusa, uno que no estarían dispuestos a aceptar de no ser por la gran fuerza del Gobierno y su disposición a usarla. Es lo que Naomi Klein llamó Shock, como ya vimos en el post anterior. Y teniendo en cuenta la línea actual de la economía mundial, este probablemente sea un shock económico, destinado a rebajar aún más las reducidas prestaciones de la sociedad rusa y abrirla aún más a sus amigos de las inversiones extranjeras. Y eso viene a confirmar las referencias posteriores en ese artículo a las inversiones extranjeras, que tienen un “marcado tufo a la Escuela de Chicago”.

Así que, aplicando el análisis que Naomi Klein hace de la sociedad moderna, me temo que estamos ante un caso de manual de Terapia de Shock. Lo siento por los rusos, esto realmente es para estar enormemente enfadados. Y eso si no viene algo peor, y Rusia decide usar sus fuertes reservas de gas natural y petróleo como arma política que usar contra la UE.

Vale, vale, ya me callo. Llega de teoria conspiratoria por unos meses.

Costán Sequeiros Bruna

PD: quizás habría que hacer otro post sobre esta noticia sobre las reformas de Giuliani y las elecciones en Estados Unidos, precisamente en esta misma dirección.

Y tú, ¿qué opinas de estos eventos?

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