Oh! You better watch out,
You better not cry,
You better not pout,
I´m telling you why…
XXXX is coming to town!
He’s making a list,
He’s checking it twice,
He’s gonna find out
who’s naughty or nice.
XXXX is coming to town!
He sees you when you´re sleeping,
He knows when you´re awake.
He knows when you´ve
been bad or good,
So be good for goodness sake!
Esta conocida canción infantil habla de la llegada de Papa Noel, pero, hagamos una pequeña prueba. Releed la canción sustituyendo las XXXX por el “Gran Hermano” y veréis que tiene igual sentido. Porque, en el fondo, este villancico es una canción sobre la vigilancia.
Originalmente esta canción nos habla de la vigilancia de los padres sobre los hijos, fomentando un cierto control de los mismos y un aprendizaje de las formas correctas a base del regalo prometido por Papa Noel. Sin embargo, el Gran Hermano no es más que una ampliación del mito de la vigilancia paterna a un nuevo nivel, la vigilancia de la propia sociedad (al fin y al cabo, no se llama Hermano por nada).
Esta cancioncilla tiene una enorme fama (sobretodo en Estados Unidos) no porque sea mejor o peor, sino porque hace resonar cadenas en nuestro interior que nos hace sentir identificados con ella. Todas las leyendas famosas e historias que contamos a los niños y que se repiten una y otra vez en el cine y la literatura se basan en ese mismo hecho, ya que nos hablan de cosas de nuestro mundo real: Caperucita nos habla del peligro y de la desconfianza de los extraños, la Cenicienta de la importancia de la honradez, etc. Nos hablan de cosas modernas, aunque lo hagan de formas elípticas y alegóricas, pero su moraleja queda. Y las que dejan de encajar en el mundo van, lentamente, pasando de moda y desapareciendo (por ejemplo, el Cantar de Mío Cid ya no se reproduce públicamente como entretenimiento de las gentes, como se hacía en la Edad Media).
A través de todo ello, todos aprendemos (entre otras cosas) que nos vigilan, y que debemos ser buenos o habrá castigos y consecuencias. Adoctrinan a nuestros “policías interiores” para comportarse de modo correcto a la sociedad en la que estamos. Como el Panóptico que ya hemos debatido a menudo, nos enseñan modelos de control donde unos nos vigilamos a otros ya que el poder lo sabe todo. Da igual lo que hagas, Papa Noel sabe si eres bueno o malo.
Y este aprendizaje continua después cuando crecemos y vemos como las cámaras de seguridad que están en todas partes permiten a la policía detectar las infracciones (por ejemplo, en CSI), y que los sistemas de control de las personas basados en las medidas biométricas son el futuro (Gattaca, por ejemplo). Y al aprenderlo así, dejamos de preocuparnos por las consecuencias: pérdida de la intimidad, redefinición de las libertades, etc.
No me malinterpretéis, no estoy abogando en contra de ello. Personalmente creo que no hay modo de evitar ese desarrollo de la sociedad con todas las nuevas tecnologías. Lo que importa es establecer un nuevo debate, profundo, que redefina y actualice los valores, y las formas en que se mueve la sociedad, para que esté preparada para defendernos en el futuro como nosotros deseemos, y que no sean abusadas por los poderes en existencia aprovechando los huecos en las normativas mientras los valores tratan de ponerse al día. Sólo la sociedad civil tiene el poder para hacer esto, y sólo ella tiene la capacidad de forzar a los poderes para que ajusten las definiciones de lo correcto, los límites y los objetivos de una manera saludable, y apropiada. Sino… bueno, dejamos en manos de otros lo que deberíamos hacer nosotros, y eso deja abierta las puertas a sus abusos y a sus decisiones correctas, sin que necesariamente importemos nosotros.
Costán Sequeiros Bruna
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