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Reflexiones personales

La Palabra “Poder”

Los idiomas dicen mucho de las sociedades y personas que crearon ese idioma: de sus necesidades, de la forma de relacionarse con el entorno, y de las cosas que consideran similares u opuestas, por ejemplo. Así los esquimales tienen muchas más palabras para blanco que el resto de las sociedades, porque distintas tonalidades se pueden referir a distintos tipos de hielo, indicando peligro o seguridad.

En castellano nos encontramos con que la palabra poder es al mismo tiempo el verbo “capacidad de actuar” y el sustantivo “poder” como fuerza o mando. En inglés, por ejemplo, ambos términos son distintos, siendo el verbo adecuado “can” y el sustantivo “power”. ¿Qué nos dice esto acerca de los españoles?

Sin ser un lingüista, creo que el castellano pone de manifiesto en su estructura idiomática una relación muy importante: el que puede actuar es aquel que tiene el poder para ello. Si no tienes poder, no tienes capacidad de acción, ya que te faltan los recursos necesarios para llevar adelante el acto planeado. No puedes conducir, por ejemplo, si no tienes carnet de conducir. Esto nos introduce en la microfísica del poder de la que tanto habla Foucault, donde el poder está en todos a la vez, y todo tipo de relación incorpora un aspecto fundamental de poder en la misma.

También tiene una connotación muy importante en otra dirección: si quien puede actuar es quien tiene el poder, nos está hablando claramente a la mente de una sociedad estructurada jerárquicamente. Y no es extraño, los idiomas se construyen en el tiempo, ello implica que se construyó en tiempo de Reyes, de Ministros, de Validos y de Gobernantes. Aunque cada vez más el poder deba tender hacia una horizontalidad, el idioma va con retraso.

Finalmente, hay un último elemento importante en esta relación. Si quien puede actuar tiene que tener poder, entonces los únicos libres para actuar como desean son quienes tienen el poder porque los demás o no actúan o lo hacen siguiendo órdenes de alguien con poder. John Locke, el famoso ilustrado británico y uno de los padres del Estado moderno, señaló que para construir una sociedad democrática, la base debía ser la propiedad privada; sin ella, los ciudadanos no se vinculan y no son capaces de tomar decisiones por sí mismo porque dependen de otros para subsistir, de modo que en una democracia votarían lo que deseasen sus patrones, por ejemplo. Aunque su visión quizás sea un tanto extrema de más para la sociedad moderna donde el vínculo entre economía y poder de decisión no están tan vinculados, no deja de ser cierto que los Estados defienden de una manera increíblemente fuerte el derecho a la propiedad privada.

Todo esto lo que nos habla es de cómo el poder económico es uno de los principales poderes de la vida entre ciudadanos, decidiendo quien puede actuar, con cuanta libertad y con cuanta independencia. Ahora sabemos que hay muchos otros poderes que añadir, como el poder relacional (a quien conoces y quien te conoce a ti), las habilidades de cada uno, sus conocimientos, etc. Pero la base sigue permaneciendo: para construir una sociedad libre donde cada uno pueda actuar por sí mismo, es necesario que cada uno tenga poder. Sin poder no hay libertad, ya que siempre estaremos a la merced de quienes tienen poder.

Por eso es tan importante la lucha por horizontalizar el poder, por dar poder a las clases más desfavorecidas o los sectores más repudiados, y por defender colectivamente unos derechos que nos conceden a todos una base de igualdad y poder con la que siempre podemos contar.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

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