Vivimos en un momento de cambio histórico, una de esas raras ocasiones en que se abre una ventana de oportunidad hacia algo diferente. Y a lo largo de los sucesivos posts he ido defendiendo los diferentes cambios necesarios para aprovechar ese momento de cambio y crear una verdadera democracia directa: cambios en el poder de la ciudadanía, en el funcionamiento de las instituciones e incluso en el papel de los políticos.
Sin embargo, aunque se consiguiesen todos esos logros sería insuficiente. La razón es sencilla: vivimos en un mundo donde todo está interconectado a lo demás. Una red de interconexiones genera dependencias cruzadas y si estas se extienden generan una red de interdependencia. El entorno de interdependencia global ha dado lugar a la aparición de riesgos globales, instituciones internacionales y mucho más.

El 2014 ha sido, sin lugar a dudas, un año movidito, con infinidad de cosas ocurriendo que nadie hubiera imaginado tal día como hoy hace un año. Ha dejado numerosos procesos abiertos cuyos eventos seguirán desarrollándose a lo largo del próximo año y, por eso, creo que vale la pena intentar echarle un vistazo a qué nos puede deparar el futuro. Por supuesto, mi bola de cristal está estropeada, así que todo vistazo al futuro puede errar por completo, pero aún así resulta un ejercicio interesante.