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El Estado de Bienestar lo pagan las clases bajas y medias

Fotografía de Otto von Bismarck.
Bismarck es el padre del Estado de Bienestar moderno.

Viajemos en nuestra máquina del tiempo un algo más de un siglo hacia atrás, con el surgimiento del Estado del Bienestar en Alemania durante el gobierno de Bismarck. Hubo precedentes, sin duda, en otros tiempos y países, pero se considera las políticas de Bismarck como el comienzo del Estado de Bienestar moderno. La idea era que, mediante impuestos, el Estado proveyese de una serie de condiciones de vida mínimas a todos los habitantes, garantizando a cambio con ello una cierta paz social.

Si pasamos las décadas debajo nuestra con rapidez veremos que el Estado del Bienestar se extendió con rapidez, especialmente por Europa, pero también Estados Unidos y otros sitios juguetearon con él en forma de Keynesianismo y otras políticas económicas donde el Estado interviene en economía activamente. Los Estados fueron creciendo con este aumento de impuestos pero también de servicios, creándose sistemas nacionales de sanidad, educación, seguridad, etc. y requiriendo mayores gastos del Estado que se traducían en nuevos modos de recaudación. Pero cada triunfo en estas décadas forzaba una mayor redistribución de la riqueza garantizando una mejor vida para las clases bajas y medias, menor desigualdad y mayores oportunidades… para los que menos tenían, no para los que más.

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Progreso, la idea en el centro del mundo

Imagen de la revolución francesa, momento clave para el desarrollo del concepto de progreso.
El progreso es una idea central del siglo XVIII y desde entonces, presente en todas las grandes revoluciones

Aunque parezca muy obvia hoy en día, la idea de progreso no nos ha acompañado demasiado tiempo en términos históricos. Al contrario, el concepto de progreso fue inventado a lo largo del siglo XVIII, cuando la Ilustración cambió el modo en que se entendía la vida y la sociedad. En la Edad Media, por ejemplo, se entendía el tiempo en términos estancos, estábamos atados a este valle de lágrimas hasta que finalmente llegase el Fin del Mundo. Los griegos lo entendía en términos de decadencia circular, desde la era de oro de los dioses, a la de plata de los héroes, a la de bronce en la que vivían ellos. Sin embargo, a partir de que el ser humano se ponga en el centro de las cosas en el Renacimiento, la idea de que las cosas pueden cambiar fue surgiendo y para la Ilustración, se colocó en el centro de muchas de las ideologías novedosas, desde la lucha liberal contra la opresión a la idea de derechos inalienables de las personas en jurisprudencia o la creación de la misma idea de la democracia moderna.

La idea de progreso se sostiene sobre dos pilares muy distintos y complementarios. El primero de ellos es la idea de progreso como avance que nos permite llegar a donde nunca antes habíamos llegado. Poner un hombre en la Luna fue un reflejo de esta visión del progreso, que permite que la humanidad vaya más allá de sus límites.

En este sentido, la clave del progreso es el avance tecnológico. La clave para llevar a una persona a donde ninguna ha llegado es precisamente desarrollar los inventos y tecnologías necesarios para que los límites que lo ataban cambien de sitio, se vayan más lejos. No se puede llegar a la Luna sin inventar el cohete espacial, los ordenadores, desarrollar la astrofísica, etc. Nuevos conocimientos e inventos se combinan a lo largo de los años para ir cambiando la sociedad en la que vivimos, permitiéndonos hacer cosas que antes hubieran sido imposibles. Cuando se inventó y empezó a difundirse el teléfono móvil, por ejemplo, era algo carísimo y limitado en sus funcionalidades, en aquellos tiempos difícilmente podrías explicarles a las personas cómo sería el mundo unas pocas décadas después con los smart phone, internet y que todo el mundo tenga uno o más dispositivos.

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Riqueza, impuestos y desigualdad: neoliberalismo a examen

Impuestos, explotación y riqueza de los ricos.
Los impuestos y la relación con el bienestar social.

Hacía tiempo que no me encontraba de cara con el argumento neoliberal clásico, pero hoy lo he hecho porque Diego Davila dejó un interesante comentario al respecto en la página de facebook. Allí ya le respondí en versión abreviada, pero la verdad es que es un tema que merece un post completo para analizar el discurso, sus errores y aciertos. Lo que muestra y lo que oculta, y la tergiversación clave de lo que son los impuestos y la igualdad social. Entonces vamos a comenzar por reproducir su comentario, en respuesta a este link, porque así tenemos una base sobre la que partir.

A menos impuestos. más empresas y mas ricos, a mas empresas y mas ricos, mas puestos de trabajo, mas trabajo mas dinero, mas dinero mas bienestar social.

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El ascensor social no funciona

La promesa del ascensor social
La promesa del ascensor social

Hace muchos años, desde finales de la dictadura pero sobretodo con la llegada de la democracia, el crecimiento económico español era muy fuerte. Un crecimiento que aupaba a las clases bajas y medias en el ascensor social hacia una calidad de vida mejor, basada sobre el hecho de que la tarta de ganancias crecía y por tanto salía más a repartir. Políticas socialistas y redistributivas consolidaron temporalmente esto, fortaleciendo con ello una promesa central con la que mi generación ha crecido y que ha guiado las acciones de muchas de las personas de la generación que me precede: que viviremos mejor que nuestros padres.

