Basta ver cualquier película dirigida a adolescentes para ver continuamente la exaltación de la individualidad que ahí se hace; pero es sólo uno de los ejemplos más claros de cómo la sociedad nos anima continuamente a ser únicos, a ser diferentes a los demás, a ser originales. No vale ser una réplica de los demás que te rodean, hay que buscar algo que nos diferencie de todos ellos y nos haga brillar, por tonto que pueda parecerles a los demás.
Este mensaje, tan visible en las historias para adolescentes, está presente en multitud de ámbitos diferentes. Muchas son las campañas publicitarias, por ejemplo, que indican que comprar un producto te hace diferente (Apple, por ejemplo, jugaba con eso), los programas de talentos donde cada uno muestra lo que sabe hacer, etc. Lo diferente es visto como bueno y esparcido a los cuatro vientos como el camino a seguir.