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Explicando tu vida

Acciones Reflejas

Desde siempre, nos han enseñado que el ser humano tiene una serie de instintos que actúan sin que el cerebro los necesite: si tocamos un fuego potente, retiramos la mano inmediatamente por ejemplo. Estos instintos son de origen biológico, herencia de nuestra parte animal.

Sin embargo, existen también los instintos sociales, que en sociología son llamados “conocimientos receta” tal como los expone Goffman, si no recuerdo mal (no tengo a mano ahora mis apuntes). Estos conocimientos tienen dos características principales: la primera es que, como los biológicos, son acciones (o no acciones) reflejas en las cuales ni siquiera pensamos, y la otra es que son aprendidos de las sociedades en las que vivimos, y cada una tiene unos diferentes. Vamos a poner unos pocos ejemplos.

Cuando alguien extiende la mano y os dice “hola” surge casi de modo automático un “hola” de respuesta. O, por ejemplo, los hombres cuando van a un baño público se sitúan en los urinarios siempre dejando uno libre como mínimo entre ellos y el siguiente si es posible.

Es, como véis, en parte también el terreno de los tabús, ya que cuando un tabú es lo suficientemente severo en una sociedad ni siquiera se piensa en eso.

Pero los conocimientos receta tienen un sentido. En el post anterior os mostraba cómo el cerebro es incapaz de procesar el 100% de los estímulos que le llegan, de modo que cada una de las partes de nuestro cuerpo opera con una lógica diferente para maximizar sus funciones y su éxito. Los conocimientos receta son una de estas lógicas, a medio camino entre la percepción y la acción.

Así, cuando dos personas desconocidas se encuentran, un “hola” y un apretón de manos (o los tradicionales “dos besos”) sirve eficientemente para establecer una comunicación sobre unas bases que son comunes para ambas partes, eficazmente “rompiendo el hielo”. Ambas partes han reconocido en el otro la posesión de una cultura relativamente conocida y común (un japonés, por ejemplo, hace una reverencia muy específica, que no encajaría con el apretón) y que se encuentran en una posición de igualdad a la hora de interactuar.

El no colocarse en el sitio adyacente a otro en el cuarto de baño, por ejemplo, es una subrutina que nos permite escoger con mayor rapidez cual de los urinarios vayamos a utilizar, sin entrar en la “esfera de espacio personal” de la otra persona y, con ello, molestando lo mínimo. Y, con ello, se respeta el tabú existente en nuestra sociedad de unos hombres con respecto a otros.

Para conocer la fuerza de este conocimiento receta (del cual hay muchos más ejemplos en nuestro día a día), varias universidades han hecho experimentos que se basan en la rotura del mismo. Que te presenten a alguien y estrecharle la mano mientras le llamas “hijo de puta”, por ejemplo, podría ser uno. En caso de que lo hicieses, lo más normal es que encontrases la misma respuesta que con otros muchos conocimientos recetas: el shock en la otra persona. En vez de enfadarse ante un insulto inmerecido, normalmente pasará antes por un breve instante de desorientación, a medida que su cerebro se da cuenta de que hay algo raro en ese movimiento rutinario. Normalmente, por tanto, su respuesta será algo del estilo de “¿perdón?”, dando a entender que no ha entendido lo que se ha dicho. Por supuesto, esto no se cumple siempre, y bien puedes ganarte un bofetón.

Otro ejemplo de experimento se hizo con ascensores. Hay un conocimiento receta que dice que cuando entras en un ascensor te das la vuelta y miras hacia la puerta por la que entraste, en espera de salir. Lo hacemos automáticamente. Sin embargo, se hizo un experimento en el que se llenaba un ascensor hasta la mitad con gente que estaba de espaldas a esa puerta, para ver cómo reaccionaba la gente. Lo que se observó era que, en general, si se encontraba con la gente de espaldas, la gente se quedaba de espaldas también, aún cuando normalmente se hubiese dado la vuelta. La explicación de por qué se quedaba de espaldas depende de otros mecanismos sociales que os explicaré en otra ocasión, pero lo que importa ahora era el par de segundos en que la persona de pronto se encontraba con que la puerta abierta, y la gente en una situación anómala. Toda esa gente se veía “obligada” a pensar su respuesta ante los actos que tenía delante, y al final decidían racionalmente cambiar su actitud con respecto al conocimiento receta, que se había visto invalidado por una situación que no encajaba en sus parámetros.

Os recomiendo, pues, que un día de estos en que tengáis tiempo dediquéis un poco del mismo a observaros en cómo actuar con otros y con el mundo que os rodea. Veréis entonces la enorme cantidad de acciones que llevamos adelante de modo automático, sin pararnos a pensar sobre si se debe hacer de ese modo u otro. Y veréis que la mayor parte de ellas son acciones sociales, que se basan en la interacción con otros, y que el otro las hace igual.

¡Divertiros, y feliz año nuevo que viene!

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas al respecto?

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