
Lo cierto es que nunca he sido demasiado fan de la Guerra de las Galaxias, pero como es la segunda propiedad intelectual más valiosa del mundo de la industria cultural (detrás de Marvel) recientemente he estado prestándole cada vez más atención a su mensaje. Y resulta que, debajo de los héroes y las batallas a sables de luz y de naves espaciales, hay una historia que tiene mucha enjundia a nivel sociológico, sobre los procesos de auge y caída primero de la República y después del Imperio. George Lucas ya dijo hace mucho que la Guerra de las Galaxias era política (de hecho, especialmente el Episodio VI, explícitamente era en su mente una comparación con la situación de Vietnam) y los paralelismos entre la caída de este sistema y la caída de la República Romana y su transformación en el Imperio, el auge de los gobiernos autoritarios y dictatoriales a manos de populistas como Mussolini o incluso los totalitarios como el ascenso de Hitler dentro de su propia democracia son demasiado claros como para que sean casualidad.
Estos procesos normalmente son difíciles de ilustrar porque requieren a grandes masas de personas y dinámicas durante años pero, al tener lugar en pantalla, resulta fácil de seguir al quedar personificado en los protagonistas y los años condensados en unas cuantas escenas. Así que agarrad vuestra espada láser, ajustaros los cascos de piloto y preparad todo lo necesario para viajar a una galaxia muy muy lejana.


Escrito por Santiago Carrillo, este libro es un trozo de la historia española recogida en 260 páginas. Compuesto por 15 biografías de las personas que Carrillo considera clave en la 2ª República, la Guerra Civil y la Transición, nos da una panorámica de casi un siglo de cambios y conflictos que han configurado el presente del país, a través del análisis de sus protagonistas, a muchos de los cuales Carrillo conoció personalmente. Obviamente, y él mismo lo reconoce, la objetividad total es imposible cuando se está tan involucrado en los hechos, pero si creo que ha logrado mediante la reflexión y el tiempo obtener un punto de vista suficientemente neutral como para conseguir quince retratos muy interesantes. Veámoslos brevísimamente, con unas pinceladas para cada uno: