La Razón (si, con mayúsculas), esa magnífica creación del Siglo XVIII, ordenadora del universo en torno al hombre. Fría, pura, magnífica. ¿O no tanto? Lo cierto es que la razón como la conocemos sólo es una de las muchas formas en que nuestro cerebro funciona. Sin embargo, desde la Edad Media, hemos sido enseñados que la mente “superior” (o alma, según dirían en tiempos medievales) es pura, mientras que el cuerpo (o lo sensible) está lleno de pecados. Ello nos ha llevado a despreciar los sentidos, y los sentimientos, como motores organizativos, como parte integral de lo que somos, en el ordenamiento de nuestra vida y nuestro mundo. Pero lo cierto es que el cerebro no tiene sólo lógica.
Usemos un ejemplo sencillo de esto: la memoria. A priori, la memoria no es lógica: puedes esforzarte muchísimo en memorizar un examen y no acordarte de nada, y en cambio te lees la alineación de un equipo de pasada en el Marca y te los sabes todos. Es selectiva, pero parece que lo hace sin ton ni son. Pero lo cierto es que para nada, lo que ocurre es que sigue su propio ordenamiento, que se basa en el entrecruzamiento: el examen está vinculado a tu carrera sólo, mientras que la alineación del equipo se cruza con tus aficiones, con lo que hablas con tus amigos, con tus ídolos…
Otro ejemplo: el miedo. Todo el mundo te dirá que los miedos son irracionales, ves una serpiente y simplemente te asustas. Lo cierto es que son uno de los mecanismos más poderosos de supervivencia, ya que van íntimamente ligados a una serie de reacciones fisiológicas: segregas adrenalina, tu percepción aumenta igual que tus reflejos, piensas más rápido… Cuando alguien ve una serpiente, por tanto, siente miedo, y ese miedo le hace sobrevivir con mayor probabilidad. El lado malo del miedo es que, en su mayoría, es herencia de un tiempo muy diferente al nuestro actual, donde los peligros no son las bombas nucleares o la comida contaminada, pero no por ello son irracionales.
Todos esos funcionamientos del cerebro no lógicos (podríamos añadir otros, como la percepción espacial, por ejemplo) siguen sus propias lógicas perfectamente racionales desde el punto de vista de su función y su utilidad. Lo que ocurre es que se podría decir que son parte del subconsciente, en el sentido que su funcionamiento y sus prioridades no están dentro de nuestro campo de análisis y decisión. No puedes decidir qué cosas recuerdas y cuales no, simplemente las recuerdas o no (bueno, puedes esforzarte, estudiar, etc., pero eso es aceptar el funcionamiento de la memoria e intentar dar mayor énfasis a algo). Y a esto es a lo que la sociedad le tiene miedo desde siempre: a lo que no conoce.
No podemos conocer nuestro “subconsciente”, pero está ahí. Podemos ver sus reacciones, pero no realmente entenderlo. Pero, ¿eso lo hace malo? No, la verdad es que no. Es una parte integral de lo que somos, igual que nuestra parte lógica, o nuestros sentimientos, y renegar de una parte sólo nos hace algo más débiles y dementes. ¿Te cortarías una pierna, sólo por que no entiendes que camine automáticamente al lado de la otra sin que le ordenes nada? No creo, porque hace lo que tiene que hacer de otro modo no significa que lo haga mal. Pues esto es lo mismo.
Lo que tenemos que aprender a crear es una sociedad donde las emociones, la memoria, y otros muchos procesos laterales del cerebro sean integrados adecuadamente. Y, ciertamente, estamos más avanzados en esto de lo que muchos creen, sino echadle un vistazo a la publicidad, ¿es racional, o quizás es más bien emocional? Y el nacionalismo, ¿acaso no tiene fuertes puntos en común con el funcionamiento de la memoria?
Finalmente, como siempre, si todos estos elementos han sido integrados más de lo que inicialmente podría parecer, pero siendo diferentes para cada uno, ¿los de quienes han sido integrados? Como siempre, sin sorpresas, creo que encontraréis que los de la mayoría con una cierta preponderancia de la élite, a un mínimo que echéis un vistazo crítico a los valores que os han enseñado o al conjunto de las leyes de la sociedad. ¿Quizás ellos no están dispuestos a dejar de lado sus emociones, mientras nos enseñan a los demás a dejar las nuestras de lado o a tomar las suyas?
Costán Sequeiros Bruna
Y tú, ¿qué opinas de ello?