
La vida, si la resumimos mucho, es una sucesión de tomas de decisiones. Ante una situación, tenemos que escoger qué hacer buscando con ello un resultado lo más positivo posible para nosotros, nuestros objetivos, la gente que queremos, etc. Estas decisiones, sin embargo, existen en un entorno básicamente opaco, porque en la mayoría de casos tenemos que escoger desconociendo las consecuencias de lo que vamos a hacer.
Usemos un ejemplo sacado del videojuego Get Even. En él, nos encontramos en algunas escenas en un psiquiátrico, y en una de ellas estamos ante una celda donde hay un paciente. No vemos bien lo que hay dentro, pero tenemos al lado un interruptor eléctrico, sin ninguna explicación. En el mundo normal, podríamos imaginar que es el interruptor de la luz que nos permitiría ver bien lo que hay en el interior de la celda, pero en un juego que tiene un componente de terror podrían pasar otras cosas… podría abrirse la puerta de la celda y dejar libre a un loco peligroso, o quizás podría electrocutarse el interior matando al paciente en un loco experimento. O muchas otras cosas. Y no lo sabremos hasta que le demos al botón.



A raiz del post del otro día sobre si la
Es muy habitual, en los debates de la televisión o en el bar, e incluso en conferencias doctas y discursos políticos, escuchar frases del estilo a “como todo el mundo sabe…” o “como todo el mundo cree…”. Pero lo cierto es que estas son un artilugio demagógico que sólo sirve para intentar ganar peso en las afirmaciones que uno hace. Así, se basan o bien en el sentido común compartido por todos (que se equivoca con una sorprendente frecuencia) o bien en la percepción de esa persona.