Europa acaba de responder a la jugada de Tsipras de convocar un referendum con su propio órdago: fuera. Y, con ello, si no corrige su posición en los próximos días, habrá confirmado que el sueño de una Europa unida ha engendrado un monstruo, que una comunidad de ciudadanos unidos como era la CEE se ha convertido en una Unión de acreedores. Que, en el fondo, Merkel ve Europa como un banco y ha decidido deshauciar.
Llevo unos días escribiendo sobre el cambio social y el momento histórico en el que vivimos, y pronto retomaré la serie con el resto de posts, pero ahora toca girar la cámara: si estamos viviendo un momento histórico (y lo estamos haciendo), es posible que Europa esté a punto de suspender abismalmente uno de sus exámenes más importantes. Que, dentro de cincuenta años, las generaciones venideras nos miren a todos y digan, ¿pero en qué estaban pensando? Y, desgraciadamente, no habrá una respuesta positiva.