Esta promesa de coger el ascensor y subir, se basaba en la conexión entre estudios y éxito profesional o laboral. Si una familia de clase humilde hacía esfuerzos económicos para mandar a sus hijos a la universidad a estudiar carreras como medicina o derecho, ellos viviría mejor y la familia habría medrado. Así, las tasas de acceso universitario en España fueron creciendo hasta un grado muy alto, y sin embargo, la promesa era falsa.

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(No)Luchando contra la pobreza

pobrezaEn teoría, se supone que vivimos en un Estado del Bienestar, lo cual garantizaría que el sistema social como conjunto se esfuerza por redistribuir la riqueza. Sin embargo, aunque la lucha contra la pobreza es un objetivo social desde hace mucho, lo cierto es que tras la crisis lo que hemos visto es lo contrario, cómo las cases más desfavorecidas empeoraban en su situación económica.

Cojamos una escena habitual y veremos que además, no solo se ha reducido la lucha contra la pobreza sino que además se ha cambiado de hombros. Así, no es poco frecuente montar en el metro y encontrar a alguien pidiendo ayuda. Dado que muchos lo hacen todos los días en ciertas rutas, es de entender que al menos van sacando lo suficiente de la gente que les acompaña en los vagones. Sin embargo, en metro no monta Amancio Ortega o cualquier otro miembro de la clase alta; al contrario, en metro quienes viajan son las clases bajas y medias.

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Democracia participativa y anarquismo

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El capitalismo actual (II)

capitalismo actualTras el recorrido por cómo se ha ido configurando y evolucionando el capitalismo, es hora de ver qué aspecto ha tomado en la actualidad. El sistema capitalista actual, como conjunto, se ha estructurado en torno a una serie de elementos interrelacionados, unos internos a las personas, otros sistémicos, etc.

Uno de los principales cambios es que se ha separado el valor del objeto de ese valor. Era lo que se llama el valor de cambio (el precio) y el valor de utilidad (lo que ese objeto hace). Así, dos modelos de zapatillas son iguales de útiles para caminar, pero si una es de la tienda de la esquina y la otra es de Nike su precio monetario será enormemente diferente. La razón es fruto del desarrollo de lo que se ha llamado el valor de marca, que Naomi Klein describió genial en No Logo, y que hace que el valor de las empresas y de los productos no dependa de la realidad de ese producto/empresa sino de la percepción que la gente tiene de ella y la posición de mercado. Si consigues por ejemplo que tus zapatillas se asocien a la idea de prestigio, la gente estará dispuesta a pagar más para diferenciarse de los demás y demostrar así su mayor posición (un BMW en vez de un Ford Fiesta, unas vacaciones en Cancún en vez de la playa del pueblo, etc.).

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¿Una sociedad sin clases sociales?

clases 1Hoy he tenido ocasión de ver el programa de Jordi Évole de este domingo sobre la clase media y me ha inspirado para tratar esa cuestión de nuevo aquí. Baste señalar de antemano que el trabajo de Salvados es excelente, como siempre, pero creo que en este caso, de cara a construir un argumento claro, han simplificado numerosas cosas. Y es sobre esto sobre lo que voy a incidir de modo complementario (espero) a lo dicho allí.

Así pues, empecemos por el principio: el término clase es popularizado por Marx en el siglo XIX y refleja la sociedad de su época. Era una Inglaterra que se industrializaba a toda velocidad, de capitalismo creciente, de campesinos incultos que debían mudarse a las ciudades, etc. Por ello, el modelo se divide en dos grandes grupos no en términos económicos y de riqueza, sino en realidad en términos de poder e independencia: los que en su trabajo dependen de otro (los obreros, que dependen del salario) y los que son dueños de los medios de producción (los capitalistas); junto a estos, existían algunas clases menores que Marx describe, como los burócratas, que no encajaban en esa separación nítida, pero que en el XIX eran colectivos minoritarios.

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Riqueza Global, Pobreza Local

Vivimos en un mundo de creciente globalización, donde los flujos de dinero y las películas cruzan de un lado a otro el globo en centésimas de segundo, donde jugamos en tiempo real con compañeros del otro lado del planeta y estudiamos MOOCs en compañía de miles de personas de todo el mundo. Pero lo cierto es que el proceso de globalización no afecta por igual a todo el planeta ni a todas las clases sociales. Al contrario, vivimos en un mundo donde los ricos pueden coger sus jets privados para cenar en París y tener sus cuentas a salvo en Suiza, mientras que los pobres siguen cenando en el bar de la esquina y tienen sus ahorros en el banco de toda la vida. ¿Por qué existe esta desigualdad, y qué implica?

La razón principal es el acceso desigual a la globalización. La forma más obvia de verlo es si comparamos el número de conexiones a internet que hay en distintos países, y pronto veremos cómo el número de conexiones en el primer mundo asovalla a las que existen fuera de él, y cómo amplias zonas de África o China están completamente ausentes en el mapa.