La tesis de Fernando Losada Fraga es, ciertamente, un texto complejo, profundo y completo. Sin embargo, eso es así porque es inevitable escribir un texto de esta clase cuando se aborda un tema de la complejidad del diseño de la Unión Europea, en temas tan actuales como es su modelo de gobernanza, o la crisis de legitimidad democrática de la Unión. Es, por tanto, un buen texto, aunque probablemente no recomendable para aquellos que no tengan un interés profundo en el tema.
Sin embargo, creo que es interesante rescatar del texto una pequeña parte del mismo, y que es un concepto que viene bien explicar aquí. En efecto, uno de los elementos clave de la tesis es la discusión sobre lo que significa el término “gobernanza”, que tan a menudo se usa en ámbitos dispares que se ha acabado por convertir en un cajón de sastre donde todo vale. Después de estudiar el tema con calma y su uso, proponiendo diferentes definiciones que se han ido usando a lo largo del tiempo, Fernando Losada acaba llegando a la siguiente acepción para el término que, personalmente, creo de lo más acertada e interesante:
Gobernanza: “Arte o manera de gobernar que considera que la adopción y la ejecución de las decisiones públicas han de ser llevadas a cabo en estrecha colaboración entre los poderes públicos y la sociedad civil, valiéndose para ello de la reciprocidad como mecanismo de integración social preferente”.
Así, desde este punto de vista, la gobernanza a lo que se refiere es a la construcción de una nueva forma de gobernar, una que se base no tanto en el uso jerárquico del poder, sino en la participación de muy diversos actores sociales propios de la sociedad civil (ONGs, asociaciones vecinales, sindicatos,…) que tomarían parte en la toma de decisiones allí donde su conocimiento y experiencia pudiese ser útil a la hora de tomar decisiones.
La clave en todo esto es el mecanismo de integración, en este caso la reciprocidad, que implica que no se gobierna desde arriba por mandato, sino que ambos órdenes (gobierno y sociedad) se interrelacionan en un nivel más horizontal y menos jerárquico. Así, la clave de todo es que uno ayuda al otro, y viceversa. Que se consultan, que se informan, que se tienen en cuenta.
En cierta medida, la gobernanza sería un paso en dirección a una sociedad de una democracia más real, de una democracia más participativa. Quizás no se gobernase como individuos, pero al menos sí que implicaría la interrelación profunda entre gobiernantes y gobernados. Y eso siempre es bueno.
En cuanto a las relaciones de la gobernanza y el modelo de construcción de la Unión Europea… bueno, para eso me temo que tendréis que leer el libro, porque no voy a escribir aquí las 341 páginas que le dedica al tema.
Costán Sequeiros Bruna
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