A menudo, se afirma que el político es aquel que hace política. Es una tautología, sin duda cierta por ello mismo, pero realmente nos dice poco de cada actor político. Lo que importa no es, realmente, si hacen o no hacen política (en gran medida, en una sociedad cada vez más politizada como la nuestra, todos la hacemos de un modo u otro), sino la clase de política que hacen.
Esto que voy a exponer es una sobre-simplificación, sin lugar a dudas, pero creo que es interesante en la medida en que, en un parámetro sencillo, se condensan muchas cosas. A los políticos, se los podría organizar en una escala donde, en un extremo, estarían los que únicamente atacan a sus enemigos y en el otro extremo los que únicamente tienen un proyecto de futuro. Sin duda, ambos tipos son ideales, no existe nadie en la realidad que se encuentre en un extremo, pero si que existen todos los que ocuparían las posiciones intermedias entre ambos.

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O eso reza el dicho, que en días como hoy, parece más cierto que nunca. El escándalo de Petraeus en Estados Unidos, la financiación ilegal de Sarkozy en Francia usando dinero de Gadaffi, el uso indebido de dinero del Parlamento británico para comprar pisos en Reino Unido, los infinitos casos de Silvio Berlusconi… podríamos seguir eternamente. Lista a la que hoy hay que añadir el grado completo de corrupción que ha aparecido en la cúpula del PP. ¿Por que lo hacen, cuando ya lo tienen todo?